Dos grandes partidos autonomistas
El espacio central catal¨¢n est¨¢ organizado alrededor de dos grandes partidos de etiquetas muy distintas, pero con muchos puntos en com¨²n. Uno se dice nacionalista y el otro federalista, pero ambos han sido hasta ahora profundamente autonomistas, y aunque no rime con el ambiente algo sobreexcitado de estas ¨²ltimas semanas, me atrever¨ªa a decir que ambos seguir¨¢n si¨¦ndolo.
Tanto CiU como el PSC son partidos de clases medias, que ocupan la posici¨®n central en la sociedad como corresponde a formaciones capaces de alcanzar mayor¨ªas de gobierno suficientes para gobernar con sus propios programas. Uno lo ha conseguido durante 23 a?os y el otro ha tenido que gobernar en una coalici¨®n dif¨ªcil durante los siete a?os en que ha sido capaz de armar mayor¨ªas parlamentarias a su alrededor.
El independentismo ser¨¢ el combustible del cambio, pero luego regresar¨¢ el pragmatismo para potenciar este Estatuto
Ambos son transversales e interclasistas. Lo m¨¢s importante en este cap¨ªtulo es que en los dos casos son partidos puente, que sirven para unir dos orillas distintas. En el caso socialista es m¨¢s evidente esta funci¨®n de pegamento entre las dos comunidades que hipot¨¦ticamente hubieran podido existir en este pa¨ªs: sin el PSC, los or¨ªgenes ling¨¹¨ªsticos de la poblaci¨®n hubieran conducido a un pa¨ªs segmentado en dos. La tensi¨®n que sufre este puente es muy seria y tiene su expresi¨®n en los dos mayores reproches que se le hacen al socialismo catal¨¢n; desde fuera, que se somete a la l¨®gica catalanista y finalmente act¨²a como un partido nacionalista, y desde dentro, que nunca consigue actuar como el partido independiente que es y termina supedit¨¢ndose al ordeno y mando de Madrid.
Tambi¨¦n CiU sufre las tensiones propias del partido puente. En este caso el nacionalismo conservador tuvo que atender desde sus or¨ªgenes tanto a la sociolog¨ªa electoral del catalanismo antifranquista como a la del conservadurismo m¨¢s acomodaticio con el r¨¦gimen. En CiU, como fruto de estos or¨ªgenes, conviven dos almas, una m¨¢s soberanista e incluso independentista, quiz¨¢ ahora la mayoritaria, y otra m¨¢s posibilista y partidaria de seguir sacando petr¨®leo del autonomismo, incluso en las presentes dificultades. Nada distinto a lo que sucede en el PSC, aunque probablemente con inversi¨®n de papeles en cuanto a su fuerza, pues los socialistas catalanistas son minoritarios con relaci¨®n a los m¨¢s disciplinados respecto al PSOE.
No necesita demostraci¨®n que los dos son partidos de poder. CiU ha gobernado 23 de los 30 a?os de la actual autonom¨ªa y ha influido de forma muy decisiva en el gobierno de Espa?a en la transici¨®n con UCD y luego tanto con socialistas como con populares como m¨ªnimo desde 1989 hasta 2000. El PSC es el partido que mayor poder ha concentrado en la historia de Catalu?a en los ¨²ltimos siete a?os, contando los ayuntamientos, las diputaciones y finalmente la Generalitat.
Para CiU el subid¨®n soberanista e independentista es el combustible del cambio, por lo que le interesa dejar que el sufl¨¦ siga subiendo hasta las elecciones. Para el PSC, en cambio, le conviene llegar a las elecciones con el sufl¨¦ ya deshinchado para poder ofrecer as¨ª la recuperaci¨®n de la v¨ªa federal como salida a la sentencia. No hay que olvidar que los dos partidos, con distintos ¨¦nfasis, han patrocinado el vigente Estatuto, se han sentido igualmente vejados por la sentencia y han organizado de forma muy similar la contraofensiva, sabedores de que, en la pr¨¢ctica, solo hay una salida posible para los partidos de gobierno, por m¨¢s que nadie hable de ella: seguir y seguir negociando y pactando, trenzando pacientemente consensos aqu¨ª y all¨ª, y persistiendo en el autonomismo. En alg¨²n momento han anunciado que habr¨¢ que revisar la Constituci¨®n para resolver algunos de los puntos cruciales que han ca¨ªdo del Estatuto, pero apenas se ha mencionado las mayor¨ªas que se necesitan para hacerlo.
Tanto CiU como el PSC van a dedicarse en los pr¨®ximos meses y a?os a lo mismo: a aplicar el Estatuto, a defenderlo y a sacarle el m¨¢ximo partido. La diferencia ser¨¢, por una parte, de dosis ret¨®rica respecto al malestar catal¨¢n, y por otra, de ritmo en las dif¨ªciles e improbables propuestas estrat¨¦gicas. Puede que las pr¨®ximas elecciones nos ofrezcan un gran avance del soberanismo y el independentismo. O no. Y en cualquier caso, habr¨¢ que atender tambi¨¦n a las cifras de la abstenci¨®n. Pero sus efectos poco tendr¨¢n que ver con la soberan¨ªa y la independencia, y mucho con cu¨¢l de los dos partidos centrales y de facto autonomistas tendr¨¢ la mano para gestionar el desaguisado.
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