Sarkozy tras Berlusconi

Un l¨ªder tan pendiente de los gestos como Nicolas Sarkozy no inicia la expulsi¨®n de rumanos de origen gitano decidida a finales de julio sin calcular las consecuencias. Y lo que, sin duda, ha valorado en ese c¨¢lculo son los beneficios de la medida para su maltrecha popularidad antes que cualquier otra consideraci¨®n, incluido el objetivo declarado de luchar contra la delincuencia. Dej¨¢ndose arrastrar por un populismo creciente en Europa, algunos de cuyos argumentos e iniciativas viene adoptando con la excusa de combatirlo, Sarkozy pretende exhibirse como ejecutor implacable de la ley, no para que esta sea respetada, sino para concentrar las miradas sobre ¨¦l y su supuesta determinaci¨®n pol¨ªtica.

Sarkozy no est¨¢, simplemente, expulsando a varios cientos de gitanos que viven en improvisados campamentos, sino que est¨¢ deportando a ciudadanos europeos de nacionalidad rumana cuya etnia deber¨ªa resultar irrelevante, de acuerdo con los principios que defienden la Uni¨®n y la propia Rep¨²blica Francesa. Al colocar la etnia en el origen mismo de la medida, Sarkozy y su Gobierno est¨¢n vulnerando la mejor tradici¨®n de la que puede enorgullecerse Francia, que adem¨¢s contribuy¨® a extenderla por Europa y el resto del mundo.

Pero, adem¨¢s, est¨¢n derogando la presunci¨®n de inocencia para un grupo de personas que no por residir ilegalmente en Francia son culpables de ning¨²n delito. Aparte de estigmatizar a los gitanos convirti¨¦ndolos en chivos expiatorios de la inseguridad ciudadana, Sarkozy est¨¢ cometiendo un grave atropello contra la dignidad y el honor de ciudadanos concretos -incluidos ni?os nacidos y escolarizados en Francia-, expulsados como delincuentes sin que ning¨²n tribunal haya establecido que lo sean. ?O es que la dignidad y el honor se adquieren con los papeles y depende de que se viva o no en un campamento?

La medida de Sarkozy guarda una estrecha semejanza con la adoptada en Italia por Silvio Berlusconi y puede anticipar las de otros Gobiernos de la Uni¨®n. La exclusi¨®n social de los gitanos es generalizada en Europa, hasta el punto de que su condici¨®n de ciudadanos parece estar pasando progresivamente a segundo plano. El Gobierno franc¨¦s ha asumido una grave responsabilidad en este proceso, no menor que la del italiano en su d¨ªa; una responsabilidad que consiste en poner el Estado de derecho, no al servicio de la igualdad y la justicia, sino de las necesidades pol¨ªticas de los l¨ªderes en cada momento.