No habr¨¢ huelga
El temor a la irritaci¨®n de los usuarios ha neutralizado la presi¨®n de los controladores
Los controladores a¨¦reos no ir¨¢n a la huelga, seg¨²n decidi¨® ayer el comit¨¦ ejecutivo de su sindicato. Nadie renuncia a sus privilegios, si puede evitarlo, y el dilema de los controladores era de qu¨¦ forma pod¨ªan mantener los suyos. Que no lo lograr¨ªan haciendo una huelga en agosto y en una situaci¨®n econ¨®mica como la actual era algo que ya sab¨ªan, pero ciertas inercias de la negociaci¨®n llevaron a sus representantes a aprobar hace una semana, como elemento de presi¨®n, la convocatoria de un paro. Lo hicieron con la cautela de no cortarse la retirada: delegando en la direcci¨®n de su sindicato la fijaci¨®n de la fecha, lo que en la pr¨¢ctica equival¨ªa a aplazarla indefinidamente mientras segu¨ªan las negociaciones.
Era evidente que AENA no quer¨ªa asumir la responsabilidad de la ruptura, pero mucho menos lo deseaban los controladores, que han negado haber sido ellos quienes se levantaron de la mesa el viernes pasado. Alegan que propusieron seguir negociando durante el fin de semana, pero AENA pon¨ªa como condici¨®n la retirada de la amenaza de huelga, a lo que no accedieron. Sin embargo, s¨ª aceptaron luego adelantar en dos d¨ªas la reuni¨®n en la que deb¨ªa tomarse la decisi¨®n, en respuesta a las demandas del sector tur¨ªstico que ha venido argumentando que la incertidumbre sobre la fecha de la huelga estaba provocando un aumento de las cancelaciones preventivas para todos los ¨²ltimos d¨ªas del mes; no solo de viajes sino de reservas hoteleras.
Finalmente, ha sido ese el argumento esgrimido para cancelar la convocatoria: no perjudicar al turismo. Ha sido una decisi¨®n inteligente. La capacidad intimidatoria de un sector formado por poco m¨¢s de 2.000 personas pero capaz de condicionar la de millones de viajeros ha sido determinante en las concesiones que han ido arrancando durante a?os; pero esa capacidad se ve ahora neutralizada por la irritaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica que, con m¨¢s de cuatro millones de parados, no tolerar¨ªa que la Administraci¨®n p¨²blica de la que finalmente dependen los aeropuertos volviera a ceder para evitar la huelga.
En una situaci¨®n menos aguda seguramente tambi¨¦n habr¨ªa habido irritaci¨®n ante una o dos jornadas de huelga, pero es posible que a la tercera aparecieran voces de usuarios (y pol¨ªticos) reclamando al Gobierno que solucionase el problema "como sea"; es decir, cediendo. El ministro de Fomento ha hecho bien en mantener su postura ante el conflicto, pero tambi¨¦n en dejar abierta la posibilidad de un arbitraje laboral para zanjar los puntos de la tabla de 12 reivindicaciones sobre los que no ha habido acuerdo en la mesa.
Los controladores rechazaron el viernes pasado esa posibilidad con argumentos confusos, como que de nada servir¨ªa cuando lo que el Gobierno pretende es privatizar los aeropuertos. No consta, pero si as¨ª fuera, un argumento poderoso a favor ser¨ªa la din¨¢mica impuesta por esos empleados privilegiados que han convertido a Espa?a en el pa¨ªs con m¨¢s altos costes laborales en tr¨¢fico a¨¦reo. Tambi¨¦n por eso ha sido inteligente su decisi¨®n.
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