El quiosquero errante

Miguel Pe?a va a cumplir 56 a?os y lleva al frente de su quiosco m¨¢s de 30. En pocos d¨ªas perder¨¢ su sitio, en Gran V¨ªa 26, porque entorpece la ampliaci¨®n del paso de cebra que une la calle de la Montera con la de Fuencarral. La inauguraci¨®n la semana que viene del que, dicen, ser¨¢ el cruce de peatones m¨¢s grande de Espa?a -pasar¨¢ de 11 a 25 metros- no le ha hecho ninguna gracia a Pe?a que, harto de mudanzas, est¨¢ seguro de que perder¨¢ clientes.

En su nueva ubicaci¨®n, en el n¨²mero 33, estar¨¢ flanqueado por otros dos quiosqueros, a los que tampoco les entusiasma la idea de compartir beneficios y amenazan con recurrir la decisi¨®n municipal. "Estoy convencido de que voy a palmar. Casi seguro. Esta calle atrae a mucha gente, tengo el sem¨¢foro al lado, mis clientes fijos de toda la vida... La gente se acomoda: si ma?ana no est¨¢ aqu¨ª el quiosco, no van a venir al n¨²mero 33 a buscarme. Tengo que empezar de cero, volver a ganarme a los clientes", lamenta Pe?a. "La ¨²nica esperanza es que tendr¨¦ enfrente el Palacio de la M¨²sica y algo de gente me traer¨¢".

Sus competidores amenazan con recurrir la decisi¨®n municipal

Los nuevos vecinos de Pe?a ser¨¢n los quiosqueros Juan Carlos Lefort, en el n¨²mero 27, y Rosa Tomeo, en el 37. Ambos, con todo su respeto al nuevo, prefieren que le manden a otro sitio. "Si ya no nos comemos una rosca, no s¨¦ que pretenden ahora poni¨¦ndonos otro. No hay un solo quiosco desde Fuencarral hasta Barquillo: ?Por qu¨¦ no le llevan all¨ª?", se pregunta Tomeo, tan enfadada que asegura que en cuanto se haga oficial el traslado recurrir¨¢ la decisi¨®n porque incumple la ordenanza municipal. Seg¨²n la quiosquera, les separar¨¢n apenas 50 metros cuando la normativa establece un m¨ªnimo de 125.

El disgusto de Pe?a tiene mucho que ver con que esta es ya su tercera mudanza obligada. Cuando termin¨® la mili comenz¨® a vender peri¨®dicos en el n¨²mero 24 de la Gran V¨ªa, frente a lo que entonces era el C¨ªrculo Mercantil, hasta que se instal¨® all¨ª una sede municipal y lo trasladaron frente al edificio de la Telef¨®nica. No tard¨® mucho en irse porque a la compa?¨ªa no le hac¨ªa ninguna gracia tener el tenderete en su puerta. Fue entonces, en 2004, cuando se mud¨® al que, en cuanto instalen la luz en su nueva ubicaci¨®n, dejar¨¢ de ser su puesto. "Yo no voy a recurrir porque ser¨ªa una p¨¦rdida de dinero, tiempo y categor¨ªa. Van a a hacer lo que les d¨¦ la gana igual", concluye el quiosquero.