No hay obst¨¢culos para Blanco
El catal¨¢n consigue el bronce en una prueba que estuvo dominada por el di¨¢logo franc¨¦s
Despu¨¦s de pelear bravamente con un moldavo de 29 a?os, Jos¨¦ Luis Blanco, de Lloret de Mar, de 35 a?os, dio continuidad a la tradici¨®n espa?ola, del 3.000 obst¨¢culos con una medalla de bronce. Fue el m¨¢s h¨¢bil y el m¨¢s r¨¢pido Blanco, atleta de personalidad ¨²nica, del grupo de los espectadores, pues la carrera de verdad, esto es, la victoria, la interpretaron a d¨²o dos franceses, el veterano Bob Tahri, de padres argelinos, y el m¨¢s joven Mahiedine Mekhissi-Benabbad. Ambos, como demostraron con claridad meridiana, pues se escaparon en la primera valla, son de los pocos europeos que se codean con los kenianos en el circuito mundial. Tahri fue bronce en los Campeonatos del Mundo de Berl¨ªn, donde bati¨® el r¨¦cord europeo rozando la barrera de los ocho minutos (8m 1,18s), y Mekhissi-Benabbad, de Reims, como el champ¨¢n, fue un sorprendente, y pol¨¦mico, subcampe¨®n ol¨ªmpico en Pek¨ªn.
Como resignado al mayor brillo de su compatriota m¨¢s joven, y a la plata, Tahri condujo la mayor parte de la carrera, a la espera de que Mekhissi-Benabbad le diera el ¨²ltimo relevo, como as¨ª ocurri¨® en la ¨²ltima recta. Sus dos medallas elevaron a 16 el total de Francia, el equipo que, bajo el rostro ic¨®nico del blanco Lemaitre, m¨¢s atletas j¨®venes e interesantes ha presentado en los Europeos. Mientras tanto, en la lejan¨ªa, Blanco daba a sus compa?eros de pelea por el bronce, Luchianov y el polaco Szymkowiak, una lecci¨®n abreviada, en unas cuantas rectas y dos pasos de r¨ªa, de c¨®mo manejarse t¨¢ctica y mentalmente en situaciones complicadas. "Corr¨ª con la calculadora en la mano", dijo el catal¨¢n; "sab¨ªa que no ten¨ªa que hacer nada con los franceses, que son muy fuertes".
El recuerdo de Samaranch
Despu¨¦s de comenzar en la parte trasera con esp¨ªritu de superviviente, junto a Eliseo Mart¨ªn, que fue octavo, y dejarle la tarea de desgaste al moldavo y al sueco, en tres zancadas, mediada la prueba, Blanco se puso a su altura y comenz¨® a asustarles mediante la vieja t¨¢ctica de echarles el aliento en la nuca, de mostrarse sobrado de fuerzas.
"Mis sensaciones fueron a m¨¢s seg¨²n avanzaba la carrera", dijo. Ellos respondieron tropezando en la valla, clav¨¢ndose en la r¨ªa, gestos t¨¦cnicos de novatos que Blanco aprovech¨® para, a 300 metros de la llegada, decirles adi¨®s y celebrar, emotivo y exagerado —record¨® que Samaranch, antes de morir, le dijo que estar¨ªa en Barcelona para ponerle la medalla— uno de los bronces m¨¢s f¨¢ciles de su carrera, que suma a la plata conseguida hace cuatro a?os en Gotemburgo.
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