Laicidad positiva
La "laicidad positiva" fue un hallazgo l¨¦xicoorwelliano con el que el presidente Sarkozy, en 2007, pretend¨ªa redimensionar la laicidad laica, la laicidad coherente, aunque podr¨ªamos decir incluso la laicidad sin adjetivos, de la tradici¨®n francesa. En la neolengua de 1984 de Orwell las palabras eran forzadas por el r¨¦gimen del Gran Hermano para que llegaran a significar lo contrario de lo que siempre hab¨ªan querido decir.
Por fortuna, desde el 26 junio de 2010 existe en Europa otra versi¨®n de "laicidad positiva", en la que el adjetivo "positivo" tiene efectivamente el significado de "positivo" (bueno, favorable, constructivo, ventajoso, leo en el diccionario de sin¨®nimos). La interpretaci¨®n aut¨¦ntica del ¨²nico sentido que en una democracia liberal puede tener la expresi¨®n "laicidad positiva" nos la han proporcionado los gendarmes belgas enviados por el ministerio fiscal de Bruselas a registrar las sedes de la Conferencia Episcopal y a secuestrar cualquier documento ¨²til para llevar a juicio a los sacerdotes pederastas de ese pa¨ªs que hab¨ªan escapado a la justicia.
B¨¦lgica ha dado una lecci¨®n al registrar sedes episcopales en busca de pruebas sobre pederastia
Los obispos recibieron el mismo trato que habr¨ªan recibido los miembros de cualquier otra poderosa organizaci¨®n sobre la que pesara la sospecha de haber colaborado a que, durante d¨¦cadas, unos peligrosos criminales se sustrajeran al imperio de la ley. En el curso de las nueve horas del registro les fue impedido salir del edificio y usar el tel¨¦fono m¨®vil. Comunicar, en definitiva, con posibles c¨®mplices.
Ning¨²n dem¨®crata puede hablar por lo tanto de "hecho inaudito y grave del que no existen precedentes ni siquiera en los reg¨ªmenes comunistas de infausta memoria" si un obispo es tratado como cualquier otro ciudadano. Por el contrario, el cardenal Tarcisio Bertone -secretario de Estado de Benedicto XVII- lo ha hecho, ignorante de que en una democracia la ley es igual para todos. Ya hab¨ªa recibido una respuesta por adelantado del ex primer ministro belga, Yves Leterme, cuando recordaba que "quienes cometen abusos deben ser perseguidos y condenados seg¨²n la ley belga" y a?ad¨ªa que las investigaciones "son la prueba de que en B¨¦lgica rige la separaci¨®n de poderes entre Estado e Iglesia". Leterme no es un "comunista de infausta memoria" sino un dem¨®crata-cristiano. Para quien cuenta tambi¨¦n la primera parte de la definici¨®n, a diferencia del cardenal Bertone.
Supone una posici¨®n de notable mezquindad, democr¨¢ticamente hablando, la actitud de Rat-zinger, que interviene para echar un cable ("sorprendente y deplorable modalidad de registros", ha afirmado) al cardenal Bertone, precisamente mientras el portavoz de la Fiscal¨ªa de Bruselas rechazaba la agresi¨®n del cardenal con un perentorio "los registros han sido efectuados por profesionales que conocen a la perfecci¨®n su trabajo y respetan los derechos de las personas".
Resulta evidente que la cuesti¨®n de la laicidad es hoy para Europa una cuesti¨®n central e ineludible. Para el Papa vale la l¨®gica de que, cuando en alg¨²n asunto se ven implicados sacerdotes, "la justicia debe seguir su curso", pero "en el respeto de la rec¨ªproca especificidad y autonom¨ªa" de Estado e Iglesia. Frase en apariencia inocua, traducci¨®n burocr¨¢tica del m¨¢s elocuente "dar al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar, y a Dios lo que es de Dios", si no fuera por el hecho de que el Papa pretende ser quien decida si el Estado prevarica y cu¨¢ndo. Pretende ser ¨¦l, y no un tribunal civil, quien decida cu¨¢les son las fronteras entre ambas jurisdicciones.
Se dir¨¢, sin embargo, que no puede tratarse a los obispos de un pa¨ªs como "sospechosos" de complacencia o incluso de guardar la ley del silencio en relaci¨®n a unos criminales (en este caso unos pederastas), y que el comportamiento de la justicia belga, por lo tanto, es "no se sabe si grotesco o innoble" (Vittorio Messori). Objeci¨®n francamente temeraria, dado el precedente del obispo de Bayeux-Lisieux, monse?or Pierre Pican, condenado a tres meses con la condicional por la justicia francesa por haberse negado a testificar sobre las actividades pederastas, por ¨¦l conocidas, de un sacerdote de su di¨®cesis, y que por esta actitud, propia de "ley del silencio", de "respetar la rec¨ªproca especificidad y autonom¨ªa" entre Estado e Iglesia, recibi¨®, a trav¨¦s del cardenal Castrill¨®n Hoyos, el encomio entusiasta y solemne de Juan Pablo II.
Precisamente mientras B¨¦lgica (pa¨ªs tradicionalmente cat¨®lico) explicaba con hechos lo que debe entenderse por "laicidad positiva", el Tribunal Constitucional alem¨¢n legalizaba definitivamente la eutanasia pasiva, anulando la condena de un abogado que hab¨ªa aconsejado a uno de sus clientes que arrancara el tubo del gotero de un pariente suyo a quien se manten¨ªa con vida artificialmente y contra su voluntad. La Iglesia luterana ha aprobado la sentencia, no as¨ª la cat¨®lica. Y en efecto, en un cuadro de laicidad realmente positiva el paso sucesivo -l¨®gica y jur¨ªdicamente inevitable- es el derecho a la decisi¨®n soberana de cada persona acerca del final de su propia vida. En la cat¨®lica B¨¦lgica, al igual que en la protestante Holanda, ello ya es posible.
B¨¦lgica, como han demostrado las recientes elecciones, vive un momento cargado de problemas pol¨ªticos poco envidiables. Pero bajo el perfil de la laicidad, es indudable que hoy se har¨ªan necesarias m¨¢s B¨¦lgicas en todos los pa¨ªses de Europa.
Paolo Flores d'Arcais es fil¨®sofo y editor de la revista Micromega. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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