Humor y dolor en las vidas peque?as
Comencemos por las obviedades. Primera: la cr¨ªtica inglesa ha calificado a Barbara Pym como la Jane Austen del siglo XX. Segunda: sus novelas se inscriben en el g¨¦nero llamado "alta comedia". Es cierto, pero no es toda la verdad. Barbara Pym (1913-1980), contempor¨¢nea de Muriel Spark, Jean Rhys o Iris Murdoch, es una de las escritoras m¨¢s inteligentes que ha dado la narrativa inglesa contempor¨¢nea. Su mundo se ci?e a la clase media inglesa (en todos sus grados), bien urbana, bien de las afueras e incluso del mundo rural cercano a Londres. Est¨¢ poblado de cl¨¦rigos, oficinistas, funcionarios, intelectuales de segunda y alg¨²n pol¨ªtico, esposas, solteronas caseras o que trabajan... en fin, un mundo poblado de seres normales y corrientes cuyas vidas no destacar¨¢n nunca por su singularidad sino por su convencionalidad; no por su temeridad sino por sus miramientos; no por sus haza?as sino por sus satisfacciones vecinales.
Los hombres de Wilmet / Jane y Prudence
Barbara Pym
Traducci¨®n de Ana Mata Buil
Lumen. Barcelona, 2010 y 2009
352 y 334 p¨¢ginas. 21,90 euros cada uno
Es cierto que se la puede comparar con Jane Austen en la medida en que ambas han escrito admirables cuadros de costumbres. La diferencia la marca el tiempo; mientras Jane Austen retrataba a la gentry, encumbrada gracias a la reforma agraria, Inglaterra se dirig¨ªa a convertirse en un Imperio moderno que llegar¨ªa a su apogeo de la mano de la reina Victoria y la Revoluci¨®n Industrial, una revoluci¨®n que iba a acabar con el mundo de Austen. Barbara Pym, en cambio, se encuentra con un Imperio en liquidaci¨®n que ha decidido empezar a apretarse el cintur¨®n y a contentarse con el recuerdo de lo que fue. De este modo, lo que en una es el retrato de una clase y un orden social que se eleva hasta una categor¨ªa moral e hist¨®rica, en la otra hay una aguda exposici¨®n de las formas que mantiene la clase media de un pa¨ªs que deglute pragm¨¢ticamente su inevitable decadencia.
El segundo aspecto que las une es el sentido del humor. M¨¢s c¨¢ndido -aunque dirigido por una mirada de admirable perspicacia- y m¨¢s intenso en la literatura de Austen. M¨¢s p¨¦rfido e implacable en la de Pym. En las novelas de Pym todo son modales y buenas costumbres, pero cuando ella va levantando las faldas de esos modales, lo que hay debajo es una mezcla de vaciedad, superficialidad y frustraci¨®n bajo la apariencia de una tela grata a la vista que el lector, al cabo de un rato de acariciarla, siente que le ha llenado sus manos de cortaduras. Habr¨ªa que decir que el humor de Pym es encantadoramente ¨¢cido, que circula por sus novelas con la sencillez de una limpia corriente de agua que no contiene una gota de ternura ni de piedad.
Las mujeres protagonistas de Pym son como las de estas dos novelas. Wilmet, una mujer casada con un funcionario, y su amiga Rowena, casada con otro del mismo palo, se conocieron y conocieron a sus maridos mientras serv¨ªan como voluntarias del cuerpo femenino de la Marina, en Italia. Aquella fue la ¨²nica aventura de su vida. Ambas son a¨²n j¨®venes y atractivas, y Wilmet, sin hijos, de vida convencional y aburrida, se encuentra volcada en la ayuda a la iglesia de su parroquia; pero de pronto dos hombres se interesan por ella de manera evidente aunque indecisa y fantasea con eso, mas sin desprenderse de su dignidad de se?ora. El personaje es una joya en la medida en que extrae de un ser tan insustancial una calidad de matices (una figura muy sugerente dentro de una preciosa acuarela social) que solo un verdadero escritor es capaz de conseguir. Citar¨¦ solo un pensamiento de Wilmet en un restaurante con uno de los hombres que se le insin¨²an: "Cuando nos sirvieron el filete, lo mir¨¦ de reojo con un aire muy femenino, pues me daba cierta verg¨¹enza mirar directamente ese trozo de carne que, por su abundancia, resultaba casi indecente".
Jane y Prudence son dos amigas bien distintas entre s¨ª; no solo en edad sino en actitudes ante la vida. Jane es una cuarentona casada con un p¨¢rroco de un pueblo de las afueras de Londres y m¨¢s bien dejada en lo tocante a su aspecto; tiene una hija de 18 a?os que estudia en Oxford. Prudence, en cambio, es una joven cercana a la treintena, independiente, elegante, con unos cuantos amores a sus espaldas, que trabaja en el despacho de un conocido profesor, un plasta con el que espera una aventura. Jane advierte que su amiga est¨¢ en esa edad en que puede pasar de soltera exitosa a solterona amargada y se dispone a hacer de casamentera. Las peripecias que trae consigo esta situaci¨®n son el eje de la novela que, como suya, es la excusa que le sirve para describir los modos de vida de esa Inglaterra de los a?os cincuenta. El reflejo de esa vida mediocre, insulsa y a la vez expectante, en la novela corta como un cuchillo a medida que esta avanza porque el humor sutil y la observaci¨®n certera que va definiendo a las dos mujeres y su entorno no tienen desperdicio, como tampoco lo tiene la hora del t¨¦ que regula vidas y encuentros de manera tan implacable como divertida, apoy¨¢ndose a menudo en unos eficientes y admirables di¨¢logos y siempre en su formidable capacidad de observaci¨®n. Poco a poco, las novelas de Barbara Pym ir¨¢n pasando del tono agridulce tan bien conseguido en sus primeros libros a una visi¨®n de esas vidas peque?as m¨¢s dura y amarga, donde el humor se va acerando, donde el dolor queda m¨¢s a la vista. No hay compasi¨®n por esos personajes, no podr¨ªa haberla en una escritora tan consciente, tan l¨²cida, pero cabe pensar que los ama de alguna manera por el cuidado que pone en ellos; lo que sucede es que tiene la inteligencia de mantenerse a distancia y dejarlos a merced del lector. Podr¨ªamos decir de ella lo que la misma Jane dice de las mujeres: "Su amor y su imaginaci¨®n eran los que transformaban en ¨²nicos a los seres m¨¢s insustanciales". Con su elegante escritura, su ajustado humor y su tajante uso de la elipsis, Barbara Pym es una maliciosa y fascinante creadora de vidas cotidianas. Aviso: angl¨®fobos abstenerse.
Primeras p¨¢ginas de Los hombres de Wilmet y Jane y Prudence, de B. Pym.
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