Darwin se qued¨® corto
Cuando Charles Darwin escribi¨® el Origen de las especies se qued¨® corto. Siglo y medio despu¨¦s de su publicaci¨®n, los seres humanos de todo el planeta le preguntan a un pulpo, s¨ª a un pulpo, qui¨¦n va a ganar un partido de f¨²tbol. ?Y acierta! Ni el mism¨ªsimo Darwin pod¨ªa imaginar que la evoluci¨®n animal, o la involuci¨®n humana, llegara a tanto.
El Mundial de Sud¨¢frica no solo ha hecho famoso al pulpo adivino. Tambi¨¦n ha convertido en inmortales a una generaci¨®n de futbolistas, que representan una forma de entender este deporte que ha encandilado a todo el planeta. Dirigidos por Vicente Del Bosque, la selecci¨®n espa?ola ha dado una lecci¨®n de f¨²tbol colectivo, de solidaridad defensiva, de compa?erismo y de superaci¨®n, dignos de merecer este trofeo. Habr¨ªa que buscar en la historia de los Mundiales cu¨¢ntos equipos comenzaron perdiendo su primer partido y luego consiguieron el t¨ªtulo. Espa?a era la primera vez en su historia que aparec¨ªa en una final mundial, superando sus antiguos traumas, y desde el oficio de Capdevila y Puyol, hasta el desparpajo de los reci¨¦n llegados Pedro y Navas, todos han contribuido a crear algo por lo que realmente ha merecido la pena esperar tanto tiempo.
Las finales son partidos que dan sentido a toda la vida de un futbolista. Es obligatorio aparecer, mostrarse, incluso fallar, porque es mucho mejor equivocarse en una final, que pasar desapercibido. As¨ª lo entendieron los espa?oles, que salieron a imponerse desde el primer minuto. Las ocasiones de Sergio Ramos y Villa, sumadas al control del juego inicial, presagiaban una noche de dominio.
Pero entonces aparecieron las segadoras holandesas con Van Bommel como maestro de ceremonias, y empezaron a sacudir a todo lo que se mov¨ªa. El partido se paraba una y otra vez, v¨ªctima de los encontronazos con que unos y otros, especialmente los de naranja. El ¨¢rbitro, el ingl¨¦s Webb, le dio la raz¨®n a su mujer, que la v¨ªspera hab¨ªa declarado que no entend¨ªa c¨®mo su marido pod¨ªa controlar a los jugadores en el campo si en casa no pod¨ªa hacerlo con sus hijos, y perdon¨® la tarjeta roja a De Jong despu¨¦s de una patada de k¨¢rate sobre Xabi Alonso.
Los dos conjuntos presionaban muy arriba la salida del bal¨®n y dificultaban la combinaci¨®n del contrario. Nadie quer¨ªa ceder la iniciativa y el encuentro, trompicado y sin due?o, se desarrollaba lejos del escenario preferido por Espa?a. As¨ª, Holanda sac¨® beneficio de tanta interrupci¨®n, y las opciones empezaron a dividirse.
El segundo tiempo igual¨® todav¨ªa m¨¢s el partido que se convirti¨® en una monta?a rusa. Robben dispuso de un mano a mano con Casillas y se arrepentir¨¢ toda su vida por no haber intentado regatear a su ex compa?ero cuando ten¨ªa todo a su favor.
Villa y Ramos tambi¨¦n tendr¨¢n pesadillas en el futuro por fallar dos ocasiones clar¨ªsimas. Espa?a intentaba llevar el bal¨®n tocando hasta el ¨¢rea holandesa pero los contraataques naranjas eran cada vez m¨¢s peligrosos. La pr¨®rroga inclin¨® la balanza definitivamente y de forma apabullante a favor de los de Del Bosque. Cesc, Iniesta y Navas desaprovecharon sus opciones, pero el t¨ªtulo estaba a un paso. Un ¨²ltimo pase definitivo, una definici¨®n contundente, solo eso separaba a Espa?a de la gloria. La ¨¦pica y el destino fue generoso con uno de los futbolistas m¨¢s queridos y m¨¢s reconocidos en el mundo del f¨²tbol, y con el mejor jugador de la final: Andr¨¦s Iniesta.
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