Happy birthday dear land
Este es nuestro para¨ªso. El mundo que vamos a dejar a los seres humanos que nos sigan. Nuestro legado. Este es el mundo como siempre hemos querido que sea.
Y el enga?o no tiene un espacio en ¨¦l.
?sta es la tierra m¨¢s honesta que nadie jam¨¢s haya podido inventar. La imaginaci¨®n palpable.
Nuestras cabezas.
Bienvenidos nuevamente al para¨ªso. Ahora que los hombres y mujeres que nos visitan y que quieren unir sus manos a la masa de fango que entre todos estamos sujetando, est¨¢n aprendiendo a ser quienes son. A no tener miedo a permanecer en su cuerpo. A convertirse en lo que les es propio y atreverse a so?ar.
Bienvenidos, todos ustedes, a nuestro mundo. Have fun.
Y d¨¦jenme que les cuente que esta tierra de Coney Island es el lugar elegido por todos nosotros para mantener viva la diversi¨®n. Aqu¨ª nunca nos sentiremos avergonzados de ser felices. Esta tierra naci¨® de la semilla de la libertad y es la cometa sobre la que van a planear todos los siglos que est¨¢n por venir. Aqu¨ª no tendremos verg¨¹enza de ser quienes somos, no tendremos verg¨¹enza de divertirnos con las cosas peque?as, no tendremos verg¨¹enza de haber sido ni?os.
Coney Island es un state of mind. Lo dir¨¢n en unos a?os y nosotros lo estamos construyendo ahora. Pero esta no es la tierra de la inocencia y la ingenuidad. Sino la de la valent¨ªa. La de la incre¨ªble fuerza que reside en todos nosotros para tratar, siempre, de ser quienes somos.
Esta es la tierra que sabr¨¢ nuestros nombres.
Esta es la tierra que somos.
Y hemos quemado hoteles y construido elefantes gigantes e incluso nos hemos atrevido a querer volar. Pero no debemos asustarnos de nosotros mismos.
Porque esta tierra que ha sido una vaca gigante que por cinco centavos de d¨®lar da leche y tiene avenidas con forma de sirena y est¨¢ cosida a Brooklyn como si fuera una l¨¢mpara china de celebraci¨®n, somos todos nosotros.
Esta es nuestra semilla.
Coney Island es el magnetismo en el que todos, irremediablemente, queremos convertirnos.
Atrevernos a tratar de ser quienes somos.
Queremos vivir debajo de las monta?as rusas y re¨ªrnos con las tristezas ajenas para que se conviertan en p¨¢jaros negros que se conviertan en nubes que se conviertan en barcos que huyan.
Queremos vestirnos de payasos antiguos y comer los mejores hot dog de Nueva York en una ma?ana soleada de domingo.
Queremos no ver desde la costa la l¨ªnea de marfil que se esconde en el mar y que los astronautas son capaces de ver desde la Luna.
Queremos ser felices sin tener que avergonzarnos por ello.
Queremos vivir en un mundo m¨¢gico y valiente.
Queremos dejar de pedir permiso para so?ar.
De modo que hoy, a partir de hoy y todos los d¨ªas despu¨¦s de hoy que est¨¢n por venir, ser¨¢ nuestro cumplea?os.
Vamos a celebrarlo todo.
Y construiremos recorridos en tren que desembocar¨¢n en construcciones gigantes de hierro que nos recordar¨¢n al cielo y tendremos la sensaci¨®n de poner un pie encima de una nube sin que exista el peligro de que empiece a llover.
Y si llueve convertiremos nuestros cuerpos en paraguas y volaremos felices por encima de nuestras cabezas mojadas que parecer¨¢n boyas que lograr¨¢n flotar en la tierra como si fuera el oc¨¦ano.
No vamos a tenernos miedo.
No vamos a tenernos miedo.
Sino que surcaremos mares y monta?as y destinos y futuro para llegar a esta tierra que desde siempre ha sido una tierra sagrada y que recibir¨¢ el nombre eterno, nombre perpetuo, de Coney Island.
Esta es la tierra que vendi¨® un jefe indio a cambio de que una mujer se callara.
Este es el primer puerto del mundo en el que a los ni?os no les es impuesta una religi¨®n, sino donde sus madres y sus padres y sus abuelos y todos los familiares que los acunan, esperan a que sean mejores para que tengan criterio para elegir.
Esta es la tierra en la que los rel¨¢mpagos nunca quemaron la ¨²nica granja flotante que ha existido en Norteam¨¦rica.
Aqu¨ª se construy¨® el primer parque de atracciones.
Aqu¨ª nacimos todos un d¨ªa como el d¨ªa de hoy y vamos a celebrarlo eternamente.
Nos gusta la vida.
Nos gusta la alegr¨ªa.
Nos gusta la diversi¨®n.
Y no tenemos espacio para la culpabilidad sutil ni para la crueldad involuntaria.
Esta tierra es el para¨ªso y recibe a partir de hoy el nombre eterno de Coney Island.
De aqu¨ª somos.
Esto somos.
Y vamos a celebrar que ha habido hombres y mujeres que se han puesto su ba?ador de rayas y sus zapatos planos para meterse en el mar como si pudieran caminar en ¨¦l.
Vamos a celebrar que aqu¨ª se han hecho juicios con jueces vestidos de rojo que sujetan martillos de madera que parecen capaces de rebotar como si fueran de goma.
Vamos a celebrar que aqu¨ª en pocos a?os se tender¨¢ un cable de hierro que cruce el cielo y todos nosotros podremos colgarnos de ¨¦l como si fu¨¦ramos capaces tambi¨¦n, capaces siempre, de volar.
De imaginar que el mundo es un lugar que somos capaces de ver completo.
Y que por eso sabemos c¨®mo respetarlo.
C¨®mo querelo.
C¨®mo completar exactamente los huecos de los laberintos que impiden a los hombres y las mujeres que hoy somos cruzarlo todo sin perderse, atravesar el vac¨ªo, dejar de crear sentido.
Y llegar, sanos y salvos, al para¨ªso.
Feliz cumplea?os, tierra.
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