El nuevo orden mundial
Tres selecciones europeas copan el podio, algo in¨¦dito fuera del continente
Entre los cascotes de las viejas potencias, Espa?a y Holanda han impuesto su culto al bal¨®n como el camino para establecer el nuevo orden mundial. Tampoco puede hablarse de sorpresa. Las dos finalistas ven¨ªan de una clasificaci¨®n impecable y, en el caso de Espa?a, de una Eurocopa dominada de principio a fin dos a?os atr¨¢s. Estas dos selecciones, despu¨¦s de d¨¦cadas de decepciones, aprendieron a competir. Con muchos matices que las distinguen, Espa?a, Holanda y Alemania abordaron el Mundial de manera proactiva, jugaron esencialmente al ataque y obtuvieron los mejores premios. A pesar de la pujanza inicial de Sudam¨¦rica, Europa ha sido la gran vencedora de Sud¨¢frica, ocupando los tres primeros puestos del podio, algo in¨¦dito en un torneo celebrado fuera del viejo continente. Las tres primeras clasificadas comparten, adem¨¢s, una caracter¨ªstica fundamental: el cuidado esmerado de la cantera. Y Europa ya supera a Sudam¨¦rica en t¨ªtulos mundiales: 10 a 9.
Los sudamericanos, aun sin recompensa final, tambi¨¦n fueron protagonistas
Sud¨¢frica castig¨® duramente a las selecciones m¨¢s mezquinas con el juego. Brasil, especialmente. La pentacampeona sigue empe?ada en reproducir el modelo ganador del 94 y 2002, pero sin el talento de Romario, Bebeto, Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho. El dunguismo se estrell¨® contra s¨ª mismo, en una actuaci¨®n calamitosa frente a Holanda de Felipe Melo, s¨ªmbolo de un entrenador empe?ado en acotar la fantas¨ªa de un pa¨ªs tan desbordante en ella. Siguiendo este ejemplo, Carlos Queiroz ahog¨® a Portugal en la misma charca: apelotonada en torno a su portero Eduardo, dejando a Cristiano Ronaldo solo y desesperado.
Inglaterra se traicion¨® a s¨ª misma. Se italianiz¨® en el peor momento, cuando ni el propio seleccionador, Fabio Capello, ba?ado en un sueldo de ocho millones de libras anuales, supo gestionar la presi¨®n sobre una selecci¨®n siempre favorita, aunque desde el 66 no tenga motivos para ello. Tan valorados en la glamourosa Premier, sus jugadores han quedado muy desprestigiados.
Italia fue el canto del cisne de Marcello Lippi, que gestion¨® el equipo con menos recursos de la historia de la Nazionale. En parte porque prescindi¨®, al igual que Dunga, de algunos esp¨ªritus libres como Cassano o Balotelli que chirriaban en una mentalidad cuadriculada. Nada que ver con el proceso de antropofagia que sufri¨® Francia, incapaz de soportar ni un segundo m¨¢s a su entrenador, Raymond Domenech, verdugo de la esencia francesa de ¨¦pocas tan distintas como las que marcaron Tigana, Girese y Platini o la m¨¢s reciente de Zidane, Pir¨¨s y Djorkaeff.
Entre sus pares, solo ha salido reforzada Alemania, reinvent¨¢ndose a s¨ª misma, olvid¨¢ndose de los viejos valores de su f¨²tbol mecanizado para abrazar la fe de la supremac¨ªa de la pelota. La selecci¨®n de Joachim L?w fue una loa al juego mestizo de futbolistas procedentes de diferentes partes del mundo, pero formados ya en las emergentes canteras alemanas. Agradecido, el presidente de Alemania, Christian Wulff, anunci¨® ayer que le conceder¨¢ a L?w la Orden del M¨¦rito.
Aunque sin recompensa final, los sudamericanos fueron muy protagonistas. El seleccionador de Uruguay, ?scar Tab¨¢rez, dej¨® reflexiones para pensar. "Aunque gan¨¢semos la Copa", explic¨® antes de la semifinal ante Holanda, "no cambiar¨ªa nuestra posici¨®n en el orden mundial. La distancia entre el primer mundo futbol¨ªstico y el tercero es cada vez m¨¢s grande debido a las migraciones de jugadores a edades cada vez m¨¢s tempranas". Tras este ba?o de realidad, Uruguay lleg¨® donde nadie cre¨ªa que pod¨ªa, una cuarta posici¨®n que hizo feliz a este min¨²sculo pa¨ªs de tres millones y medio de habitantes.
Chile tambi¨¦n sali¨® bien parada. A Marcelo Bielsa le sobr¨® ambici¨®n al formar uno de los equipos m¨¢s atractivos del torneo, pero le faltaron jugadores en los momentos decisivos: hab¨ªa perdido a sus dos centrales en el cruce de cuartos frente a Brasil.
La decepci¨®n sudamericana vino de Argentina, que se olvid¨® de los centrocampistas el d¨ªa en que Alemania le dio una lecci¨®n en la medular. Desde el 86, Argentina parece haberlo probado todo, con t¨¦cnicos tan alejados como Bielsa y Maradona, sin haber avanzado nada. El presidente de la Federaci¨®n, Julio Grondona, no quiere que siga Maradona, pero no se atreve a proclamarlo: pese a la derrota, Diego sigue siendo una religi¨®n en su pa¨ªs.
En su casa, el fracaso de ?frica es m¨¢s ruidoso. De tanto mirarse en el espejo europeo, el f¨²tbol africano ha perdido sus se?as de identidad. Y, salvo Ghana, la mejor cantera, ?frica se ha convertido en una congregaci¨®n de musculosos detr¨¢s del bal¨®n. Puesto que los ganadores siempre marcan el camino, Espa?a, Holanda y Alemania ense?aron al mundo un sello diferente y mucho m¨¢s atractivo. El del nuevo orden mundial.
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