El derecho a cantar
No habr¨¢ muchos temas sobre los que las mujeres se muestren tan de acuerdo. En esta ocasi¨®n, varias espa?olas, una turca, una portuguesa, una israel¨ª y una griega... pero se podr¨ªan sumar muchas m¨¢s nacionalidades que no soportar¨ªan vivir sin cantar, por lo que la prohibici¨®n supone de p¨¦rdida de libertad espiritual. Activistas a su manera tambi¨¦n contra las leyes que contemplan la lapidaci¨®n contra las ad¨²lteras, o las que imponen que el valor de la vida de una mujer o su testimonio pesa la mitad que el de un hombre. No solo la m¨²sica da sentido a sus vidas, tambi¨¦n les ha dejado una profunda huella el lugar donde nacieron y escucharon las primeras notas de una canci¨®n que todav¨ªa les acompa?a cada vez que suben a un escenario y se sit¨²an frente al p¨²blico: "?Lo juro por Dios! Si me quitan esto, me muero. Si tengo penas, si siento alegr¨ªa o si sufro de mal de amores, necesito cantar".
"Hay m¨²sica que ha sobrevivido al pop. Existe otra vida"
"El la¨²d ha resistido la hegemon¨ªa anglosajona"
Las palabras de La Susi, una cantaora de la generaci¨®n de Camar¨®n y Paco de Luc¨ªa, suenan rotundas como una sole¨¢. A su lado, en los camerinos, procedente del Mediterr¨¢neo m¨¢s oriental y reci¨¦n llegada desde Estambul, los ojos negros de Aynur Dogan se clavan en su interlocutor. "La voz humana es uno de los sonidos del universo, pero en el caso particular de las mujeres tiene rasgos tan atractivos y sensuales que solo una mala interpretaci¨®n del islam puede intentar acallar", dice la cantante, para la que Espa?a y Turqu¨ªa se parecen. "A la geograf¨ªa de agua y de color se suman la forma de vivir, las emociones y la manera de expresarlas. Cuando cantas, por mucho que est¨¦s en la cima de una monta?a nevada, se nota el agua, la tierra y el aliento de fuego que desprende".
Una corriente que nos arrastra hasta los fados que Mariza susurra con su dulce voz. "Cuando canto, lo hago con el coraz¨®n. Por eso siento que la m¨²sica que interpreto tiene mucho de Mediterr¨¢neo, porque formo parte de una cultura donde se fusiona lo ¨¢rabe con el flamenco y las melismas. Nuestra m¨²sica habla de los sentimientos de la vida y necesitas saber llorar para poder cantar la vida y la muerte", a?ade la fadista en portu?ol. Tambi¨¦n Buika, elegant¨ªsima con uno de esos trajes que le dise?a su hermana para el escenario, pone su granito de arena en esta ocasi¨®n para describir sus ra¨ªces: "En Mallorca, a orillas del mar, empec¨¦ a tocar mis peque?os bongos, all¨ª cont¨¦ mis primeras mentiras, me fum¨¦ el primer porro, romp¨ª con mi novio y me bes¨® la primera mujer. El Mediterr¨¢neo es un nacer y un morir de muchos miedos".
Cuidadosamente emparejados -algunos, todav¨ªa guardados en las cajas- reposan en el suelo m¨¢s de cincuenta zapatos de tacones imposibles; sobre los burros cuelgan otros tantos vestidos de dise?o, en toda la gama imaginable de azules y negros. Se trata de los colores elegidos para la producci¨®n del reportaje sobre el Mediterr¨¢neo, las mujeres y el cante. A primera vista parece el escenario del rodaje de Sexo en Nueva York, pero nos encontramos en Madrid a primeros de junio, en medio de una tormenta tan fuerte, que las gotas resuenan en el techo pugnando por apagar el sonido de la m¨²sica. Bajo los focos, mirando a la c¨¢mara de Outumuro, posa la cantante sefard¨ª Yasm¨ªn Levy. Aterriz¨® la noche anterior procedente de Israel, donde vive, y es su voz la que escucha cantando Komo el pasharo que vola, una de las canciones que interpretaba su padre, investigador de la cultura y la m¨²sica jud¨ªa en la di¨¢spora. Yasm¨ªn creci¨® escuchando esa pieza tan honda que ella misma sit¨²a justo en el coraz¨®n de la m¨²sica sefard¨ª. En el Mediterr¨¢neo oriental est¨¢ la casa de Levy, y por eso eligi¨® ese tema para el?disco Mujeres de mar, de su amigo Javier Lim¨®n, en el que participan 12 cantantes y que sale a la venta el pr¨®ximo septiembre. Para completar la docena faltan Estrella Morente, Sandra Carrasco y Eleftheria Arvanitaki, que no pudieron participar en la sesi¨®n de fotos debido?a compromisos art¨ªsticos.
Como los conflictos pol¨ªticos van por un lado y las personas por otro, en los camerinos del estudio, la israel¨ª Yasm¨ªn Levy abraza tiernamente a la kurda Aynur cuando se encuentran y juntas se hacen fotos para el recuerdo. Yasm¨ªn siente que vive un momento profesional especial. Quiere descansar y tener un hijo, pero habla con mucho respeto de su "gur¨²" Antonio Molina y su intenci¨®n de grabar en el futuro un disco de copla. La Susi (Alicante, 1955), dicharachera y simp¨¢tica, se estira uno de esos vestidos ce?idos que no hay manera de mantener en su sitio y aconseja a Yasm¨ªn que para embarcarse en esa aventura escuche antes, sobre todo, a Marif¨¦ de Triana y a Juanita Reina. Junto a ellas, Mariza espera su turno para el maquillaje intercambiando confidencias de artistas con Carmen Linares. En este escenario no hay celos ni mal rollo. Todas son estrellas, pero el divismo se ha quedado fuera con la tormenta. La Shica llega arrastrando una maleta y?con una flor roja en su?melena, a lo pr¨ªncipe valiente. Genara Cort¨¦s dice con guasa que ya est¨¢ lista para las fotos. Y otra cantaora, Montse Cort¨¦s, se enfrenta a la sesi¨®n de maquillaje con su hija Ana, de a?o y medio, colgada del pecho. La ni?a suelta la teta de la madre para decir su nombre y su edad.
A estas alturas se preguntar¨¢n qui¨¦n ha juntado a todas estas mujeres, o dicho en palabras de La Shica: "D¨®nde est¨¢ el jefe". Javier Lim¨®n llega el ¨²ltimo, en vaqueros, zapatillas de deporte y el m¨®vil siempre a mano. Ha aparcado su Smart en cualquier hueco y porta su guitarra negra y el buzuqui que suenan en el ¨¢lbum por si hacen falta para las fotos. Como muchas cosas en su vida, la historia de Mujeres de mar -este disco en el que, adem¨¢s de productor, es el compositor o adaptador de los temas- empez¨® hace al menos tres a?os en un bar, en este caso un local de las afueras de Atenas. Pero antes de escuchar los sonidos inconfundibles de la m¨²sica griega hubo una conversaci¨®n entre la cantante griega Eleftheria Arvanitaki y Pedro Almod¨®var, que fue el que le recomend¨® a la int¨¦rprete que se pusiera en manos del productor de L¨¢grimas negras, el disco de Bebo Vald¨¦s y Diego el Cigala, y de Cositas buenas, de Paco de Luc¨ªa. En el primer encuentro entre productor y cantante, Eleftheria le llev¨® a un concierto de rock griego: "Fue como para un alem¨¢n escuchar a Calamaro o para nosotros o¨ªr flamenco en dan¨¦s. All¨ª los conciertos son muy largos y se rellenan con comediantes, al modo de Eugenio, tipos superserios contando chistes y todo el mundo ri¨¦ndose", recuerda ahora Lim¨®n. La cosa no empez¨® peor. Cuando Eleftheria le pregunt¨® qu¨¦ le parec¨ªa el espect¨¢culo, su respuesta no fue diplom¨¢tica: "?Pues una puta mierda! Me he hecho un mont¨®n de kil¨®metros para ver a un t¨ªo que no entiendo". Un d¨ªa despu¨¦s se encontraron en un bar, cutre y no muy grande, donde salieron a bailar los abuelos y los ni?os, algo as¨ª como una boda de un pariente de Tony Soprano, pero sin guionista. "Cuando encuentro m¨²sicas que han sobrevivido al pop y al rock, siempre me digo: ?hostia!, existe otra vida. Es como ir por la selva y encontrar un animal en extinci¨®n de 3.000 a?os de antig¨¹edad: una m¨²sica como el flamenco, que no ha sido contaminada por el capitalismo occidental".
En ese bar, Lim¨®n descubre las mejores notas griegas y empieza a darle vueltas en su cabeza a la posibilidad de grabar un disco sobre el Mediterr¨¢neo. Es una idea de los cientos que rondan su cabeza, pero en este caso los sonidos llegaron como fichas de domin¨® cayendo sobre una mesa de m¨¢rmol. "Ni lo buscaba ni he llamado a ning¨²n sitio pidiendo producciones. Solo gir¨¦ la cabeza 180 grados y mir¨¦ hacia donde nace el sol. De Grecia pas¨¦ a Mariza y el fado; luego conoc¨ª a Yasm¨ªn Levy, y m¨¢s tarde, a Aynur". La idea del disco se hizo m¨¢s palpable. El rito se repite. En cada sitio nuevo por el que pasa encuentra un lugar peque?o donde suena m¨²sica aut¨®ctona. "All¨¢ donde recalo, voy descubriendo el Candela [local madrile?o donde se escuchaba flamenco en directo a diario y del que era cliente fijo] e investigo sobre la m¨²sica que hacen". No necesita sacar tiempo extra para componer porque es lo que hace todo el rato. El productor del sello discogr¨¢fico Casa Lim¨®n saca el monedero y escoge un trozo de papel, cortado con prisas y lleno de tachones, que escribi¨® hace d¨ªas en la calle. Su inspiraci¨®n m¨¢s potente coincide de madrugada, cuando llega a casa borracho y graba letras por buler¨ªas en el m¨®vil.
Para Mujeres de mar se ha inventado una historia que transcurre alrededor de la m¨²sica mediterr¨¢nea. Solo a Mariza, Yasm¨ªn Levy y Eleftheria Arvanitaki les pidi¨® que eligieran un tema que representara su cultura y?sus ra¨ªces y que cuadrara con su trabajo; el resto son composiciones suyas, grabadas con m¨²sicos de T¨²nez, Turqu¨ªa y L¨ªbano m¨¢s las notas de su guitarra: "Es muy importante ser consciente de lo que uno no sabe, as¨ª que no dir¨¦ que soy guitarrista, simplemente acompa?o a las chicas. Mujeres de mar es un proyecto que sali¨® del coraz¨®n y en el que el flamenco que soy como m¨²sico ha impregnado de manera natural los temas. Les he dejado mi impronta y ellas me han clavado un punz¨®n por detr¨¢s. Nos hemos contaminado".
El ¨¦xito de un trabajo as¨ª tiene que ver con el desorden y el caos de Lim¨®n, que siempre anda metido en cuarenta proyectos diferentes. Yasm¨ªn Levy cuenta c¨®mo le entreg¨® la melod¨ªa ladina a Lim¨®n y a los pocos d¨ªas le mand¨® la guitarra que la acompa?a por correo electr¨®nico. Y lo mismo con Mariza: "Busqu¨¦ un fado muy antiguo que hac¨ªa tiempo que quer¨ªa interpretar y se lo envi¨¦. Nunca pens¨¦ que se lo iba a quedar, pero al mes y medio, cuando llegu¨¦ a su estudio, el tema se hab¨ªa transformado en algo lleno de sonoridades". Sonidos que remiten al flamenco y que, siguiendo el consejo de su amigo Enrique Morente -"cuando hagas un tema que no pertenece a ning¨²n palo, inv¨¦ntatelo"-, convirti¨® despu¨¦s en los cr¨¦ditos del ¨¢lbum en un pasodoble turco, un aire adri¨¢tico, un tradicional griego o un soniquete del Kurdist¨¢n. La canci¨®n Beso liban¨¦s, que canta Montse Cort¨¦s, refleja bien su manera de componer. Lim¨®n la escuch¨® por primera vez en Beirut. Se trataba del cuarto corte del CD de un m¨²sico, una melod¨ªa que destroz¨® su alma. "Cuando les cuento que me gusta mucho, descubro que es la ¨²nica que no ha compuesto el artista y que se trata de una canci¨®n popular cuyos or¨ªgenes se pierden en las monta?as de Irak". Por la tarde, cuando entra en la tienda de Virgin de la capital libanesa, se compra un disco por una portada que le gusta -"ten¨ªa un azul y un dorado que me molaban"- y lo guarda en la maleta antes de acudir a un concierto donde suena el mismo tema. "Estamos hablando de la canci¨®n m¨¢s versionada en lengua ¨¢rabe. Al d¨ªa siguiente,?en Lisboa me encuentro a un cantante de fados con el f¨ªsico de Pavarotti, voz templada y profunda, que me ense?a su disco, y all¨ª estaba el tema otra vez. Tantas casualidades no pod¨ªan ser una coincidencia, as¨ª que hice una letra nueva en castellano".
cuando javier lim¨®n lleg¨® a ir¨¢n descubri¨® que "las mujeres que mejor cantan del mundo no pueden hacerlo en p¨²blico" y decidi¨® dedicarles este homenaje, porque la m¨²sica corre como el agua que se cuela por las rendijas, sin que se pueda detener. El ejemplo m¨¢s claro ser¨ªa el de los negros que abandonaron ?frica convertidos en esclavos,?repartidos por el continente americano, como el que riega con canela un bizcocho. Pero en cada lugar dejaron su m¨²sica. En Argentina crearon el tango, que es de origen negro; luego, el candombl¨¦, la cumbia, la salsa, el jazz y hasta el rock. "Les arrebataron su paisaje, comida, religi¨®n y lenguaje, pero la m¨²sica no pudieron quit¨¢rsela. Los ritmos son los mismos en Angola o Zimbabue que en Nueva Orleans o Cuba. En el Mediterr¨¢neo es igual. La guitarra flamenca y el la¨²d han resistido a la hegemon¨ªa anglosajona".
En el estudio de Madrid donde hoy se juntan int¨¦rpretes de estilos dispares, todo est¨¢ listo para la foto grupal. Vestidas en toda la gama crom¨¢tica de azules, posan para El Pa¨ªs Semanal. Solo despu¨¦s del clic, cuando Outumuro da el visto bueno para las fotos y la estilista Ren¨¦e L¨®pez de Haro devuelve los trajes a los burros, surge una fiesta improvisada por buler¨ªas. Ya no importan ni el maquillaje ni los vestidos de dise?o. Solo es un grupo de artistas para las que el cante es un don con el que se nace y se vive.
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