Acuerdo en Vivo a medianoche
La intervenci¨®n de Lula, tras una conversaci¨®n con S¨®crates, desbloquea el pacto entre Telef¨®nica y Portugal Telecom para el mercado brasile?o
A medianoche del martes, C¨¦sar Alierta respir¨® aliviado. El presidente de Telef¨®nica estaba en la sede de Las Tablas (Madrid) con la comisi¨®n ejecutiva esperando acontecimientos y desde Lisboa llegaron buenas noticias. Por fin hab¨ªa acuerdo para la compra del 30% de Portugal Telecom (PT) en Vivo, la principal compa?¨ªa de m¨®viles brasile?a en la que el grupo espa?ol tiene otro 30%. Una delegaci¨®n especial, que mantuvo contacto continuo con ¨¦l, hab¨ªa estado negociando todo el d¨ªa en la capital portuguesa. A las 4.30 lleg¨® el mensaje de que el contrato estaba redactado.
Seguramente, la intervenci¨®n del presidente de Brasil, Lula da Silva, tras una conversaci¨®n con el primer ministro de Portugal, Jos¨¦ S¨®crates, y las buenas relaciones con Alierta fueron indispensables para desbloquear la situaci¨®n. Con el permiso del Gobierno brasile?o para que PT tome el 20% de Oi -seg¨²n algunas fuentes, pretend¨ªa el 40%-, Telef¨®nica encontraba v¨ªa libre para hacerse con el control de Vivo, que considera vital para su apuesta por Brasil.
Telef¨®nica tuvo que aceptar el peaje pol¨ªtico del Gobierno portugu¨¦s
Al final se impuso el peso de la l¨®gica. Lograr un acuerdo era inevitable
Objetivo cumplido. Las dos partes ten¨ªan prisa porque celebraban consejos de administraci¨®n al d¨ªa siguiente y quer¨ªan zanjar el asunto antes de agosto. Adem¨¢s, a PT le venc¨ªa a final de julio el principio de acuerdo con Oi, la cuarta firma de m¨®viles brasile?a y l¨ªder en el negocio de banda ancha fija.
A la ma?ana siguiente, Alierta explic¨® el nuevo pacto al Consejo. Telef¨®nica desembolsar¨ªa 7.500 millones de euros, 1.800 m¨¢s de los inicialmente ofrecidos y 350 por encima de los aprobados por la junta general de PT del 29 de junio. Al final, Telef¨®nica tuvo que aceptar el peaje pol¨ªtico exigido por S¨®crates; pero tambi¨¦n jug¨® sus bazas. Logr¨® que una parte del pago fuera en diferido (4.500 millones de forma inmediata; 1.000, al final de 2010, y 2.000, al final de octubre de 2011) y desvincular del acuerdo un dividendo de 50 millones de Vivo y la opci¨®n de compra de acciones de PT por 150 millones. Es decir, paga nominalmente 7.500, pero se ahorra 200 y parte de intereses.
Acababan as¨ª casi tres meses de intensas negociaciones, angustias, tiras y aflojas, amenazas veladas y no tan veladas, compromisos empresariales e interferencias pol¨ªticas, toda clase de navajazos y trucos. Al final, se impuso el peso de la l¨®gica. Seguramente porque era inevitable y porque la perspectiva de la larga pelea jur¨ªdica que se aventuraba para resolver el conflicto, habr¨ªa supuesto p¨¦rdidas para todos, pese a que Telef¨®nica ten¨ªa las de ganar.
No hab¨ªa m¨¢s remedio que negociar. El acuerdo comenz¨® a fraguarse, parad¨®jicamente, la madrugada del 17 de julio, tras el ultim¨¢tum dado por Telef¨®nica. Se abrieron dos caminos paralelos. Por un lado, muy visible, la empresa espa?ola inici¨® una serie de actuaciones, contratando despachos de abogados, para denunciar la operaci¨®n ante la Corte de Arbitraje Internacional. Por otro, a escondidas, continuaron los contactos entre las empresas y entre estas y las autoridades.
Para el Gobierno de S¨®crates el asunto se hab¨ªa convertido en cuesti¨®n de Estado y para arreglar su cerrada oposici¨®n inicial necesitaba el gesto de la empresa espa?ola. El Gobierno espa?ol, por su parte, ha estado informado en todo momento. Sin embargo, se ha mantenido al margen. Se ha limitado a hacer un llamamiento p¨²blico para que las empresas se pusieran de acuerdo; pero sin mojarse, lo que le granje¨® ¨¢cidas cr¨ªticas.
La decisi¨®n de lanzar la oferta fue comunicada pr¨¢cticamente en tiempo real a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. El 7 de mayo, dos d¨ªas despu¨¦s de que Telef¨®nica decidiera en un consejo extraordinario lanzar una opa hostil sobre el 50% de Brasilcel (la empresa que comparte con PT y que controla el 60% de Vivo), conoci¨® la postura de S¨®crates en un aparte que hicieron durante el Eurogrupo. Despu¨¦s los dos pol¨ªticos han hablado varias veces del asunto.
Cuatro d¨ªas despu¨¦s de la conversaci¨®n en Bruselas, el 11 de mayo, PT difunde el rechazo a la oferta. Sus responsables conoc¨ªan el inter¨¦s de Telef¨®nica por crecer en Vivo. Durante 10 a?os y hasta la opa hostil, las relaciones hab¨ªan sido muy diplom¨¢ticas. Pero se juntaron el hambre y las ganas de comer: Telef¨®nica necesitaba controlar Vivo para fusionarla con Telesp (fijo e Internet) y convertirse en l¨ªder de Brasil, y a PT le urg¨ªa la entrada de ingresos.
Las negociaciones se intensificaron. Uno de los encuentros se produce en Marraquech por iniciativa del presidente de PT, Zeinal M. Bava, despu¨¦s del rechazo de los principales accionistas (los grupos portugueses Banco Espirito Santo, Caixa Geral y Ongoing y el fondo Brandes). Luego se celebra una cena en el hotel Ritz Carlton de Lisboa en la que est¨¢n los presidentes y dos ejecutivos por bando. En ese encuentro se pacta elevar la oferta a 6.500 millones. Y m¨¢s tarde, la v¨ªspera de la junta, tras varios contactos al m¨¢ximo nivel, se pactan los citados 7.150 millones.
Pero, de repente, el Gobierno portugu¨¦s bloquea el acuerdo. S¨®crates apela al car¨¢cter estrat¨¦gico de la inversi¨®n y utiliza un instrumento obsoleto como la acci¨®n de oro, que le da derecho de veto, y de la que sabe que va a ser declarada ilegal por el tribunal europeo unos d¨ªas despu¨¦s. Nadie lo entiende muy bien, pero el caso es que S¨®crates se encuentra entre la espada y la pared. El asunto le da popularidad; pero al mismo tiempo sabe que le van a llover demandas, lo que empuja a buscar una salida con un doble objetivo: sacar el m¨¢ximo dinero posible y reinvertir parte en Brasil.
En la primera quincena de julio, la maquinaria negociadora sigue su curso. Los dos Gobiernos hacen llamadas a la concordia. Se fija el viernes 16 de julio como fecha tope; pero Telef¨®nica se siente herida porque se ha traicionado el acuerdo de la junta y se niega a elevar el precio. Se cumple el plazo sin novedades y entonces Alierta dice aquello de que "a partir de ma?ana seguiremos nuestro camino". Se refer¨ªa a las demandas, que tambi¨¦n anunciaron algunos fondos de inversi¨®n.
Mientras se visten demandas, aparece la posibilidad de entrar en Oi, firma con participaci¨®n p¨²blica y presencia de varios magnates brasile?os. Bava se preocupa mucho en convencer a los analistas de que todo se va arreglar. La gente de Telef¨®nica capta que el acuerdo con Oi est¨¢ maduro. Si es as¨ª, la venta de Vivo se aproxima. Queda esperar una llamada. Para entonces, Telef¨®nica ha tomado la iniciativa de las negociaciones que nunca tuvo.
Al final todos aparecen contentos. Telef¨®nica, porque consigue cerrar una operaci¨®n muy importante para su expansi¨®n. PT, porque recibe una inyecci¨®n extraordinaria y puede seguir en Brasil. S¨®crates, porque salva el enredo en el que se hab¨ªa metido. Lula se queda satisfecho y Zapatero lo ve con desahogo porque se acaba un posible conflicto vecinal.
La d¨¦cada multinacional
La toma de control de Vivo coincide con el d¨¦cimo aniversario del nombramiento de C¨¦sar Alierta como presidente de Telef¨®nica. Fue el 26 de julio de 2000, cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se qued¨® sin argumentos para mantener en el cargo a su compa?ero de colegio Juan Villalonga. Ahora Alierta puede presumir de haber convertido al grupo en la tercera multinacional del sector, tras ATT y Vodafone, y de haberse extendido por todo el mundo con la compra de las filiales de Bell South en Latinoam¨¦rica, O2 en Reino Unido, Irlanda y Alemania; Cesky en la Rep¨²blica Checa; el 10% de Telecom Italia y el 8% de Unicom (China). Es decir, cada vez m¨¢s multinacional.
El crecimiento experimentado con Vivo y Telesp supone un paso muy importante en esa carrera. Por eso era vital alcanzar un acuerdo y, probablemente, as¨ª se explica que accediera a abonar una cantidad considerada muy alta (tres veces m¨¢s de lo que cotizaba cuando se conoci¨® la oferta). Pero tambi¨¦n se le tach¨® a C¨¢ndido Vel¨¢zquez de haber pagado mucho por Per¨² y otras filiales latinoamericanas y resultaron un ¨¦xito. Y si se quiere triunfar, siempre hay que arriesgar.
Adem¨¢s, no echar el resto en esta operaci¨®n le podr¨ªa haber supuesto perder el tren de las grandes, que miraban con mucho inter¨¦s el desarrollo de las negociaciones. Aunque se dice que por ahora se han acabado las operaciones, el grupo tiene tiempo de mirar a otros lugares, como M¨¦xico o Alemania.
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