El delta del N¨ªger lo tiene crudo
La contaminaci¨®n y la violencia azotan a la mayor regi¨®n petrol¨ªfera de Nigeria
Los 400 millones de litros de crudo derramados por la petrolera BP en el golfo de M¨¦xico se han llevado todos los titulares de la prensa internacional, pero son poca cosa si se comparan con los 40 millones de litros vertidos cada a?o en el delta del N¨ªger desde que la Shell empezara a extraer petr¨®leo en 1958.
"Es el equivalente a un Exxon Valdez anual durante 50 a?os", denunciaba hace unas semanas en las p¨¢ginas de The New York Times la profesora Anene Ejikeme, de la Trinity University de San Antonio (Tejas).
Las autoridades nigerianas han aprovechado el desastre del golfo de M¨¦xico y la dureza de las palabras del presidente estadounidense, Barack Obama, contra los directivos de BP para recordar a las petroleras que las cosas tienen que empezar a cambiar en el Delta. "Necesitamos un plan contra los vertidos, inspecciones de los lugares que han sufrido m¨¢s impacto y que las compa?¨ªas informen r¨¢pidamente sobre los vertidos", afirm¨® el ministro de Medio Ambiente, John Odey. No es mucho, pero s¨ª supone un avance en la hist¨®rica desidia de los Gobiernos nigerianos hacia el desastre ecol¨®gico en el sur del pa¨ªs. Es tambi¨¦n el primer asomo de desplante que se recuerda contra las petroleras, quienes proporcionan al pa¨ªs casi el 80% de sus ingresos.
Casi ninguno de los 30 millones habitantes del Delta ve algo de esos ingresos. Adem¨¢s de pescar en aguas contaminadas, muchos habitantes de pueblos como Oloibiri tienen que trabajar para la Shell como limpiadores de los vertidos que la empresa ha causado. Suelen tener enfermedades en la piel y respiran todo el rato un aire asfixiante cuyo olor tarda horas en desaparecer. Para muchos de ellos, lo peor es la frustraci¨®n que causa el ver c¨®mo el dinero pasa por delante de sus narices sin que revierta en la comunidad. "Nuestro pa¨ªs es as¨ª. El dinero se va siempre a otro sitio. Los principales culpables son nuestros gobernantes corruptos. Ellos se lo comen todo", explica por tel¨¦fono Stephen Okon, un habitante de Port Harcourt que ha trabajado para la Shell limpiando las aguas contaminadas por lo que hoy son ya oleoductos abandonados.
La frustraci¨®n ha servido como caldo de cultivo para los ataques a los oleoductos del grupo armado Movimiento de Emancipaci¨®n del Delta del N¨ªger (MEND, en sus siglas en ingl¨¦s). Cientos de personas mueren calcinadas cada a?o en estos sabotajes. Las petroleras atribuyen la mayor parte de la contaminaci¨®n a los ataques del MEND, que parece haber olvidado sus iniciales demandas de justicia social para centrarse ¨²nicamente en mantener un pulso con el Gobierno, que suele recurrir al dinero para mantener la paz.
No parece que la llegada de Goodluck Jonathan al poder el pasado mayo, tras la muerte del presidente Umaru Yar'Adua, vaya a suponer un cambio en la situaci¨®n del Delta. El presidente fallecido hab¨ªa conseguido mantener la paz con una amnist¨ªa para los militantes del MEND y promesas de un mayor reparto de los ingresos del petr¨®leo en la zona. Unos 15.000 rebeldes entregaron las armas. Pero la tardanza en llevar a cabo esas promesas han vuelto a sacudir la regi¨®n.
En cualquier caso, el presidente Goodluck Jonathan ha dicho varias veces que acabar¨¢ de una vez por todas con la situaci¨®n del Delta. Siempre parece haberse referido m¨¢s a la violencia que a la contaminaci¨®n causada por las empresas occidentales. Pese a las palabras del ministro de Medio Ambiente, nada parece que vaya a quitar la maldici¨®n del oro negro en Nigeria.
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