Guerras del Liceo
Prosigue el formato grande en el Liceo. A La dama de picas, de Chaikovski, y El jugador, de Prok¨®fiev (a cargo de la OBC), se ha encadenado el R¨¦quiem de guerra, de Benjamin Britten, que se estren¨® el s¨¢bado y se repone ma?ana. Un aut¨¦ntico tour de force para la orquesta en este fin de temporada.
La monumental partitura de Britten exige, en efecto, un dispositivo sinf¨®nico al completo, m¨¢s coro mixto, coro de voces blancas y soprano, para la parte can¨®nica de la misa de difuntos, y luego una orquesta de c¨¢mara de una docena de instrumentistas para acompa?ar al bar¨ªtono y al tenor en los nueve poemas de Wilfred Owen (1893-1918) incrustados en la liturgia f¨²nebre. Toda la obra rezuma guerra, todas las guerras del siglo XX: la primera mundial, en cuyos ¨²ltimos d¨ªas de batalla perdi¨® la vida el soldado de infanter¨ªa Owen, poeta pacifista condenado a la lucha; la segunda, que provoc¨® en 1940 el bombardeo alem¨¢n sobre Coventry, cuya catedral result¨® arrasada y fue restaurada en 1962, que es cuando Britten, un objetor de conciencia que escap¨® por los pelos del frente, recibi¨® el encargo, y finalmente tambi¨¦n est¨¢ presente la tercera gran guerra europea, la llamada "fr¨ªa", pues para aquel solemne estreno de 1962 estaba previsto que cantaran un tenor ingl¨¦s (Peter Pears, el compa?ero de Britten), un bar¨ªtono alem¨¢n (Fischer-Dieskau) y una soprano rusa (Galina Vishnevskaya), simbolizando la reconciliaci¨®n, que es el gran anhelo que late en esta m¨²sica herida. Pues bien, Vishnevskaya, no obtuvo el visado de las autoridades sovi¨¦ticas y en su lugar triunf¨® Heather Harper...
R¨¦quiem de guerra.
De Benjamin Britten. A. Kampe,
I. Bostridge, P. Mattei. Escolan¨ªa de Montserrat. Orquesta Sinf¨®nica y Coro del Liceo. Direcci¨®n: Michael Boder. Liceo, Barcelona, 3 de julio.
Es, pues, una obra de planos superpuestos que alterna la farsa expresionista con momentos ora de intensidad dram¨¢tica cuasi verdiana, ora de conmovido lirismo en pos de la compasi¨®n, la virtud que da la dimensi¨®n moral a todo el entramado. Se comprende, pues, que sea una obra de director, que conciba y empaste el conjunto: estuvo francamente bien en este cometido Michael Boder, dio una lectura clara y tensa hasta el final (apabullante el Libera me). El titular de la orquesta lice¨ªsta es hombre de gesto sobrio, sin concesiones a la galer¨ªa, de una precisi¨®n extrema, habilidad que resulta especialmente apreciable en los tr¨¢nsitos del conjunto sinf¨®nico al continuum camer¨ªstico. Hay que conocer a fondo los vol¨²menes instrumentales para que el ensamblaje de las partes no muestre las costuras y Boder lo consigue con naturalidad, imprimiendo un respiro unitario a esta catedral hecha de materiales dispares.
Excelente reparto vocal: Ian Bostridge imprimi¨® una densidad por momentos sat¨¢nica a los poemas de Owen, bien correspondido por el aplomado bar¨ªtono Peter Mattei. Poderosa tambi¨¦n Anja Kampe, en un papel para soprano dram¨¢tica que se las trae. Coros (Liceo y Escolan¨ªa de Montserrat) a gran altura.
En cuanto a la orquesta del Liceo, le convienen este tipo de guerras: salir de la trinchera para ocupar el escenario principal de la batalla ha de resultar por fuerza estimulante. Son¨® compacto el metal, signo de que se va imponiendo la disciplina; a la cuerda tal vez le falta algo m¨¢s de personalidad, pero se est¨¢ trabajando en la buena direcci¨®n.
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