Y ahora, ?qu¨¦?
Las ¨²ltimas tropas de combate de EE UU pondr¨¢n fin el martes a siete a?os de ocupaci¨®n. Atr¨¢s dejan un Estado empobrecido, inseguro y corrupto, donde amplias zonas del pa¨ªs carecen de agua y luz. La reconstrucci¨®n ha sido una entelequia.
Hay quien habla de la ¨¦poca dorada de Irak, cuando el general Abdel Karim Kassem derroc¨® al rey Faisal II en 1958 y durante un lustro se emprendieron reformas agr¨ªcolas aplaudidas por los campesinos, se fundaron sindicatos profesionales y se autorizaron los partidos pol¨ªticos. Hubo cierta estabilidad, pero desde el asesinato de Kassem en 1963 y tras la llegada del partido Baaz al poder todo ha ido a peor. Durante el r¨¦gimen fascista de Sadam Husein, o eras del Baaz o no hab¨ªa nada que hacer", sentencia el profesor de lengua ¨¢rabe Hadi Atia. "Sent¨ª una gran felicidad cuando Sadam fue ejecutado". A sus 70 a?os, Atia, de confesi¨®n chi¨ª, no distingue periodos mejores en la dram¨¢tica historia reciente de Irak. "Desde que nac¨ª quiz¨¢ he tenido una hora de felicidad: cuando vi derribar la estatua de Sadam. Despu¨¦s ya sabemos lo que vino".
Los iraqu¨ªes se temen lo peor. Lo que ocurri¨® en 2006 y 2007, cuando chi¨ªes y sun¨ªes se enzarzaron en una guerra
En el polvoriento horno iraqu¨ª, a 50 grados cent¨ªgrados, la gente solo tiene cuatro horas de electricidad al d¨ªa
El Ministerio de Sanidad afirma que Irak dispone de 35.000 camas en hospitales cuando son necesarias 90.000
M¨¢s de 300.000 chavales no han pisado nunca una escuela y el 65% de los iraqu¨ªes no sabe manejar un ordenador
Bagdad es un laberinto de muros de hormig¨®n en torno a los edificios oficiales, los mercados y los barrios conflictivos
Primero, la anarqu¨ªa. Los saqueos fueron contemplados con desidia por las tropas norteamericanas. Edificios oficiales y cuarteles que no hab¨ªan sido bombardeados fueron desvalijados, incendiados; el Museo de Arqueolog¨ªa, expoliado; muchas universidades, arrasadas. "En la de Nasiriya, excavaron hasta alcanzar los cimientos para llevarse el cemento", comenta Hasan Hadi, profesor de la Universidad de Bagdad. Washington decidi¨® en aquellos d¨ªas de 2003 desmantelar de un plumazo el Ej¨¦rcito iraqu¨ª, expulsar a los funcionarios sospechosos de pertenencia al Baaz, al que declar¨® ilegal, y foment¨® el retorno de una ¨¦lite pol¨ªtica exiliada que se ha revelado nefasta.
"Deber¨ªamos estar avergonzados de c¨®mo hemos dirigido el pa¨ªs. Irak puede dirigirse hacia un sistema totalitario, lo queramos o no", admit¨ªa d¨ªas atr¨¢s el vicepresidente Adel Abdul Mahdi, uno de esos expatriados a los que la Administraci¨®n de George Bush ayud¨® en su retorno. Muchos iraqu¨ªes no creen que fuera un error. Opinan que Irak, donde hoy se palpan la venganza, la corrupci¨®n, el desasosiego y el desgobierno -cinco meses y medio despu¨¦s de las elecciones, los partidos son incapaces de pactar un Ejecutivo-, fue arrasado deliberadamente. As¨ª que resulta dif¨ªcil discernir a qui¨¦n odia m¨¢s la poblaci¨®n. ?A Estados Unidos o a los l¨ªderes pol¨ªticos nacionales? Pero sobre todo, diez d¨ªas despu¨¦s de que las unidades de combate estadounidenses abandonaran el pa¨ªs, se respira una angustiosa incertidumbre y una esquizofrenia parad¨®jica. Por mucho que aborrezcan a "los americanos", muy pocos desean que se marchen. Se temen lo peor. Lo que ya sufrieron en 2006 y 2007, cuando los chi¨ªes -aplastados sin piedad por el s¨¢trapa Sadam durante un cuarto de siglo- y sun¨ªes se embarcaron en una guerra canalla despu¨¦s de la explosi¨®n que destruy¨®, en febrero de 2006, un importante mausoleo chi¨ª en Samarra, un centenar de kil¨®metros al norte de la capital.
Son ya tres d¨¦cadas de desastre en desastre. La devastadora guerra contra Ir¨¢n (1980-1988) dio pas¨® a la invasi¨®n de Kuwait (1990) y a la guerra del Golfo (1991). Despu¨¦s, 12 a?os de embargo econ¨®mico decretado por Naciones Unidas sumi¨® al pa¨ªs en una profunda depresi¨®n. Y tras siete a?os y medio de invasi¨®n angloamericana, Irak es un pa¨ªs insufrible que ahora est¨¢ solo. Las grandes ONG tampoco trabajan en el aqu¨ª. "Hablar de progreso en Irak es una broma. Quienes se marchan dejan el pa¨ªs sumido en el caos. La idea de que ha terminado la ocupaci¨®n y que los 50.000 soldados de Estados Unidos son un cuerpo de asesores es rid¨ªcula. Adem¨¢s, hay 11.000 agentes de seguridad extranjeros para proteger los intereses estadounidenses", critica la ONG brit¨¢nica Stop the War.
Bagdad es un laberinto de muros de hormig¨®n que cercan todos los edificios oficiales, los mercados y algunos barrios especialmente conflictivos. Centenares de calles han sido cortadas por bloques de cemento. Alcanzar una direcci¨®n en coche, aunque se halle a 300 metros, exige a menudo un rodeo de tres kil¨®metros sorteando algunos de los cientos de controles policiales -a veces del Ej¨¦rcito- que salpican la capital y provocan un sinf¨ªn de atascos. Bajo toldos sujetados por cuatro barras de hierro o madera, los uniformados manejan unos artilugios que valen 6.000 euros y que presuntamente detectan explosivos o armas. Simplemente, no funcionan. Nada funciona. Casi nada se ha reconstruido. El diplom¨¢tico estadounidense Paul Bremer, director de la Autoridad Provisional de la Coalici¨®n en 2003, proclamaba que la reparaci¨®n de la red el¨¦ctrica era una prioridad. No escasean lugare?os que recuerdan con sorna esas palabras.
En el polvoriento horno iraqu¨ª -50 o m¨¢s grados cent¨ªgrados, 35 por la noche- los ciudadanos disponen de energ¨ªa el¨¦ctrica cuatro horas al d¨ªa, en el mejor de los casos. En la periferia del pa¨ªs es mucho peor. En cada visita de este periodista, a poco que se prolongue m¨¢s de media hora, indefectiblemente la luz se apaga. Hay que ingeni¨¢rselas. Infinidad de hogares disponen de un peque?o generador que permite encender bombillas y ventiladores. Gruesas mara?as de cables sobrevuelan las calles sin asfaltar, y muchos barrios disponen de generadores m¨¢s potentes instalados por ciudadanos que, a su aire, suplen a un Estado ausente. Tampoco es extra?o que alguna de la pl¨¦yade de milicias controle a su antojo el generador.
Una sonrisa ir¨®nica emerge en los rostros de muchos iraqu¨ªes cuando se pronuncia la palabra reconstrucci¨®n. Y tambi¨¦n de algunos occidentales. Habla una persona que conoce al dedillo la Zona Verde, el reducto fortificado de 11 kil¨®metros cuadrados, sede de los palacios del dictador ahorcado en diciembre de 2006: "El discurso oficial dice que todo va bien. Y una mierda. Un alto porcentaje de las ayudas a la cooperaci¨®n se dedica a formar militares y polic¨ªas. Hay 47 compa?¨ªas privadas de seguridad. Ya no importan los pozos o los hospitales. Se destinan los fondos a rehabilitar un hospital, pero los supervisores estadounidenses no van a comprobarlo. Los intermediarios dicen que todo va bien, pero no se hace nada o casi nada". Se embolsan el dinero.
La inversi¨®n en seguridad es ingente. Y aunque la situaci¨®n ha mejorado respecto a 2007, cunden las dudas sobre el futuro inmediato. El primer ministro, el chi¨ª Nuri al Maliki, afirm¨® el 12 de agosto que el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa de Irak ser¨¢n capaces de proteger la seguridad despu¨¦s de la retirada total -mucha gente duda de que se lleve a cabo- de los militares estadounidenses en 2011. No lo cree as¨ª el jefe del Estado Mayor, Babakir Zebar: "El Ej¨¦rcito no estar¨¢ consolidado y no ser¨¢ capaz de garantizar la seguridad hasta 2020. EE UU deber¨ªa mantener tropas en Irak hasta entonces". El preso Tarek Aziz, ex ministro de Exteriores de Sadam y nada sospechoso de albergar simpat¨ªas por EE UU, afirmaba recientemente al diario The Guardian: "Con la retirada de las tropas de combate, Barack Obama ha entregado el pa¨ªs a los lobos. Somos v¨ªctimas de Estados Unidos y del Reino Unido. Mataron a nuestro pa¨ªs de muchas formas". Nadie las tiene todas consigo. "Las tropas de combate volver¨ªan a Irak si el Ej¨¦rcito iraqu¨ª fracasara completamente", apuntaba el general al mando de las tropas estadounidenses, Ray Odierno. Sin que desaparezcan los coches bomba y los asesinatos de polic¨ªas y jueces, perpetrados a menudo con pistolas con silenciador, ser¨¢ imposible mejorar el desolador panorama para los 25 millones de iraqu¨ªes (alguna organizaci¨®n habla de 33 millones). Unas pinceladas.
El desempleo, seg¨²n Naciones Unidas, se sit¨²a en el 30%, aunque hasta hace poco aseguraba que era del 50%. Nadie puede fiarse demasiado de las cifras oficiales, sobre todo porque en Irak no hay censo. Pero de la poblaci¨®n activa, el 80% o 90% trabaja en el Ej¨¦rcito, la Polic¨ªa, la Administraci¨®n o en la industria del petr¨®leo. Solo el Ministerio del Interior emplea a 600.000 personas. Los dem¨¢s se buscan la vida y aguardan a comprobar si se afianzan las promesas -castillos en el aire, de momento- que se pregonan.
El Banco Central acaba de reducir el nivel de reservas que se exige a los bancos, del 20% al 15%, para fomentar la inversi¨®n. Pero el cr¨¦dito al sector privado apenas existe. Entre otros motivos porque hablar de sector privado es pura fantas¨ªa en un pa¨ªs donde la econom¨ªa subterr¨¢nea domina el panorama y donde el Estado recauda el 95% de sus ingresos de la exportaci¨®n de m¨¢s de dos millones de barriles de petr¨®leo al d¨ªa, muy por debajo de lo que se vend¨ªa al exterior all¨¢ por 1979.
Mill¨®n y medio de iraqu¨ªes han abandonado sus hogares -paulatinamente comienzan a regresar-, desplazados por la org¨ªa de violencia sectaria que acarre¨® la muerte de 3.000 civiles cada mes durante 2007. Entonces, apenas se pod¨ªa salir de casa. Eran tiempos en que se secuestraba a grupos de personas que eran entregados a una milicia de otra confesi¨®n. Acababan en vertederos. Con la cabeza seccionada. Incluso hab¨ªa que pagar dinero por recuperar los cad¨¢veres de la morgue. Ahora son unas 300 las v¨ªctimas cada mes. 100.000 civiles han perecido desde el 20 de marzo de 2003, d¨ªa del inicio de la invasi¨®n. M¨¢s de un mill¨®n de refugiados residen en el extranjero. Algunas fuentes calculan que son tres los millones de huidos.
M¨¢s de 300.000 chavales entre 10 y 18 a?os no han pisado nunca una escuela y el 65% de los iraqu¨ªes no sabe manejar un ordenador. Hay un mill¨®n de viudas y tres millones de hu¨¦rfanos. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas precisa que un mill¨®n de iraqu¨ªes bordea el hambre. Y eso que el 90% de la poblaci¨®n recibe cierta cantidad de alimentos cada mes. Fuera de Bagdad, donde en los a?os ochenta las escaleras mec¨¢nicas que cruzaban las autopistas sorprend¨ªan a los visitantes for¨¢neos, menos del 70% de la poblaci¨®n dispone de agua potable, y en las zonas rurales, menos de la mitad. "Hoy tengo que poner un filtro en el grifo. Antes no era necesario en Bagdad", comenta Abu Sattar, un comerciante de especias del mercado de Shorja. Ni siquiera el 10% de los hogares est¨¢ conectado a la red de alcantarillado fuera de la capital.
Abu Sattar tiene 49 a?os mal llevados, tal vez por sus 12 de servicio en el Ej¨¦rcito durante la guerra contra Ir¨¢n y tras la invasi¨®n de Kuwait. "Me alegro de que capturaran a Sadam. Perd¨ª a un hermano en la guerra y 12 a?os de mi vida en filas", se arranca. "Antes de 2003 no pod¨ªamos vender casi nada por el embargo. Si ve¨ªamos a alguien comer un pl¨¢tano, ya sab¨ªamos que era rico. Despu¨¦s hubo una revoluci¨®n en la importaci¨®n", cuenta el mercader. M¨¢s bien se trat¨® del desmadre en el control de las fronteras. "Antes de 2003 hab¨ªa poco g¨¦nero, pero era m¨¢s barato y la gente ten¨ªa algo de dinero. Ahora, los productos son m¨¢s caros y la gente tiene menos dinero. La situaci¨®n ha empeorado. Yo gano la mitad que antes de 2003".
Y es que la situaci¨®n del sector agr¨ªcola es catastr¨®fica. Cuatro a?os de severa sequ¨ªa y el alistamiento de miles de campesinos en el Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa han dejado al campo sin labriegos. Se aprecia, dicen los comerciantes, en el suministro. Abu Yusef, bagdad¨ª de 49 a?os, inquilino de las c¨¢rceles de Mosul, Basora y Abu Ghraib durante cuatro a?os e indultado en 2008, trabaja en una tienda de frutas y hortalizas en el c¨¦ntrico barrio de Karrada. "Mi situaci¨®n econ¨®mica antes de 2003 era mejor. Ten¨ªa una granja y hac¨ªa trabajos de jardiner¨ªa". Lo perdi¨® todo y ahora no comprende la incompetencia de unos funcionarios cuya falta de cualificaci¨®n produce estupor a diplom¨¢ticos extranjeros. "Antes import¨¢bamos muchas verduras. Pero ahora el Gobierno lo ha prohibido para fomentar la agricultura local, aunque no hay fertilizantes, agua ni trabajadores. Durante el Ramad¨¢n nos han autorizado a importar. No sabemos qu¨¦ suceder¨¢ cuando termine". Dif¨ªcil ser¨¢ promover la agricultura cuando los organismos oficiales son casi la ¨²nica fuente formal de empleo. Buena parte de los nuevos soldados y reclutas son campesinos que se aferran al Ej¨¦rcito -un oficial puede ganar alrededor de 600 euros- como escapatoria a sus penurias. "Am¨¦rica es culpable de lo que sucede. Son los poderosos", asevera Abu Yusef, aunque se apresura a precisar: "El Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa iraqu¨ª no est¨¢n preparados. Tampoco el Gobierno. Preferir¨ªa que los americanos se quedaran y gobernaran Irak. Si quisieran, podr¨ªan hacerlo. Los pol¨ªticos iraqu¨ªes solo complican las cosas. Solo se preocupan por el dinero y c¨®mo sacarlo del pa¨ªs".
Abu Ghasan, 50 a?os, nacido en Kut, al sur de Bagdad, regenta un almac¨¦n de dulces. Lo tiene claro. "Todo ha empeorado desde 2003. Es muy sencillo: no hay empleo. Durante el Gobierno de Sadam, much¨ªsimos iraqu¨ªes trabajaban para el Gobierno o el Ej¨¦rcito, y hoy se practica la misma pol¨ªtica. El ¨²nico cambio a mejor es que hoy puedes despotricar sobre el primer ministro. Pero creo que incluso esto ser¨¢ temporal. No soy optimista. Los pa¨ªses vecinos tampoco dejar¨¢n de meter las manos en nuestro pa¨ªs".
Se ha habituado a la desesperaci¨®n Alaa Taha Omram, madre de dos hijos, licenciada en lengua persa y nacida en Al Duri, en la provincia de Saladino, patria chica de Sadam Husein. No esconde su nostalgia por los tiempos pasados esta mujer que camina sin hiyab por las calles. "No soy religiosa", enfatiza, aunque porte la etiqueta de sun¨ª. Trabajaba en el cuartel general del Partido Baaz. "Ten¨ªa una vida estable. Iba donde quer¨ªa incluso a medianoche. Ya es imposible. Antes pod¨ªa dar mi nombre y direcci¨®n sin problemas, pero ahora tengo miedo a darlo en los organismos oficiales para no ser controlada. Trabajo en una empresa de importaci¨®n y exportaci¨®n, algo que no se corresponde con mi cualificaci¨®n, y mi salario es m¨¢s alto, pero los precios han subido m¨¢s que los sueldos". Especialmente la gasolina, que cuesta 10 veces m¨¢s que en 2003.
No es que niegue las carnicer¨ªas perpetradas por Sadam, pero Alaa expone un argumento cuando menos peculiar. "Claro que la gente mor¨ªa, es cierto, pero esas muertes se escond¨ªan. No se ve¨ªan los cad¨¢veres". "Me encantar¨ªa", prosigue, "que hubiera democracia, pero no estamos preparados. Los pol¨ªticos hablan de democracia, como los americanos hablan de reconstrucci¨®n, pero no se ha hecho nada. ?No lo ves?". Con todo, a?ade: "No es momento para que los soldados de Estados Unidos se retiren. Estallar¨¢ el caos. Ellos son capaces de controlar a los partidos pol¨ªticos. Alguien tiene que poner orden. Aunque detesto a los norteamericanos es mejor un poco de maldad que la maldad absoluta. Deben permanecer no para patrullar las calles, sino para meter en cintura al Gobierno. Temo que el pa¨ªs pueda ser desmembrado. Los kurdos por un lado; los chi¨ªes, por otro, y los sun¨ªes, sin nada".
Camino de Sadeq -un pueblo agr¨ªcola con muchos cultivos ahora abandonados, en la provincia de Diyala-, los controles militares se encadenan cada pocos kil¨®metros. All¨ª vive Kassem Kadhim, que recuerda las perrer¨ªas que Al Qaeda y la milicia chi¨ª del cl¨¦rigo Muqtada al Sader cometieron en el aciago bienio. Kassem, un radi¨®logo de 34 a?os, explica lo que sucede en los hospitales. "Antes de la ca¨ªda del r¨¦gimen trabajaba en el hospital de Baquba. Ganaba 15 d¨®lares (12 euros) al mes, una miseria. Tom¨¢bamos dinero de los pacientes, unos pocos dinares que serv¨ªan para hacerse con un par de d¨®lares al d¨ªa. Desde 2003 todo cambi¨®. Ahora gano 550 euros, pero el equipo del que disponemos es el mismo que el de hace una d¨¦cada. Solo se han pintado las paredes del hospital, el dinero destinado a comprar equipos m¨¦dicos se lo embols¨® la red corrupta de contratistas iraqu¨ªes". Desde hace un par de a?os acude a diario a otro hospital, el de Sadeq. "Voy muy temprano, ficho y despu¨¦s de consultar mis p¨¢ginas web preferidas me largo. El equipo de rayos X no funciona y no prestamos servicio a los pacientes. Me siento in¨²til. Al menos en Baquba, durante la guerra civil entre sun¨ªes y chi¨ªes, acababa la jornada cubierto de sangre, pero hac¨ªa mi trabajo". El estado del sistema sanitario es deplorable. Los bagdad¨ªes se quejan de que las cl¨ªnicas no disponen de muchos medicamentos, otros est¨¢n caducados o son f¨¢rmacos de p¨¦sima calidad. El Ministerio de Sanidad asegura que Irak dispone de 35.000 camas en hospitales cuando son necesarias 90.000. "Para cualquier petici¨®n profesional tienes que sobornar al funcionario para luego no conseguir nada. Todo apesta a corrupci¨®n. El Gobierno no se preocupa de la gente, nos compra con los salarios. Esto es la jungla. Los chi¨ªes nunca han tenido el poder ni el dinero, y ahora est¨¢n ansiosos", se indigna Kassem, ¨¦l mismo chi¨ª. Transparencia Internacional afirma que Irak es el quinto pa¨ªs m¨¢s corrupto del mundo. Tampoco se priva el radi¨®logo de mostrar su rechazo a los americanos. Pero al igual que a gran parte de los iraqu¨ªes le produce m¨¢s temor sus dirigentes que el invasor.
Ex militar reconvertido en electricista, Hashem Kadhim, hermano de Kassem, explica que "hay que pagar sobornos a todos". "Necesitamos", agrega, "empresas extranjeras para la reconstrucci¨®n. Aqu¨ª son todos como los ladrones del cuento de Al¨ª Bab¨¢. Mira las carreteras. Deben tener 20 cent¨ªmetros de grosor de asfalto, y acaban teniendo 7. Trabaj¨¦ en la Zona Verde un a?o. Vi c¨®mo los pol¨ªticos se apropiaban de viviendas que no eran suyas, c¨®mo se hac¨ªan con coches blindados y contaban con decenas de agentes de seguridad a su servicio. He visto c¨®mo alg¨²n ministro se largaba de Irak despu¨¦s de desfalcar millones. He visto c¨®mo los contratistas iraqu¨ªes se quedaban con la mitad del salario de los empleados, c¨®mo se pagaban por bloques de hormig¨®n diez veces el precio real". Hassem acompa?a a su hu¨¦sped en un paseo por el pueblo. Junto a las casas de ladrillo o adobe, algunas viviendas se ven espaciosas, varias plantas construidas con buenos materiales. "No creas que pertenecen a pr¨®speros comerciantes. Son de suboficiales de rango menor que han robado todo lo que han podido", comenta indignado.
El escritor Amin Maaluf describe en su libro Las cruzadas vistas por los ¨¢rabes c¨®mo se las gastaban los crueles invasores cristianos, pero tambi¨¦n las eternas reyertas, intrigas palaciegas, asesinatos e incluso alianzas con los jefes cristianos orquestadas por los emires musulmanes. Casi un milenio despu¨¦s, los l¨ªderes iraqu¨ªes parecen seguir la misma pauta, despu¨¦s de que el ocupante organizara el sistema pol¨ªtico en torno a las diferentes sectas y etnias, seguramente como estas deseaban. "?Pero si nos peleamos por los Madrid-Barcelona!", r¨ªe Kassem, el radi¨®logo. "Ya he perdido la esperanza de que esto pueda mejorar. Muchos de mis compa?eros fueron asesinados o partieron al exilio. Si pudiera, quemar¨ªa Irak para luego marcharme. Odio este pa¨ªs", lamenta Alaa, la baazista laica. "Solo el odio a los estadounidenses une a chi¨ªes y sun¨ªes. Hay optimistas que dicen que es posible la reconciliaci¨®n entre ambas sectas. Te digo la verdad: no es posible", afirma un hombre que prefiere ocultar su identidad.
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