La anomal¨ªa alavesa (II)
Los errores se pagan. Tras una sentencia que se pudo evitar si el Sr. Prieto hubiera aceptado el acuerdo con el PP que hab¨ªa logrado el Sr. Rojo, ¨¦ste seguir¨ªa siendo presidente de Caja Vital. Ahora se ha abierto el proceso de su sustituci¨®n, con las inevitables secuelas que siempre se producen cuando por medio est¨¢ la pol¨ªtica de partido. A m¨ª, como impositor de Caja Vital, depositaria de la mayor parte de mis ahorros, no me preocupa en absoluto qui¨¦n vaya a ser designado presidente digitalmente. La Caja es una entidad solvente y magn¨ªficamente gestionada, desde su director general hasta el ¨²ltimo de sus empleados, y mientras los pol¨ªticos no enreden a ese nivel, la profesionalidad est¨¢ garantizada y mis ahorros seguros.
"Es un cachondeo muy serio", como dijo Camba, lo que sucede en Caja Vital
Dicho esto, lo que est¨¢ sucediendo con la Caja me parece, en expresi¨®n de Julio Camba, "un cachondeo muy serio", y un nuevo ejemplo de la an¨®mala situaci¨®n pol¨ªtica en ?lava. Cuando es un clamor la necesidad de despolitizar las Cajas; cuando el estado de nuestra econom¨ªa requiere la mayor preparaci¨®n financiera y empresarial de sus administradores; cuando es una necesidad perentoria reformar el estatuto legal de las Cajas, entre otras razones para evitar que las mismas, que son de todos, acaben manejadas por unos pocos; y cuando, por si fuera poco, nuestra Caja tendr¨¢ que afrontar procesos de transformaci¨®n, cuya complejidad t¨¦cnica e institucional es relevante, resulta que se hace lo contrario de lo que la l¨®gica aconseja.
La ministra Salgado, con muy buen criterio, propone que en la nueva Ley de Cajas los cargos electos no puedan estar en los ¨®rganos de las entidades. Pues bien, en ?lava, el PSE decide que el Sr. Lazcoz sea Consejero, dando lugar a un conflicto de intereses. Por ejemplo, si el alcalde, que ya ha recurrido a la deuda y lo va a tener que seguir haciendo de manera brutal para financiar los proyectos que se empe?a en sacar adelante, solicita cr¨¦ditos de la Caja, ?qu¨¦ garant¨ªas tenemos los impositores de que no va a ser juez y parte, y de que su solicitud se va a decidir en el Consejo en funci¨®n de criterios econ¨®micos y no pol¨ªticos?. Si hoy todos coinciden en que es necesario sacar la pol¨ªtica de las Cajas, ?qu¨¦ justificaci¨®n tiene la presencia del Sr. Gerenabarrena y de tantos otros consejeros con cargos p¨²blicos o de partido, entre cuyas relevantes cualidades y saberes no est¨¢n la preparaci¨®n y la experiencia en materia econ¨®mico-financiera?. ?Es de recibo que sean tres hombres de aparato del PSE alav¨¦s los que nominen al presidente de Caja Vital, y que el resto de consejeros y la Asamblea consientan sumisos, s¨®lo porque existe un pacto pol¨ªtico en el que la Caja es s¨®lo un elemento m¨¢s de trueque?.
Una vez m¨¢s la peculiar pol¨ªtica del socialismo en ?lava contradice las l¨ªneas b¨¢sicas del cambio en Euskadi que sigue el socialismo vasco. El lehendakari L¨®pez dio y sigue dando ejemplo cuando, deseando un Gobierno de los mejores, nombr¨® consejeros y altos cargos independientes, sobre todo en ¨¢reas como la econ¨®mica. En ?lava, por el contrario, se buscan "hombres de confianza" del secretario provincial o del burukide de turno, en vez de tratar de incorporar a empresarios y profesionales destacados. Comparen, sin salir de Euskadi, la composici¨®n de los ¨®rganos de las tres cajas vascas desde la ineludible perspectiva del prestigio profesional y de la capacidad en materia financiera y de gesti¨®n de sus componentes, y el resultado es desolador para ?lava. Y ello no se debe a que en ?lava no existan personas que ser¨ªan excelentes en la presidencia y en el consejo de Caja Vital. El motivo es otro: los aparatos de los partidos tienen un miedo cerval a perder el control de cualquier resorte de poder, y desconf¨ªan de las personas con criterio propio, y s¨®lo las utilizan de manera puntual si ello les ayuda a mantener su dominio. Y claro est¨¢, en estas condiciones no es extra?o, sino una consecuencia fatal, que los mejores alaveses y alavesas, los que han triunfado en su profesi¨®n, los que podr¨ªan servir a las Instituciones en vez de servirse de ellas porque no lo necesitan, huyan de una pol¨ªtica que en el mejor de los casos les aburre, y en el m¨¢s extremo desprecian. Al final, en la baraja institucional alavesa, las ¨²nicas y repetidas cartas son la sota, el caballo y el rey.
Vuelvo al principio. Todo este cachondeo no afecta en absoluto a la solidez, la solvencia y el prestigio de la Caja. Faltar¨ªa m¨¢s. Pero s¨ª pone en cuesti¨®n un modo de concebir y de hacer pol¨ªtica, y revela la incapacidad de los partidos para cumplir su funci¨®n de promover y canalizar la mayor participaci¨®n e implicaci¨®n de los ciudadanos en los asuntos p¨²blicos. Explica por qu¨¦ es tan pobre el debate y la reflexi¨®n en unos partidos secuestrados por una reducida nomenclatura, incapaz de soportar la discrepancia, ante la indiferencia de los ciudadanos, e incluso de una militancia propia exigua y en ning¨²n caso proporcional al poder del que se han apoderado. Ahora bien, tampoco debemos los alaveses eludir nuestras propias responsabilidades, porque si tenemos hoy una vida pol¨ªtica tan mediocre, seguramente se debe a nuestra dimisi¨®n a la hora de ejercer nuestros derechos como ciudadanos. Entre ellos est¨¢ exigir, al menos, que tanta turbulencia no afecte a la gesti¨®n de los hombres y mujeres de la Caja, aut¨¦nticos art¨ªfices de su buena situaci¨®n, por encima y al margen de los interinos que se han ido sucediendo en sus ¨®rganos.
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