Marruecos otra vez
Las crecientes protestas de Rabat ante Espa?a alientan una tensi¨®n lesiva entre ambos vecinos
La frontera de Ceuta y, m¨¢s a¨²n, la de Melilla son una aut¨¦ntica pesadilla para los millones de personas que las atraviesan al a?o. Los excesos policiales, debidos en parte a las aglomeraciones veraniegas, no son infrecuentes. Y pese a la buena relaci¨®n que Espa?a y Marruecos mantienen desde 2004, ambos Gobiernos han sido incapaces de convertirlas en pasos fluidos y normales.
Desde mediados de julio, Rabat ha descubierto de golpe esa ingrata situaci¨®n. Su Ministerio de Exteriores ha emitido cinco comunicados, el ¨²ltimo ayer mismo, en tono incendiario, denunciando el "racismo" de las fuerzas de seguridad espa?olas y, en especial de la Guardia Civil, hacia los subsaharianos. El embajador de Espa?a en Rabat fue convocado adem¨¢s por el titular de Exteriores marroqu¨ª. Y desde el viernes se han desarrollado cuatro concentraciones ante la embajada y dos consulados de Espa?a, a la vez que ONG oficialistas y partidos pol¨ªticos multiplican las declaraciones cr¨ªticas con el vecino del norte.
No deja de ser llamativo que los irregulares subsaharianos en Marruecos, vilipendiados y expulsados con frecuencia y de noche a Argelia, encabecen ahora manifestaciones de protesta contra Espa?a. Y que por primera vez los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos marroqu¨ªes se hagan eco de las reivindicaciones de ese colectivo inmigrante. Desde el Gobierno espa?ol se ha reaccionado con la m¨¢xima cautela, intentado evitar echar m¨¢s le?a al fuego. Asuntos Exteriores replic¨® a los dos primeros comunicados marroqu¨ªes, pero guard¨® silencio ante los dos siguientes.
La actitud de Rabat sorprende y desconcierta a la diplomacia espa?ola, que sospecha y teme que las denuncias del supuesto maltrato fronterizo encubran otras reivindicaciones de mayor calado. La prensa independiente que queda en Marruecos avala esa hip¨®tesis: "Hay una voluntad de las autoridades marroqu¨ªes de reconsiderar la relaci¨®n bilateral", editorializaba ayer el diario Akhbar al Youm. A nadie le escapa, adem¨¢s, que en un pa¨ªs tan jerarquizado, decisiones de estas caracter¨ªsticas solo pueden emanar del rey, Mohamed VI, aunque despu¨¦s las ejecute el Gobierno.
Marruecos y Espa?a tienen mucho de qu¨¦ hablar. Dignificar las fronteras terrestres, obtener para Ceuta una aduana comercial, alcanzar un acuerdo sobre delimitaci¨®n de aguas, dar contenido al llamado estatuto avanzado que la UE otorg¨® a Rabat en 2008 son algunas de las tareas pendientes. Nunca, desde la independencia de Marruecos, hubo en Madrid un Gobierno tan sensible a los intereses de su vecino del sur como el actual. Espa?a es, despu¨¦s de Francia, el segundo socio econ¨®mico y pol¨ªtico de Rabat. Acoge a 760.000 inmigrantes marroqu¨ªes a los que se a?aden dos millones que transitan de vacaciones por su territorio. No es aceptable ni responsable entre pa¨ªses socios y amigos una acci¨®n calculada como la que est¨¢ protagonizando Rabat, atizando movilizaciones en la calle, en nombre de oscuras reclamaciones que ni siquiera han sido formuladas.
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