Circunstancias
Todos los alumnos de bachillerato se saben la c¨¦lebre f¨®rmula con la que Ortega resumi¨® su perspectivismo: "Yo soy yo y mis circunstancias". Pues bien, el presidente Zapatero tambi¨¦n ha decidido hacerla suya. As¨ª lo proclam¨® de forma oficial el mi¨¦rcoles pasado en el Congreso en su r¨¦plica al jefe de la oposici¨®n, durante el debate sobre el semestre de presidencia espa?ola de la UE: "S¨ª, cambi¨¦ de opini¨®n por las circunstancias, no por convicciones". Era su forma de justificar el giro estrat¨¦gico que se vio obligado a dar a comienzos de mayo, cuando renunci¨® a su anterior prioridad pol¨ªtica, fundada en la defensa de los derechos sociales, para pasar a adoptar la nueva ortodoxia europea del ajuste fiscal a cualquier precio: un precio que exige sacrificar esos mismos derechos sociales que hasta entonces se hab¨ªa comprometido a garantizar. Y ahora por fin, mes y medio despu¨¦s de adoptar ese giro copernicano, Zapatero se ha dignado a explicarlo a la ciudadan¨ªa: s¨®lo lo hizo obligado por las circunstancias, que le forzaron a contravenir, si es que no a traicionar, sus propias convicciones.
?Qui¨¦nes han sido los or¨¢culos? ?El 'Financial Times'? ?El Bundesbank? ?Qui¨¦n gobierna aqu¨ª?
Una justificaci¨®n esta que puede ser analizada con las m¨¢s diversas interpretaciones. La m¨¢s inmediata y elemental es la lectura de tipo marxista (por Groucho, no por Karl) que suele hacer la derecha medi¨¢tica, cuando acusa a Zapatero de relativista moral: "Estos son mis principios, y si no le gustan tengo otros". Aqu¨ª no entrar¨¦ a debatir sobre la caracteriolog¨ªa del personaje, que tampoco me parece demasiado significativa. Pues puestos a hablar de volubilidad, ah¨ª tenemos la postura oficial del jefe de la oposici¨®n, revelada el viernes pasado, o la del propio PP, que tambi¨¦n carece evidentemente de principios al estar dispuesto a cambiarlos sobre la marcha, pues si as¨ª le conviene dice estar dispuesto a defender incluso los derechos de los trabajadores. En cambio, podr¨ªa tener mayor inter¨¦s entrar a discutir otras consideraciones sugeridas por el nuevo circunstancialismo que parece haber empezado a profesar el presidente Zapatero.
La primera de todas es que por fin ha encontrado un discurso, un relato, una historia que contar. La acusaci¨®n que siempre se le ha hecho a Zapatero es que carec¨ªa tanto de estrategia (programa de prioridades u objetivos de largo plazo a alcanzar) como de discurso (argumentaci¨®n ret¨®rica capaz de justificar dicho programa). Pues bien, cuando Zapatero dio su giro copernicano del 12 de mayo (fecha en que anunci¨® en el Congreso su nuevo programa de ajuste fiscal, destinado a cercenar los derechos sociales), demostr¨® con ello haber encontrado por fin una estrategia: su estrategia, por impopular, ruinosa o suicida para sus propios intereses electorales que nos pareciese a muchos. Pero si bien ya ten¨ªa estrategia, todav¨ªa no ten¨ªa discurso (como le reprochamos muchos, por ejemplo desde esta misma columna), puesto que no estaba sabiendo explicar las razones de semejante giro copernicano. Pues bien, ahora ya parece tenerlo: "No fui yo, fueron mis circunstancias, las que me obligaron a hacerlo". Es el discurso de la fatalidad, de los hados, del destino: yo no quer¨ªa, pero la realidad me oblig¨®; y tuve que hacer lo que hab¨ªa que hacer. Ese es su relato, esa es su historia (o dicho a lo papanatas, su storytelling).
Bien, pero como tal relato, ?parece convincente, es veros¨ªmil, resulta cre¨ªble? Depende. Depende, por una parte, de la fuerza narrativa con que se lo argumente, de las met¨¢foras ret¨®ricas (o marcos interpretativos) que se utilicen para ilustrarlo y de la insistencia expresiva con que se reitere su argumentario. Tambi¨¦n depende, por supuesto, de la credulidad de la audiencia, que ¨²ltimamente est¨¢ demasiado escarmentada para seguir trag¨¢ndose tantas historias y sus contrarias. Pero finalmente depende sobre todo de la propia fuerza de la realidad, que ha de atestiguar o desmentir la veracidad de la historia. Un relato es una conjetura sobre lo que est¨¢ pasando, y en t¨¦rminos popperianos, esa conjetura ha de ser despu¨¦s confirmada o refutada por la realidad. Pues bien, ?qu¨¦ ocurre con la conjetura de Zapatero? ?Es verdad que las circunstancias han cambiado tanto que le han obligado a contravenir sus propias convicciones para poder cumplir con su deber?
Por desgracia, esta pregunta no tiene respuesta. La conjetura de Zapatero es tambi¨¦n la de Merkel y Sarkozy, que se han visto igualmente obligados por las circunstancias a dar un giro copernicano a su anterior keynesianismo para adoptar un inflexible ajuste fiscal. Pero ?con arreglo a qu¨¦ an¨¢lisis de la realidad? ?Qui¨¦nes han sido los or¨¢culos o augures de los hados que han sabido interpretar la realidad, descubriendo tan dram¨¢tica inversi¨®n de las circunstancias? ?El Financial Times? ?El Bundesbank? ?Qui¨¦n gobierna aqu¨ª?
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