Conversaciones a 1.000 pies de altura
En Galicia a¨²n hay 1.902 licencias de radioaficionados, que han logrado hablar con el rey de Jordania o el astronauta Pedro Duque cuando estaba en el espacio
Los hay que, de ni?os, mataban las tardes de verano colgados de la radio y quienes prefer¨ªan destripar el transistor. Jos¨¦ Alberto Su¨¢rez, Presidente del Consejo Territorial de la Radiafici¨®n en Galicia (CTG), se reconoce de los ¨²ltimos. Empez¨® descuartizando los casetes de su casa apenas cumplidos los 15 a?os y al poco salt¨® a la intercepci¨®n de se?ales a¨¦reas. La pasi¨®n le lleva ahora a rastrear las ondas hertzianas en busca de comunicaciones.
En cuarenta a?os de experiencia radioaficionada su se?al ha recalado en lugares como Malobo, en Guinea Ecuatorial, o el archipi¨¦lago de las Berlengas, a 5,7 millas n¨¢uticas del cabo Carboeiro (Portugal). A trav¨¦s de su moderno transceptor Kenwood ha contacto adem¨¢s con el astronauta Pedro Duque durante el tiempo que pas¨® en la estaci¨®n espacial y el rey Hussein de Jordania, con quien mantuvo una breve charla en 1979.
"La t¨¦cnica es el fin y el mensaje el medio necesario", dice Jos¨¦ P¨¦rez
El lenguaje de la radiodifusi¨®n fue precursor del que ahora usan los SMS
"Antes de que la telefon¨ªa m¨®vil estuvise tan desarrollada mucha gente usaba la radiafici¨®n para comunicarse. Se solicitaban licencias no por afici¨®n, sino porque era una manera c¨®moda de contactar a distancia", comenta Su¨¢rez. Fue esa utilidad lo que la hizo tan c¨¦lebre en los a?os setenta, antes de que Motorola tomase las tiendas de electr¨®nica y los celulares saltasen a los bolsillos de medio mundo. Ahora, alcanzada la era digital, una nueva generaci¨®n de t¨¦cnicos ha retomado la afici¨®n y las listas de la CTG contabilizan, s¨®lo en Galicia, 1.902 licencias.
"Son gente joven en su mayor¨ªa, con un perfil t¨¦cnico alto y que se introducen en la radioafici¨®n por amor a la tecnolog¨ªa". Y es que, como sostiene Su¨¢rez, "aqu¨ª todo va al rev¨¦s: la experimentaci¨®n y los aspectos t¨¦cnicos son el fin y el mensaje que se transmite s¨®lo el medio necesario". Una "experimentaci¨®n" que, en varias ocasiones, ha saltado de los circuitos hertzianos para favorecer a toda la sociedad.
El ejemplo m¨¢s reciente puede ser el proyecto Xatcobeo, dirigido por la Universidad de Vigo y que en su pretensi¨®n de construir el primer sat¨¦lite artificial gallego ha contado con la colaboraci¨®n de dos radioaficionados.
Esa dictadura de la t¨¦cnica no ha impedido, sin embargo, que desde el a?o 1900 los radioaficionados de todo el mundo hayan desarrollado un lenguaje propio basado en el uso de abreviaturas. El m¨¢s c¨¦lebre es el C¨®digo Q, creado en 1909 por el Gobierno brit¨¢nico y que comparten tambi¨¦n los servicios mar¨ªtimos y aeron¨¢uticos.
"El objetivo es sortear las interferencias que a veces ensucian el mensaje" comenta Su¨¢rez, quien de paso reconoce en estos c¨®digos a "los precursores del lenguaje de los SMS actuales". Una especie de Atapuerca de la comunicaci¨®n digital. Suya es tambi¨¦n una jerigonza propia que cuenta entre su argot con formas como "73" para transmitir cordiales saludos o "quedar con alguien en vertical", que significa concertar una cita en persona.
En su carrera por estrujar el ingenio t¨¦cnico, los radioaficionados convocan peri¨®dicamente concursos consistentes en interceptar se?ales lo m¨¢s distantes o d¨¦biles posible. El 25 de julio, por ejemplo, varios equipos se distribuyeron por las islas gallegas para emitir una peque?a se?al. Los radioaficionados rastreaban cada estaci¨®n desde sus casas y, una vez localizada, pasaban a la isla siguiente.
Cuando esas intercepciones se hacen a escala internacional se pide un Acuse de Recibo (QSL), que consiste en una postal enviada desde el pa¨ªs contactado para demostrar as¨ª la haza?a. "Existe una variedad tremenda de acuses, de hecho nosotros sacamos uno conmemorativo del Xacobeo". Las conexiones de cada radioaficionado se registran adem¨¢s en la web oficial de la Uni¨®n Espa?ola de Radiodifusi¨®n (UER).
Gestas aparte, lo que m¨¢s enorgullece a Su¨¢rez es el anecdotario del que se ha hecho due?o tras casi medio siglo colgado del transistor. "En una ocasi¨®n contactamos con un radioaficionado de Colombia que nos pidi¨® que recogi¨¦semos un paquete en Barajas", comenta, "cuando nos asomamos a la cinta de la terminal, ?sorpresa! descubrimos que el paquete era en realidad un f¨¦retro con muerto inclu¨ªdo".
Desde que sintonizaba emisoras extranjeras a principios de los a?os setenta, como Radio Luxembourg o Nothsea, hasta el momento actual, en el que se sienta al mando de su mesa de mezclas como ingeniero de sonido, la pasi¨®n de Su¨¢rez no ha dejado de crecer. Cuatro d¨¦cadas desp¨²¨¦s, ahora como EA10S en las ondas, Su¨¢rez sigue rastreando el espacio en busca de las se?ales que lo encandilaron de ni?o.
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