Peregrinaje hacia la libertad
Un sudafricano propone al Gobierno de su pa¨ªs una ruta en honor a Mandela
Es sudafricano pero no pagar¨ªa por estar ma?ana en el Soccer City de Johannesburgo. Si se le pregunta por el Mundial que acoge su pa¨ªs, no sonr¨ªe, s¨®lo comenta que la inversi¨®n en estadios de f¨²tbol debieron hacerla en viviendas para los pobres: "?Para qu¨¦ quieren esos estadios cuando acabe el campeonato?". Gordon Bell es blanco, nacido en Ciudad del Cabo de familia escocesa, pero le gustar¨ªa haber estado en el Soccer City en otra ocasi¨®n: aqu¨¦lla en la que Nelson Mandela pronunci¨® su primer discurso tras ser puesto en libertad, en 1990. En homenaje a Madiba, ha propuesto al Gobierno de Sud¨¢frica la oficializaci¨®n de una ruta de peregrinaci¨®n de m¨¢s de 1.000 km entre Ciudad del Cabo y Xunu, el pueblo de Mandela. "Quiero copiar all¨ª lo positivo del Camino de Santiago".
Organiza charlas por las ciudades del sur de ?frica para animar a hacer el Camino
Gordon ya tiene nombre para la senda: Long Way to Freedom [el largo camino a la libertad], el titulo de las memorias de Mandela. "Ser¨ªa bueno como espacio de convivencia entre razas y personas, y tambi¨¦n un impulso econ¨®mico", explica. Esas son, en su opini¨®n, las mejores aportaciones de la Ruta Jacobea.
Prejubilado de su puesto como director de producci¨®n de una empresa de miner¨ªa, a Gordon le lleg¨® el tiempo libre "para disfrutar de la vida". En el 2002, sus reci¨¦n estrenados ratos de ocio le permitieron leer un libro sobre el Camino de Santiago que le hizo plantarse en Roncesvalles. Devor¨® la ruta hasta su final en Fisterra, como hab¨ªa hecho con el libro. Repiti¨® en el 2004, en un viaje de s¨®lo tres semanas que le acot¨® la caminata al trayecto desde Le¨®n.
"Hacer el Camino fue como renacer", afirma. A su vuelta a Sud¨¢frica, escribi¨® un libro: Have you ever done the Camino? [?Has hecho alguna vez el Camino?]. Lo dedic¨®, por supuesto, a su admirado Nelson Mandela, al que envi¨® un ejemplar. Para potenciar la peregrinaci¨®n a Santiago, Gordon tambi¨¦n organiz¨® la Confraternity of Saint James, desde la que se organizan charlas por las ciudades del sur de ?frica para animar a m¨¢s gente a recorrer la Ruta.
En el 2005, Gordon se plant¨® nuevamente en Galicia, pero esta vez para comprar una casa. "Quer¨ªa restaurar una vivienda para convertirla en albergue". La encontr¨® en la aldea de Vilach¨¢ (Paradela). La Casa da Mazaira, como la llamaban en el lugar, llevaba dos d¨¦cadas deshabitada. Ahora luce restaurada al pie del Camino, cerca de Portomar¨ªn, y en su patio se despliegan banderas de todos los pa¨ªses que han ido dejando los invitados de Gordon. Todav¨ªa no es albergue, porque le faltan los permisos. "Aqu¨ª la burocracia va despacio", se lamenta el sudafricano. Cuando tenga en regla todos los papeles, el establecimiento ser¨¢ conocido como Casa de las Banderas.
Gordon se ha integrado plenamente y se considera un gallego m¨¢s: "Por el paisaje verde, Galicia se parece al estado de Western Cape". Para matar la nostalgia del mar, tiene un barco en el embalse de Portomar¨ªn. Se lleva muy bien con sus parroquianos: "Cuando hace falta, colaboramos unos con otros". Y adem¨¢s, ahora duerme como un tronco: "Con tanta criminalidad, mi casa de Ciudad del Cabo es como una prisi¨®n, con barrotes, verjas y alambre de espino electrificado; aqu¨ª, si escucho ruidos de noche, pienso que ser¨¢ la vaca del vecino". S¨®lo tiene pendiente la adaptaci¨®n clim¨¢tica: "No soporto el fr¨ªo en invierno". As¨ª que Gordon hace lo que las golondrinas: echa el cierre y emigra al verano sudafricano.
El a?o pasado, el amor le lleg¨® tambi¨¦n peregrinando. "Maggie es de Nueva Zelanda, as¨ª que fui corriendo a Fisterra a recogerla, antes de que regresase". Ella tambi¨¦n se decidi¨® a hacer el Camino tras leer un libro, El Peregrino de Compostela, de Paulo Coelho. Juntos, han recorrido ya el Camino Ingl¨¦s, y ahora planean echar a andar como matrimonio: "Tengo que ir a pedir su mano a Nueva Zelanda, como manda la tradici¨®n, y nos casaremos en las ant¨ªpodas". Ella tambi¨¦n se ha adaptado: "Es una persona muy espiritual, y este a?o se llev¨® una gran alegr¨ªa cuando le permitieron llevar a la Virgen en la procesi¨®n de Portomar¨ªn".
Gordon asegura que cuando pueda abrir el albergue y atenderlo con Maggie a su lado ser¨¢ feliz. Al ver a tanto caminante, le da l¨¢stima no poder tener su establecimiento disponible, dada la escasez de plazas. "Con la masificaci¨®n del A?o Santo, hay much¨ªsimos caminantes". Gordon les llama "turigrinos", porque son m¨¢s turistas que peregrinos al estilo tradicional.
La conversaci¨®n vuelve al Mundial. Pero Gordon no es futbolero, le gustan m¨¢s el rugby y el cricket. "El futbolero es mi hijo, le encantar¨ªa jugar en el D¨¦por". El chico, Andile, es negro. Gordon lo adopt¨® cuando su madre, empleada suya, muri¨®. "?ramos muchos m¨¢s blancos de los que parece a los que no nos gustaba el apartheid". Con o sin senda, muchos sudafricanos, como Gordon, han recorrido un largo camino hacia la libertad.
![El sudafricano Gordon Bell (a la izquierda) y su hijo Andile, en su casa de Vilach¨¢ (Paradela).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EVI6QKMBLR6WPVGJATYZW44BMY.jpg?auth=03910642c66fe6d65a77fe2ad96d8eded76bceead2dbe8ac8f0f959e8d09896c&width=414)
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