Obama impulsa la reforma migratoria
El presidente de EE UU propone regularizar a m¨¢s de 11 millones de 'sin papeles' - La nueva ley tiene detractores tanto en las filas dem¨®cratas como republicanas
Mientras Barack Obama defend¨ªa ayer en Washington la necesidad de una ley de inmigraci¨®n, la madre de un marine muerto en Irak ped¨ªa permiso para enterrar a su hijo en Arizona y un aplazamiento de su deportaci¨®n a M¨¦xico para poder acudir al sepelio. Esa es la realidad cotidiana de esta naci¨®n de inmigrantes. Y esa es la realidad que el presidente ha propuesto encarar con una reforma que, sin premiar a los indocumentados, "marque un camino para su legalizaci¨®n", en respeto de sus derechos humanos y en aras de la prosperidad, la grandeza y la preservaci¨®n de las se?as de identidad de Estados Unidos.
Expulsar inmigrantes de este pa¨ªs, por muy ilegales que sean, es tan parad¨®jico e in¨²til como prohibir la esperanza. Estados Unidos se convirti¨® en la mayor potencia del mundo gracias al irresistible magnetismo de su sociedad, resumido en el eslogan del sue?o americano. "Los inmigrantes han ayudado siempre a construir y defender este pa¨ªs", record¨® ayer Obama. "Ser americano no es un asunto de sangre o de nacimiento; es un asunto de fe, de una fidelidad compartida a las ideas y los valores que son tan queridos para nosotros".
La expulsi¨®n de los indocumentados, como reconoci¨® Obama, es inviable
Los inmigrantes tendr¨¢n que cumplir duras exigencias para legalizar su situaci¨®n
En el caso de los ilegales, que se calculan entre 11 y 12 millones, su delito es el de precipitarse a ese sue?o sin pararse en burocracias. Ahora, una vez aqu¨ª, su contribuci¨®n econ¨®mica, y hasta cultural, resulta ya imprescindible, y tratar de deportarlos, como dijo el presidente, es simplemente inviable. Muchos tienen hijos nacidos aqu¨ª, otros llevan a?os ocupando sus puestos de trabajo y la mayor¨ªa respetan las leyes, est¨¢n integrados en sus comunidades y hasta pagan impuestos.
La ¨²nica soluci¨®n es la aprobaci¨®n de una nueva ley que se?ale las reglas para su legalizaci¨®n, de forma que esta se produzca de un modo adecuado y en condiciones que permitan reordenar para un largo periodo la entrada de m¨¢s personas en el pa¨ªs. La legalizaci¨®n "significa tambi¨¦n", manifest¨® Obama, "que dispondremos de una fuerza de trabajo m¨¢s joven y, en un mundo crecientemente interconectado, la diversidad de nuestro pa¨ªs es una ventaja muy grande en la competencia mundial".
La apuesta por un pa¨ªs abierto y hospitalario no significa, explic¨® el presidente, la renuncia a proteger las fronteras y aplicar las leyes. "Nuestra naci¨®n, como todas, tiene derecho a imponer sus propias leyes de residencia y ciudadan¨ªa. Aceptar sin m¨¢s a los que vinieron ilegalmente podr¨ªa estimular m¨¢s inmigraci¨®n ilegal y perjudicar a los millones de personas en todo el mundo que est¨¢n esperando en fila para entrar legalmente".
Es preciso crear unas condiciones exigentes para la legalizaci¨®n. "Hay que pedir responsabilidades a las personas que entraron ilegalmente", dijo Obama, "tienen que admitir que quebrantaron la ley, tienen que registrarse, pagar impuestos, pagar una multa y aprender ingl¨¦s". Hay que pedir responsabilidades tambi¨¦n, a?adi¨®, "a los empresarios que violan la ley contratando y explotando trabajadores indocumentados".
Ese es el camino para la racionalizaci¨®n de un problema descomunal y ese ser¨¢ el coraz¨®n de la ley que debe aprobar el Congreso. ?Cu¨¢ndo? Obama, que antes se hab¨ªa comprometido a hacerlo este a?o, no puso ayer plazos. ?C¨®mo? Con un acuerdo de los dos partidos. No hay otro modo. "Esa es la realidad pol¨ªtica y matem¨¢tica", admiti¨® el presidente.
Los dem¨®cratas carecen de la mayor¨ªa suficiente para aprobar la ley en el Senado y ni siquiera est¨¢n unidos en el respaldo a esa iniciativa. A diferencia de lo ocurrido con las reformas sanitaria o financiera, en materia migratoria no es previsible un corte limpio entre los dos bandos del Congreso; puede haber muchos dem¨®cratas en contra y algunos republicanos a favor.
La posici¨®n pol¨ªtica respecto a la reforma migratoria depende de algunas variantes, como el n¨²mero de votos hispanos, la situaci¨®n geogr¨¢fica del distrito electoral o el grado de presi¨®n del sector conservador, que la hacen m¨¢s fluida e imprevisible que otras. Pero el principal de todos ellos es el de la influencia creciente del electorado de origen latino, al que Obama intenta ahora realinear a su favor.
Tal como ha reconocido la Casa Blanca, el presidente decidi¨® pronunciar ahora este importante discurso atendiendo a la intensificaci¨®n del debate p¨²blico provocada por la reciente ley aprobada por el Estado de Arizona que criminaliza a los inmigrantes ilegales. Obama no despej¨® ayer la inc¨®gnita sobre cu¨¢ndo piensa el Gobierno reclamar ante los tribunales la inconstitucionalidad de esa ley, pero se refiri¨® a ella en t¨¦rminos indiscutiblemente descalificadores. "Esa ley", manifest¨®, "tiene el potencial de violar los derechos de ciudadanos norteamericanos y residentes legales inocentes al convertirlos en sujetos de posibles detenciones o interrogatorios simplemente por su aspecto o por su acento".
Nada de eso es compatible con la esencia de Estados Unidos. Este pa¨ªs, como record¨® Obama, es reconocido universalmente por una estatua que da la bienvenida en nombre de la libertad a quien se aproxima a la isla de Manhattan. D¨¦cadas atr¨¢s, algunos eran jud¨ªos huyendo de las persecuciones. Su lugar lo ocupan hoy, por razones diferentes, los espaldas mojadas.
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