Los Patrulleros
Entre los Cincuenta caracteres que traz¨® Elias Canetti en su librito de ese t¨ªtulo, de 1974 y tambi¨¦n conocido como El testigo oidor, hay uno "El Recelafamas", del que no me resisto a transcribir unos p¨¢rrafos: "Desde que naci¨®, el Recelafamas sabe que nadie es mejor que ¨¦l ? Hojea diariamente el peri¨®dico en busca de nombres nuevos, ?qu¨¦ hace este metido ah¨ª!, exclama indignado, ?si ayer ni figuraba! ?Qu¨¦ justicia puede haber si de buenas a primeras viene uno y se desliza en el peri¨®dico? ? Desde el instante mismo del descubrimiento sigue paso a paso los movimientos de esa escoria ? ?C¨®mo se explica que jam¨¢s lo hubiera o¨ªdo nombrar? Antes ya exist¨ªa el tiempo, y ¨¦l, ?d¨®nde estaba? Si es viejo, le han sido necesarios muchos a?os, si es joven, a¨²n habr¨¢ que lavarle los pa?ales ?"
A estos polic¨ªas vocacionales les gustar¨ªa poder desterrar cuanto les desagrada o irrita"
Desde hace ya tiempo hay en nuestras sociedades otro personaje con cada vez m¨¢s cabezas, y que tambi¨¦n rastrea los diarios minuciosamente: es el Patrullero, es decir, el lector que, lo mismo que los coches de polic¨ªa van ojo avizor por las calles a la b¨²squeda de delitos e infracciones, patrulla incansablemente los peri¨®dicos -o, si le sobran horas y energ¨ªas, las radios y las televisiones- al acecho de opiniones reprobables, deslices imperdonables, comentarios pol¨ªticamente incorrectos, frases sospechosas y posiciones discriminatorias o subversivas. Los Patrulleros viven en permanente estado de alerta, y van provistos de unas antenas que, con el tiempo, suelen hipertrofi¨¢rseles. Son unas antenas tan inmensas que no pueden por menos de detectar faltas y ofensas sin cesar, incluso donde no las hay. Eso les importa poco, porque su misi¨®n es no dejar pasar una, y m¨¢s vale prevenir y anticiparse, no vaya a ser que algo que los dem¨¢s lectores distra¨ªdos juzguen inocuo contenga el germen de una postura inadmisible, atentatoria contra la dignidad de alguna persona, o, a¨²n peor, de un colectivo o instituci¨®n. Los Patrulleros manejan unos cuantos clich¨¦s y los enarbolan cuando toca y cuando no, por si acaso. Hay una serie de graves pecados que no se pueden consentir, y, como vigilan sin pausa que no se cuele ninguno en las p¨¢ginas del diario de su predilecci¨®n sin denunciarlo y hacer constar su inmediata repulsa y su censura, acaban por verlos por doquier: es mejor pasarse por exceso que por defecto, lo m¨¢s peligroso ser¨ªa que alguno quedara impune y sin anatema.
Esos clich¨¦s, claro est¨¢, var¨ªan un poco seg¨²n el diario que cada Patrullero lea, tambi¨¦n seg¨²n sus propias creencias y convicciones. Pero hay unos cuantos que se reiteran. Un columnista critica la actuaci¨®n de la Conferencia Episcopal o del Vaticano en un asunto, y el Patrullero lo se?ala con el ¨ªndice y grita: "?Odio a la religi¨®n cat¨®lica!" Pero si el articulista manifiesta su desprecio por Al Qaeda y por el islamismo radical, habr¨¢ otro Patrullero que lo apuntar¨¢ igualmente y exclamar¨¢: "?Incomprensi¨®n del Otro! ?Intolerancia!" Si alguien insiste, por en¨¦sima vez, en que la lengua espa?ola, como las dem¨¢s neolatinas, no "hace invisibles a las mujeres" por decir "los ni?os" y no "los ni?os y las ni?as" cada vez, el Patrullero bramar¨¢: "?Machismo, sexismo y discriminaci¨®n!" Si uno dice que prefiere que los equipos de f¨²tbol tengan unos pocos jugadores de la ciudad que representan, o por lo menos de su pa¨ªs, y que no todos sean extranjeros comprados y tra¨ªdos ex profeso, el Patrullero alzar¨¢ su dedo como un resorte y chillar¨¢: "?Nacionalismo, xenofobia, racismo!" Si se opone a que se proh¨ªban demasiadas cosas, en particular la bebida, el tabaco y las corridas de toros -para que cada cual sea libre de darse a ellas o no-, el griter¨ªo se oir¨¢ en Sebastopol: "?Atentado contra la salud! ?Incitaci¨®n al vicio! ?Mal ejemplo a los j¨®venes! ?Crueldad con los animales! ?Falta de escr¨²pulos, insensibilidad!" Si se opina que, siendo lamentable el aborto, no se debe encarcelar a las mujeres que se sometan a ¨¦l, las acusaciones de los Patrulleros subir¨¢n de tono: "?Apolog¨ªa del asesinato! ?Holocausto de ni?os! ?Anatema y excomuni¨®n!" Y si se hacen reproches al Gobierno de Israel, se escuchar¨¢ este clamor: "?Antisemitismo! ?Nazismo! ?Himmler redivivo!"
A estos polic¨ªas vocacionales les gustar¨ªa poder desterrar cuanto les desagrada o irrita, incluidas las opiniones. Como eso est¨¢ poco en su mano, reprueban a voces y con exageraci¨®n. Por esa hipertrofia de sus antenas, a veces se deslizan hacia la paranoia, y entonces s¨®lo leen lo que creen o quieren entender. Si no vieran pecados por todas partes, ?qu¨¦ sentido tendr¨ªa su funci¨®n? Cuantos m¨¢s detecten, m¨¢s orgullosos se sentir¨¢n. Tienen, por tanto, necesidad de encontrarlos, as¨ª que si un d¨ªa no los hay en el diario, se los inventan y los se?alan. Est¨¢n tan satisfechos de ese ¨ªndice acusador como lo estaban del suyo los miembros de la Inquisici¨®n que andaban al acecho de herej¨ªas, desviaciones, idolatr¨ªas y apostas¨ªas. Ellos, los Patrulleros, no creen tener nada que ver con el Santo Oficio, pero los anima un esp¨ªritu muy parecido, que en modo alguno es tolerante ni democr¨¢tico ni liberal (en el buen y antiguo sentido de esta palabra). No admiten la discrepancia respecto a lo que ellos consideran verdadero y justo. "Lo que es justo es justo", piensan; "yo lo tengo bien claro y nadie lo debe contradecir". Por eso rastrean las p¨¢ginas de los diarios y patrullan con severidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.