Irak ante s¨ª mismo
Estados Unidos termina una guerra que no ha podido ganar y deja atr¨¢s un pa¨ªs arruinado
Estados Unidos ha puesto fin a una guerra que no debi¨® comenzar nunca. Y lo ha hecho en unas condiciones en las que no puede ni proclamar la victoria ni tampoco reconocer la derrota, porque las causas alegadas para invadir Irak fueron falsas, la estrategia sobre el terreno, equivocada, y los objetivos perseguidos, imprecisos y cambiantes. Puesto que las armas de destrucci¨®n masiva que sirvieron de excusa a esta guerra resultaron ser una deliberada manipulaci¨®n, sus promotores pasaron a justificarla como un intento de llevar la democracia a Irak. Es decir, trataron de ocultar detr¨¢s de una causa noble unos medios que desde el comienzo fueron abyectos.
El balance de muertos y heridos que deja esta guerra ser¨¢ siempre un acta de acusaci¨®n contra quienes la desencadenaron, despreciando la legalidad y las instituciones internacionales en nombre de valores que traicionaban en el mismo momento de invocarlos. M¨¢s de 100.000 civiles iraqu¨ªes han perdido la vida en el conflicto, adem¨¢s de 4.700 soldados de la coalici¨®n, la mayor¨ªa de ellos estadounidenses. Estados Unidos, por otra parte, ha gastado cerca de 800.000 millones de d¨®lares en la aventura, e Irak es hoy un pa¨ªs arruinado y con pocas esperanzas de estabilidad.
Contemplada en perspectiva, la frivolidad de las decisiones que condujeron a esta guerra, escenificada en la cumbre de las Azores entre Bush, Blair, Aznar y Dur?o Barroso, es una prueba de la facilidad con la que gobernantes elegidos democr¨¢ticamente pueden desencadenar una tragedia est¨¦ril, y colocar al mundo al borde de la cat¨¢strofe, cuando una mezcla letal de megaloman¨ªa mesi¨¢nica y ensue?os ideol¨®gicos inspira sus acciones.
El presidente Obama ha deso¨ªdo las voces que le reclamaban prolongar la presencia de las tropas de combate en Irak m¨¢s all¨¢ del pr¨®ximo d¨ªa 31, l¨ªmite comprometido para la retirada durante su campa?a electoral y que cumple antes de plazo. Mantenerlas por m¨¢s tiempo no hubiera garantizado que las fuerzas iraqu¨ªes estuvieran en condiciones de asumir entonces la seguridad del pa¨ªs; tan solo se habr¨ªa aplazado el momento de que los iraqu¨ªes se enfrenten a un problema que nadie podr¨¢ resolver por ellos. EE UU no retira los 50.000 soldados encargados de adiestrar a las nuevas fuerzas armadas.
Las fuerzas pol¨ªticas iraqu¨ªes siguen sin alcanzar un acuerdo para formar Gobierno tras las elecciones de marzo. Esta ha sido una de las razones alegadas por los partidarios de retrasar la retirada estadounidense. Pero tambi¨¦n puede servir en sentido contrario: mientras las tropas estuvieran en Irak, los l¨ªderes electos no tomar¨ªan conciencia de las urgentes responsabilidades que les incumben. Su pa¨ªs fue v¨ªctima de un grav¨ªsimo atropello, que ni siquiera la presencia de un tirano como Sadam Husein pod¨ªa justificar. Pero en sus manos est¨¢ ahora evitar que ese atropello d¨¦ la victoria a quienes, despu¨¦s de combatir a los norteamericanos durante siete a?os, no dudar¨¢n en volver sus armas contra los iraqu¨ªes para sojuzgarlos de nuevo.
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