S¨ªndrome del alcoh¨®lico rehabilitado
Hay una cuesti¨®n intrigante en la actual pol¨ªtica econ¨®mica de los pa¨ªses europeos: de repente, todos los Gobiernos se han puesto a anunciar masivos planes austeridad, de una magnitud y dureza para la cual la poblaci¨®n no estaba preparada, y cuyos efectos sociales y econ¨®micos son cuando menos problem¨¢ticos.
En pa¨ªses como Grecia y Espa?a, m¨¢s que una elecci¨®n aut¨®noma de sus Gobiernos, esa pol¨ªtica ha venido al principio impuesta por los mercados de deuda, a lo que contribuy¨® tambi¨¦n el empujoncito que Barak Obama y algunos l¨ªderes europeos le dieron a Rodr¨ªguez Zapatero. En otros casos -como el de Alemania o Reino Unido-, la austeridad es una opci¨®n pol¨ªtica de sus Gobiernos. Pero sea impuesta o por convicci¨®n, el hecho es que la pol¨ªtica de apretarse el cintur¨®n con fuerza ha sido r¨¢pidamente hecha suya por los Gobiernos europeos como el camino de redenci¨®n.
Los ministros de Hacienda se comportan en las terapias de desendeudamiento como alcoh¨®licos rehabilitados
El caso del nuevo y joven Gobierno brit¨¢nico es particularmente ilustrativo. Aunque durante el periodo electoral David Cameron, el nuevo primer ministro, hab¨ªa hablado de la "inevitabilidad" de la austeridad, nada hac¨ªa presagiar la dureza y dramatismo de la pol¨ªtica anunciada la semana pasada por el nuevo ministro del Tesoro, George Osborne. En esencia, busca acelerar el ritmo de la reducci¨®n del d¨¦ficit y del desendeudamiento, de tal forma que ya en 2015 Reino Unido tenga d¨¦ficit cero y unas necesidades netas de cr¨¦dito de solo el 1,1% del PIB, frente al 11% de 2009-10.
La magnitud del ajuste y el reducido tiempo en que se quiere lograr implica una austeridad dram¨¢tica, casi salvaje, cuyo impacto sobre el gasto, el crecimiento y el empleo p¨²blico ser¨¢ considerable. De ah¨ª que un analista tan cualificado como Martin Wolf se haya referido en su columna del Financial Times a "una masacre para que la que nadie estaba preparado" (A bloodbath one were prepared for, FT, 22 / 06 / 2010).
Wolf identifica dos "gigantescas apuestas" impl¨ªcitas en el plan de Osborne, que en mi opini¨®n son v¨¢lidas tambi¨¦n para las pol¨ªticas de austeridad de otros pa¨ªses europeos.
La primera es el reto que plantea a la capacidad para gestionar el malestar social que va a producir una dura pol¨ªtica de recorte del gasto y de los salarios. O los Gobiernos persuaden de forma convincente a sus ciudadanos de la justicia de este esfuerzo o el panorama social y pol¨ªtico ser¨¢ complicado. Y no ser¨¢ f¨¢cil, porque para lograr reducir el d¨¦ficit en tan breve plazo habr¨¢ que recortar el gasto a martillazos y no con cirug¨ªa fina. La experiencia dice que en estos casos quien paga la mayor parte de la factura son los m¨¢s d¨¦biles.
La segunda apuesta es acerca del impacto que la austeridad tendr¨¢ en el crecimiento. Todos los Gobiernos, incluido el nuestro, admiten que ser¨¢ negativo, aunque esperan que ser¨¢ d¨¦bil y que se recuperar¨¢ r¨¢pidamente, ayudado por la mejora de las exportaciones. Pero se trata de un deseo piadoso m¨¢s que de una predicci¨®n anal¨ªtica fundamentada. Adem¨¢s, si todos los pa¨ªses practican a la vez la misma austeridad en el gasto, la posibilidad de exportar para que los vecinos nos compren lo que no consumimos ser¨¢ escasa. La pol¨ªtica de austeridad que tan fruct¨ªfera fue para Alemania en la ¨²ltima d¨¦cada no funciona cuando la practican todos los pa¨ªses a la vez.
Si los efectos sobre el crecimiento distan de ser evidentes, ?c¨®mo explicar que todos los Gobiernos europeos hayan abrazado con fe de converso una pol¨ªtica de este tipo? La pregunta no tiene una f¨¢cil respuesta.
Una primera respuesta a esa cuesti¨®n es la idea, adoptada como ortodoxia oficial, de que las ra¨ªces de la crisis europea son fiscales. Por lo tanto, la soluci¨®n ha de ser fiscal. Pero es un error. El consenso general entre los economistas independientes es que el origen ha sido financiero: la enorme burbuja de activos y el enorme endeudamiento privado impulsado por el modelo de crecimiento alem¨¢n y holand¨¦s (exportar, ahorrar y prestar el ahorro a otros pa¨ªses) y que se ha visto favorecido por el euro. El d¨¦ficit y el endeudamiento p¨²blico aparecieron con la crisis, cuando la burbuja pinch¨® y el sector p¨²blico tuvo que salir al rescate del sector privado, tanto bancario como empresarial.
El camino para el retorno a la estabilidad fiscal es el crecimiento. Pero, como acabo de se?alar, no est¨¢ claro que esta estrategia de austeridad beneficie el crecimiento. M¨¢s bien lo contrario.
Pero, entonces, ?cu¨¢l es la motivaci¨®n que impulsa esa dura austeridad? En mi opini¨®n tiene que ver m¨¢s con motivaciones morales y personales que con el an¨¢lisis econ¨®mico.
La austeridad se alimenta de lo que podr¨ªamos llamar el s¨ªndrome del alcoh¨®lico rehabilitado. Es conocido que los alcoh¨®licos o los fumadores cuando se rehabilitan utilizan con frecuencia terapias de choque y adoptan conductas ultrarradicales. Pues bien, los ministros de Hacienda europeos se est¨¢n comportando como alcoh¨®licos rehabilitados en relaci¨®n con las terapias de desendeudamiento. Por eso algunos proclaman con fervor el d¨¦ficit cero.
Aunque sorprenda, este tipo de motivaciones acostumbran a ser un poderoso acicate para las pol¨ªticas de austeridad. Adem¨¢s, esas pol¨ªticas se alimentan tambi¨¦n del secreto deseo de algunos pol¨ªticos de formar parte del selecto club de los ministros de Hacienda con reputaci¨®n de ortodoxos y duros, capaces de imponer sacrificios e infligir dolor, al margen de su mayor o menor eficacia para promover el crecimiento.
Es cierto que en ¨²ltima instancia la pol¨ªtica de austeridad era inevitable. Pero el esp¨ªritu jacobino con el que se est¨¢ formulando no es el adecuado. La terapia de choque somete a la econom¨ªa a un peligroso s¨ªndrome de abstinencia de crecimiento. De hecho, el crecimiento ser¨¢ el "test" final de su acierto o fracaso. Por el bien de todos, deseo que acierten.
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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