Con deseo de permanencia
Ya ven, finalmente se confirm¨® que no hab¨ªa nada en el ADN de los jugadores espa?oles ni nada escrito en la Constituci¨®n actual, ni en las anteriores, que impidiera al f¨²tbol espa?ol proclamase campe¨®n del mundo. S¨¦ que han sido tantos a?os en la persecuci¨®n de este m¨¢gico logro que muchos nos hab¨ªamos preguntado si alguna ley divina nos hab¨ªa excluido del reino de los cielos futbol¨ªsticos. Hace muchos a?os, cuando viaj¨¢bamos de Boston a Nueva York tras caer eliminados en cuartos de final por Italia, la ¨²nica alegr¨ªa en aquel avi¨®n era la de los seguidores de Pink Floyd, ya que nos hab¨ªan contado que el avi¨®n que nos llevaba era el que el grupo utilizaba en sus giras. En una de las filas traseras de aquel vuelo repasaba lo que nos hab¨ªa sucedido en el Foxboro Stadium de Boston, con la ayuda de Miguel Guti¨¦rrez, fisioterapeuta de la selecci¨®n y a quien habr¨¢n visto tambi¨¦n en este Mundial atendiendo a los jugadores que ca¨ªan lesionados en el terreno de juego. Conozco a Miguel desde que compart¨ªamos el fr¨ªo vestuario de Mendizorroza donde yo comenzaba mis primeros pasos futbol¨ªsticos y ¨¦l nos ayudaba con sus conocimientos, cedido por el Athletic. Resumiendo la conversaci¨®n, les dir¨¦ que simplemente nos pregunt¨¢bamos, una y otra vez, en diversos formatos y estilos, algo tan sencillo como: ?Por qu¨¦ nos pasa esto?
Este logro me hizo pensar en los que trabajan la cantera, en los que se quedan hasta muy tarde para pulir ese detalle
Bueno, ya tenemos una duda existencial menos y podemos dedicarnos a otros temas esot¨¦ricos como las propiedades cabal¨ªsticas de los cefal¨®podos. Tal vez, vayamos a cambiar simplemente de pregunta y dentro de otros muchos a?os nos preguntemos por qu¨¦ no hemos sido capaces de repetir este m¨¢gico logro, por qu¨¦ nos hemos quedado en una sola estrella en la roja camiseta, pero esa ser¨¢ cuesti¨®n para otras generaciones. Nosotros podremos decir que vimos a Espa?a vencer en un Mundial y que sentimos en nuestras manos el roce imaginario de esa dorada Copa del Mundo con la que nuestros jugadores se paseaban, primero con gesto delicado y cuidadoso, luego con una familiaridad absoluta, como la de alguien a quien se le espera en casa desde hace muchos a?os, alguien a quien le pon¨ªamos un plato todas las Navidades y brind¨¢bamos cada Nochevieja que anteced¨ªa al a?o del Mundial, con un "De esta vez no pasa, el a?o que viene campeones del mundo".
Y pensaba en todo ello, mientras ve¨ªa de reojo a nuestros jugadores ganarse su pase a la final contra Alemania mientras manten¨ªa, al mismo tiempo, una reuni¨®n de trabajo en esta nueva aventura en la que me he embarcado y que me devuelve a la gesti¨®n dentro del f¨²tbol. Mientras repas¨¢bamos los temas principales, ve¨ªa a los jugadores alemanes intentar pillar a ese Jabulani que hu¨ªa de sus dominios, no por las dificultades en su control sino porque Espa?a la mov¨ªa de forma continua y r¨ªtmica, con toda la m¨²sica que el bal¨®n lleva dentro. Y pensaba en lo curiosa que era la vida que me hac¨ªa permanecer encerrado en un despacho de Barcelona mientras que la selecci¨®n persegu¨ªa ese Grial prohibido que era la final de un Mundial. Vi¨¦ndolos all¨ª, desde el rabillo del ojo, seguros, dominantes, confiados en su juego, en su estilo, en todo aquello que les hac¨ªa sentir que el logro era posible, pensaba en todos aquellos que han hecho posible este logro maravilloso, en los que trabajan en el f¨²tbol-base, en los que se quedan hasta muy tarde para pulir ese peque?o detalle, en todos los que desde la sombra familiar ayudan a sus hijos en esa carrera hermosa y dif¨ªcil que es el f¨²tbol, pensaba en todos aquellos que aquel mismo d¨ªa estaban poniendo los cimientos que permitiesen que este ¨¦xito inmenso no sea flor de un d¨ªa, que no sea el logro de una generaci¨®n m¨¢gica sino sea el punto de partida para mantener ah¨ª arriba el list¨®n competitivo, manteniendo una Liga local fuerte, manteniendo la convicci¨®n de que el jugador local, espa?ol, es excelente, bien formado en lo f¨ªsico, lo t¨¢ctico y en la capacidad competitiva, lo que es extensible a sus t¨¦cnicos, m¨¦dicos, preparadores y todo el colectivo que forma un equipo profesional.
Dicen los escaladores que el ¨¦xito de hacer cumbre es el de volver sano y salvo al campamento-base. Este logro les permite, primero, obvio, disfrutar del logro obtenido con sus compa?eros de expedici¨®n, con todos aquellos que se quedaron en casa, con todos lo que ayudaron desde la sombra. Segundo, permite afrontar nuevos retos, nuevas cumbres desde la experiencia adquirida, desde el profundo conocimiento de uno mismo que da la alta competici¨®n, de nuestras virtudes y nuestros defectos, desde el descubrimiento de fortalezas desconocidas.
Y en una experiencia parecida andan nuestros chicos compartiendo felicidad y sonrisas, intentando expresar eso tan dif¨ªcil de contar como es la alegr¨ªa absoluta, aquella que nos deja una sonrisa permanente en un rostro agotado por el tremendo esfuerzo de la competici¨®n. Y en ello han caminado y caminar¨¢n en esta semana de gloria siendo felices sin acertar a calibrar la magnitud del logro, solo mesurable con la distancia y el tiempo.
Y en un camino similar deber¨¢n de transitar nuestros campeones cuando vuelvan a calzarse sus botas, cuando vuelvan a ponerse sus guantes. Les veremos como Campeones del Mundo, les abrazaremos como hubi¨¦ramos abrazado a los Reyes Magos si les hubi¨¦ramos podido agradecer el regalo deseado, pero como a los Magos de Oriente, al a?o pr¨®ximo, les volver¨ªamos a pedir el Scalextric nuevo, el ¨²ltimo modelo, el de cuatro pistas. Y a nuestros Reyes del bal¨®n, a aquellos que nos han tra¨ªdo el regalo que siempre pensamos que nunca nos tocar¨ªa, a aquellos que nos han hecho llorar de alegr¨ªa con unas l¨¢grimas que llegamos a pensar que se nos iban a quedar, para siempre, dentro de nosotros, a ellos tambi¨¦n les pediremos que hagan realidad nuevos sue?os, que nos lleven a nuevas cumbres, a esas de las que est¨¢ lleno el firmamento del f¨²tbol, a esas que renuevan las emociones, a esas que ellos nos han ense?ado que son alcanzables, tangibles, tocables.
Se han ganado un merecido descanso, el que les permitir¨¢ volver con el zurr¨®n cargado de nuevas haza?as por conquistar. Y all¨ª estaremos, soplando para que las logren y preparados para quererles, el d¨ªa en que la moneda salga cruz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.