Marcas en declive
En la globalidad multipolar tendr¨¢ un papel creciente la imagen de los pa¨ªses, lo que suele llamarse la marca-pa¨ªs, que cuenta tanto a la hora de vender productos como de obtener cr¨¦ditos e inversiones, de conseguir acuerdos favorables en los foros internacionales o de contar con presencia y puestos relevantes en las instituciones. Espa?a era un pa¨ªs acostumbrado a ver su marca por los suelos a lo largo de la historia hasta que termin¨® la dictadura. No es hora de recordar aqu¨ª los numerosos acontecimientos que levantaron la marca de Espa?a, pero s¨ª de rese?ar que el cenit probablemente se ha alcanzado en los primeros a?os del siglo XXI, justo antes de que empezara esta devastadora crisis econ¨®mica que est¨¢ poni¨¦ndolo todo patas arriba. Las marcas no son elementos aislados, sino que act¨²an de forma sin¨¦rgica. En estos mismos a?os todas las marcas asociadas a la espa?ola han subido enteros en la cotizaci¨®n internacional. Por arriba, Europa, l¨®gicamente; por debajo, un buen pu?ado de marcas, como Barcelona, Catalu?a o Madrid, se han visto tambi¨¦n impulsadas en su valor.
El apartamiento de Garz¨®n y la sentencia del Estatuto no tienen efectos inocuos en la imagen internacional de Espa?a
Con la crisis econ¨®mica y la redistribuci¨®n de poder en el mundo tambi¨¦n se producen bruscas variaciones en la cotizaci¨®n internacional de los pa¨ªses y sus ciudades. Venimos de un mercado que era muy dual y sencillo en su funcionamiento -Coca-Cola frente a Pepsi-Cola, para entendernos- en el que actuaba un cierto reparto de cuotas, y ahora estamos en un zoco multicolor y complejo, en el que hay que luchar por las propias marcas con mucha m¨¢s tenacidad e inteligencia. Los pa¨ªses emergentes y las nuevas megal¨®polis globales se comen las cuotas de imagen de los pa¨ªses establecidos y de nuestras admiradas ciudades hist¨®ricas. Ha llegado as¨ª la hora de un cierto declive para un conjunto de marcas occidentales que deber¨¢n ceder territorio a otras nuevas, probablemente asi¨¢ticas, latinoamericanas o africanas.
En el caso de la marca Espa?a, adem¨¢s de las circunstancias geopol¨ªticas que afectan a todas las marcas europeas, hay un declive propio, trabajosamente obtenido por m¨¦rito de los propios espa?oles. El tipo de relaciones que hay entre Gobierno y oposici¨®n, por ejemplo, afecta al prestigio de la marca Espa?a. La oposici¨®n se siente autorizada a atacar al Gobierno ante la opini¨®n p¨²blica internacional y no le importa perjudicar a la calificaci¨®n de su deuda p¨²blica o el precio de sus bonos. El mejor exponente de esta actitud y de ese problema espec¨ªficamente espa?ol es que un ex presidente del Gobierno como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ande por esos mundos denigrando a su sucesor, sin atender ni tan siquiera a la estrategia o a las conveniencias de su propio partido. No hay en Europa occidental otro caso de polarizaci¨®n pol¨ªtica tan extrema y de sistem¨¢tica denigraci¨®n del adversario, con la ¨²nica excepci¨®n del radicalismo republicano del Tea Party contra Obama.
No es el ¨²nico elemento interior que contribuye al deterioro de la marca internacional. Casos de corrupci¨®n pol¨ªtica como el G¨¹rtel, el espionaje en la comunidad de Madrid, Pretoria o Palau de la M¨²sica, junto a sus efectos desmoralizadores sobre la ciudadan¨ªa, tienen efectos corrosivos sobre la marca del pa¨ªs donde se han producido, multiplicados adem¨¢s si las urnas vienen a premiar a los m¨¢s corruptos como puede leerse ya en los indicadores demosc¨®picos m¨¢s fiables; entre otras razones porque los ciudadanos tienen que escoger entre castigar a Gobiernos que no han sabido enfrentarse adecuadamente a la crisis y unas alternativas de gobierno que siendo profundamente sospechosas son las ¨²nicas que quedan a mano.
Pero la contribuci¨®n m¨¢s original al deterioro de la marca Espa?a, la m¨¢s personal tambi¨¦n, es la que se produce por la decisi¨®n individual de unos pocos jueces, en cuyas manos caen responsabilidades que superan ampliamente sus capacidades y criterio. Este ha sido ya el caso del procesamiento de Garz¨®n por un supuesto delito de prevaricaci¨®n y lo ser¨¢ tambi¨¦n una sentencia del Tribunal Constitucional adversa al Estatuto de Catalu?a. Si el apartamiento de Garz¨®n ha sido percibido como una gran injusticia y una regresi¨®n democr¨¢tica en todo el mundo, lo mismo suceder¨¢ con una sentencia del Tribunal Constitucional espa?ol que rectifique severamente una ley org¨¢nica aprobada por dos Parlamentos -el aut¨®nomo catal¨¢n y el que representa al conjunto de la soberan¨ªa espa?ola- y ratificada en refer¨¦ndum por los ciudadanos de Catalu?a.
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