A mitad de camino
La reforma laboral aprobada ayer se aleja de la prometida renovaci¨®n en el mercado de trabajo
El texto del proyecto de reforma laboral que ayer aprob¨® la Comisi¨®n de Trabajo e Inmigraci¨®n del Congreso apenas mejora la redacci¨®n inicial que present¨® el Gobierno. Es cierto que el PSOE y el PNV pactaron a ¨²ltima hora una enmienda que precisa las causas econ¨®micas del despido, de forma que aquellos con indemnizaci¨®n de 20 d¨ªas podr¨¢n tramitarse cuando la empresa prevea una disminuci¨®n persistente de los ingresos que ponga en riesgo su viabilidad o una previsi¨®n fundada de p¨¦rdidas; pero, al margen de esta clarificaci¨®n parcial, el proyecto de ley de reforma que se env¨ªa al Senado sigue sin decidirse por una eliminaci¨®n total de la dualidad del mercado de trabajo (tan solo incentiva un poco m¨¢s los contratos con 33 d¨ªas de indemnizaci¨®n por despido) y no entra en el cambio legal de la negociaci¨®n colectiva, que se emprender¨¢ en los pr¨®ximos seis meses.
No se puede decir que la reforma sea un fracaso, pero este no es el cambio en profundidad que se sugiri¨® como el complemento laboral necesario para aprovechar la recuperaci¨®n econ¨®mica en ciernes. La pol¨ªtica de incentivos de los contratos fijos con derecho a 33 d¨ªas de indemnizaci¨®n es un avance sobre la legislaci¨®n anterior, pero no cierra la brecha entre asalariados con contratos fijos con despidos caros y un gran n¨²mero de contratos rotatorios, con despido barato. El endurecimiento de las normas contra el absentismo est¨¢ bien, pero es un problema secundario en relaci¨®n con los dos mencionados; lo mismo cabe decir de la propuesta de CiU de vincular en el futuro la prestaci¨®n por paro a las pol¨ªticas de empleo. Hay mejoras evidentes en aspectos perif¨¦ricos y pocas en los sustanciales.
Porque la realidad laboral en Espa?a es que, con una tasa de paro que ronda el 20%, las empresas no pueden cambiar, mediante una negociaci¨®n, salarios por despido, de forma que est¨¦n en condiciones de despedir a menos trabajadores a cambio de reducir el salario. El viejo paradigma de que la negociaci¨®n se aproxime a las empresas todav¨ªa es solo un deseo lejano en el mercado espa?ol y no son pocos los economistas que explican la destrucci¨®n de empleo en los ¨²ltimos tres a?os como una causa directa de esta inflexibilidad.
La percepci¨®n pol¨ªtica tampoco es buena. El proyecto apenas se salv¨® por la abstenci¨®n de PNV y CiU. Es discutible que la reforma laboral fuese prioritaria, o, al menos, tan perentoria como la financiera o el plan de austeridad p¨²blica. A nadie le hubiera extra?ado que se encauzara pol¨ªticamente (una vez fracasada la negociaci¨®n entre sindicatos y empresarios) con m¨¢s calma, con las expectativas de recuperaci¨®n un poco m¨¢s claras y con criterios m¨¢s firmes. Pero una vez que el Gobierno acept¨® que la solvencia financiera espa?ola mejorar¨ªa con una reforma laboral, la peor decisi¨®n es dejarla a medio camino, entre la irritaci¨®n creciente de los sindicatos y el rechazo de la patronal. Si el texto aprobado ayer no se mejora, ser¨¢ una oportunidad gastada en balde.
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