Compa?eros ideales
Al atardecer de un d¨ªa de oto?o, no importa precisar el a?o, una barquichuela mugrienta y de ruin aspecto, con dos personas a bordo, surcaba las aguas de T¨¢mesis entre el puente de hierro de Southwark y el de piedra de Londres". Esas dos personas son un hombre de edad y una muchacha de diecinueve a?os. El hombre observa el agua con toda atenci¨®n y aguda mirada. La muchacha lo contempla con destellos de miedo y de horror en sus ojos. Son padre e hija. ?Qu¨¦ busca esa barca en las oscuras aguas del r¨ªo? As¨ª empieza Nuestro com¨²n amigo, la ¨²ltima novela que escribiera un viejo y desenga?ado Charles Dickens. Ya reeditada por Espasa hace algo m¨¢s de un a?o, aparece ahora una nueva traducci¨®n en Mondadori.
Y si saltamos el charco, un toque americano: los cuentos de Henry James parecen brotar enpozo inagotable Espa?a de un
Pasa por ser la mejor novela de Dickens a juicio de muchos expertos, en dura lid con Casa Desolada e, incluso, Grandes esperanzas. Lo que andan buscando el padre y la hija al atardecer por el T¨¢mesis son... cad¨¢veres; cad¨¢veres a los que despojan de todo cuanto llevan de valor.
Ese es el macabro negocio que espanta a la infeliz muchacha.
En las ¨²ltimas novelas de Dickens se advierte una mayor presencia del psicologismo (hasta entonces, el entorno social condicionante ha sostenido el peso de las denuncia moral de toda su obra) y, en consecuencia, los personajes van a perder algo de su esquematismo y de las concesiones que el autor hac¨ªa al gusto lector. La figura del criminal Bradley Headstone en Nuestro com¨²n amigo, es una figura compleja, no un malvado al estilo del jud¨ªo Fagin o del Bill Sikes de Oliver Twist. Como tambi¨¦n veremos en George Eliot, el realismo est¨¢ empezando a dar paso al mundo de lo ¨ªntimo, abriendo la puerta a la novela que se avecina.
John Harmon se dirige a Londres a casarse con una desconocida, Bella Wiffer, para poder entrar en posesi¨®n de la herencia de su padre, un magnate. Un cad¨¢ver que encuentra el barquero flotando en el r¨ªo es identificado como Harmon y la herencia pasa entonces a un tal Boffin, un analfabeto trabajador a las ¨®rdenes del magnate, que se convierte en un nuevo rico. La novela cuenta una historia de amor en medio de un grupo de personajes con los que efect¨²a un corte transversal de todas las clases sociales en el Londres victoriano. La reuni¨®n de an¨¢lisis psicol¨®gico y an¨¢lisis social es extraordinaria; y la trama, una obra maestra de construcci¨®n novelesca.
No ocurre lo mismo con La se?ora Lirriper (Alba), libro in¨¦dito en Espa?a con el que retrocedemos al Dickens jocundo y chispeante de Pickwick. Dickens reuni¨® a unos cuanto amigos (entre ellos, Elizabeth Gaskell, el hermano de Wilkie Collins y otros) con el encargo de surtir a los lectores de su semanario All the year round. Dickens crea al personaje, una viuda que regenta una pensi¨®n, y abre y cierra con ¨¦l las dos partes del libro dejando el resto a sus colaboradores. El conjunto es un relato irresistible de las andanzas de la viuda, su protegido Jemmy Jackman -un t¨ªpico, encantador y caballeroso gorr¨®n dickensiano- y de los diversos hu¨¦spedes que van contando sus historias. Humor sutil e iron¨ªa ingleses garantizados y, a menudo, desternillante. D¨ªganme si no es puro humor pickwickiano un t¨ªtulo como ¨¦ste: La se?ora Lirriper cuenta c¨®mo atraves¨® diversas dificultades y el canal de la Mancha.
He mencionado antes a George Eliot porque acaba de aparecer en castellano y en una traducci¨®n simplemente correcta el ¨²ltimo libro que ella escribi¨® en vida, despu¨¦s de su admirable Middelmarch; me refiero a Daniel Deronda (Homolegens). La probada tenacidad de Eliot a la hora de ofrecer lecciones morales ha marcado todas sus obras, en especial El molino sobre el Floss y Silas Marner, porque fue una mujer a la que las cuestiones m¨¢s conflictivas de su ¨¦poca convirtieron en una racionalista que se ocup¨® de la situaci¨®n de la mujer, el dogmatismo religioso y tambi¨¦n del antisemitismo victoriano (que es el tel¨®n de fondo de Daniel Deronda). Pero si la entrega a una causa es un terreno muy resbaladizo para la literatura, tanto las escenas y la moralidad de la vida provinciana inglesa que retrata en su maravilloso Middlemarch como la compleja relaci¨®n -lo mismo se?alaba en el caso de Dickens- entre denuncia social y sentimientos personales que logra plasmar en Daniel Deronda la convierten, tambi¨¦n al final de su vida art¨ªstica, en una precursora del paso a la intimidad narrativa. Lo consigue especialmente con esa prodigiosa creaci¨®n de personaje que es Gwendolyn Harleth, que, junto a la cantante jud¨ªa, Mirah, que Daniel salva de morir ahogada forma el tri¨¢ngulo amoroso que domina la novela. Pero, adem¨¢s, Gwendolyn, elige para matrimoniar a un terrateniente, Henleigh Grandcourt -por el nombre, todos comprendemos inmediatamente que es millonario- en parte por despecho y en parte porque cree que lo manejar¨¢ a su antojo y es en la relaci¨®n entre su vida matrimonial, la constancia de su error y la atracci¨®n que siente por Daniel, donde se construye este personaje, una de las cumbres de la literatura victoriana, si no la m¨¢s alta.
Elizabeth Gaskell es ya una vieja conocida del lector espa?ol gracias a sus excelentes Norte y Sur y Madres e hijas. Su libro m¨¢s popular es Cranford, que ya apareci¨® editado por Alba, como el resto de su obra. Pero esta vez Backlist nos propone la edici¨®n completa de Las cr¨®nicas de Cranford, que une a la preciosa, aguda y divertida serie de estampas de la vida rural inglesa del XIX conocida como Cranford otros dos textos complementarios: 'Confesiones del se?or Harrison' y 'Milady Ludlow'. El primero narra la entretenida historia de las mujeres que van pasando por la vida del joven Harrison, contado con un inteligente efecto literario, una simp¨¢tica intriga que hace que, aunque lo sabemos casado, no conozcamos hasta el final el nombre de la afortunada que lo llev¨® al altar. La historia de Lady Ludlow nos muestra un personaje caracter¨ªstico de Gaskell, el que podr¨ªamos denominar "la mujer fuerte", no s¨®lo de temperamento sino tambi¨¦n de voluntad (recordemos ese espl¨¦ndido personaje que es la Margaret Hale de Norte y Sur). El relato de la evoluci¨®n de Lady Ludlow, el modo en que desde su afincamiento en su tradici¨®n de comportamiento vital y social va abri¨¦ndose a la comprensi¨®n de otras formas nuevas en el mundo cambiante que le ha tocado contemplar en la ¨²ltima etapa de su vida es propio de una gran escritora.
Gaskell tiene tambi¨¦n una fuerte tendencia a analizar la sociedad que le ha tocado vivir, a desvelar injusticias e incomprensiones y pertenece por ello al grupo de autores brit¨¢nicos que escriben novelas de tesis. Los amores de Sylvia tambi¨¦n contiene una lecci¨®n moral de la que sale muy malparada Sylvia. Su vida afectiva se mueve entre su primo Philip, al que no desea e incluso llega a detestar, un hombre pac¨ªfico, servicial y locamente enamorado de ella, y el arponero Kinraid, al que ella prefiere. Una intervenci¨®n de la patrulla de leva a la llegada del ballenero donde navega Kinraid hace que este sea raptado e incorporado a filas. Aqu¨ª se produce un hecho que voy a silenciar para no adelantar acontecimientos, pues ese hecho es el eje sobre el que pivotan las conductas de los tres j¨®venes, pero, en todo caso, s¨ª puedo decir que a partir de ese suceso, la novela adquiere una temperatura no ya dram¨¢tica sino de dram¨®n puro y duro que llevar¨¢ al lector a disfrutarlo con toda intensidad. No es esta la mejor novela de Gaskell, pero es una excelente historia de amores contrariados en el siglo XVIII con el fondo de las guerras napole¨®nicas y la presencia en primer plano de los sentimientos, costumbres y emociones de las gentes de un puerto ballenero de la costa inglesa.
Conviene ahora alejarse de las costas brit¨¢nicas para adentrarnos en territorio franc¨¦s. La editorial Siruela inaugura su colecci¨®n de cl¨¢sicos con un libro indiscutible: Eugenia Grandet, de Balzac. Es uno de sus libros emblem¨¢ticos, que contiene la creaci¨®n de una figura de avaro que no tiene nada que envidiar al Avaro de Moli¨¨re o al Scrooge o al Fagin de Dickens. Con todo, el gran personaje es Eugenia Grandet y la novela se convierte, de la mano de ella, en una visi¨®n del amor desde la inocencia hasta la cruel realidad dando a luz un personaje excepcional, tocado por esa gracia especial de Balzac para convertir en h¨¦roe casi ¨¦pico -en ese caso hero¨ªna- a gente de la vida corriente. Tanto el t¨ªo Grandet como el primo Charles (superior el primero en cuanto personaje, pero muy finamente trazado el segundo) act¨²an como contraste para crear a Eugenia, con una sutileza, juego de matices y calidad de mirada realmente soberbias.
Las Narraciones y esbozos de Stendhal (Alba) son para stendhalianos. Sobre todo porque son mayor¨ªa los esbozos y proyectos de novelas que contiene, que resultan muy interesantes, pero que no son, evidentemente, obras inacabadas. S¨ª est¨¢n acabadas, en cambio, las nouvelles; por ejemplo, la bell¨ªsima Ernestina o el nacimiento del amor, que se concibi¨® a modo de ep¨ªlogo de Del amor, donde el formidable narrador que es Stendhal brilla a gran altura, o los Recuerdos de un caballero italiano. O alguna curiosidad, como El arca y el fantasma, de tema espa?ol, aunque sabemos que apenas pis¨® nuestro pa¨ªs debi¨® de abandonarlo precipitadamente. Algunos esbozos son particularmente sugestivos, como lo que queda de la novela Rosa y verde. Otro estupendo esbozo es Feder o el marido adinerado. El resultado es un libro lleno de ingenio, originalidad y excelente escritura, con la garant¨ªa de una traducci¨®n firmada por Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia.
Y si saltamos el charco, un toque americano: los cuentos de Henry James parecen brotar en Espa?a de un pozo inagotable: todos los a?os peque?os o medianos editores acuden a ¨¦l como gorriones al viejito que les tira las migas de pan. Esta vez, la editorial Navona nos ofrece dos textos (Compa?eros de viaje e Historia de una obra maestra) que tienen en com¨²n el ser primerizos y el empleo de la imagen literaria del cuadro como pretexto; en un caso, se trata del cuadro que reproduce misteriosamente a una persona real; en el otro, de los cuadros visitados a lo largo de un viaje italiano con especial referencia a un Tiziano. Junto a ellos, aparece un tercer texto tambi¨¦n primerizo, Eugene Pickering (Contrase?as), donde el narrador cumple un papel muy atractivo: ¨¦l es quien posee la carta que contiene la respuesta al futuro amoroso de Eugene y que este le pide no abrir hasta el final, un final que ha de dilucidarse entre una amante absorbente y una prometida sumisa, lo que nos lleva a una resoluci¨®n caracter¨ªsticamente suya. Los tres son especialmente recomendables porque, siendo relatos decididamente jamesianos, no llegan a¨²n a la dif¨ªcil complejidad de sus novelas y relatos finales, lo que los convierte en una estupenda introducci¨®n al maestro. De Pickering hay que resaltar adem¨¢s, la preciosa y cuidada edici¨®n y el pr¨®logo verdaderamente mod¨¦lico de Vicente Molina Foix.
Nuestro com¨²n amigo / La se?ora Lirriper. Charles Dickens. Mondadori / Alba. 1.184 y 424 p¨¢ginas. 29,90 y 21 euros. Daniel Deronda. George Eliot. Homolegens. 1.032 y 32 euros. Las cr¨®nicas de Cranford. Elizabeth Gaskell. Backlist. 464 p¨¢ginas. 22,50 euros. Eugenia Grandet. Honor¨¦ de Balzac. Siruela. 232 p¨¢ginas. 16,95 euros. Narraciones y esbozos. Stendhal. Alba. 484 p¨¢ginas. 30 euros. Henry James. Compa?eros de viaje e Historia de una obra maestra (Navona). Eugene Pickering (Contrase?as). 108, 88 y 128 p¨¢ginas. 7,50, 7,50 y 15,86 euros, respectivamente.
El teatro de Gogol
En el ¨²ltimo a?o y medio han aparecido un par de ediciones de Almas muertas, de G¨®gol. Una en Backlist y la otra, con gran aparato cr¨ªtico, en Akal. Parece mentira que haya que celebrar la presencia de la obra maestra de un genio, pero as¨ª es. Sin embargo, hoy la mejor noticia es la publicaci¨®n por Alba de su teatro. Es un volumen que contiene su famos¨ªsima obra El inspector (que le cost¨® desaparecer por un tiempo de Rusia), El casamiento y Los jugadores. G¨®gol es un autor sat¨ªrico cuya influencia se extiende por toda la literatura rusa moderna hasta El maestro y Margarita, de Bulg¨¢kov, o el humor irresistible de Ilf & Petrov. Todo el gran humor y toda la capacidad cr¨ªtica de la literatura rusa proviene de ¨¦l. Aunque no sea costumbre leer teatro en nuestro pa¨ªs, creo que la lectura de estas tres comedias dejar¨¢ conmocionado al lector. La s¨¢tira en G¨®gol es, en principio, desmesurada, evidente de puro provocativa, pero a medida que el lector va imaginando la escena al leer se dar¨¢ cuenta del formidable poder expresivo de un autor que no tiene miedo a la evidencia ni al exceso gracias a la precisi¨®n y energ¨ªa con que muestra que no hay mayor disparate que el verdadero fondo de la sociedad en que vivimos. Su imaginaci¨®n concibe y, construida la historia, su expresi¨®n taladra. Es una fiesta esc¨¦nica inolvidable. El volumen viene acompa?ado de una serie de textos a modo de pr¨®logos debidos a figuras del renombre de Jan Kott, Belinski y el novelista Andrei Biely.
Nikok¨¢i G¨®gol. El inspector. El casamiento. Los jugadores. Traducci¨®n de Fernando Otero y Jos¨¦ Ignacio L¨®pez Fern¨¢ndez. Alba. Madrid, 2010. 296 p¨¢ginas. 18 euros.
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