Encuestas para la selecci¨®n de los mejores
La pol¨¦mica que se est¨¢ viviendo en torno a las primarias del Partido Socialista de Madrid ha planteado una cuesti¨®n de sumo inter¨¦s: ?es leg¨ªtimo emplear las encuestas para seleccionar candidatos? Pensamos que s¨ª y trataremos de demostrar por qu¨¦ en este art¨ªculo.
Una de las cuestiones m¨¢s complejas que se plantean en econom¨ªa es saber exactamente en qu¨¦ momento del ciclo econ¨®mico se encuentra un pa¨ªs. La crisis actual refleja bien esa compleja cuesti¨®n. La dificultad en saber en qu¨¦ momento del ciclo econ¨®mico nos encontramos hace que sea dif¨ªcil encontrar a priori el equilibrio adecuado entre, por ejemplo, medidas de est¨ªmulo y medidas de contenci¨®n del gasto. Lo ¨²nico que existe son pues indicios, indicadores que a lo sumo son aproximados. Sobre esa base los pol¨ªticos deben tomar decisiones econ¨®micas.
Si alguien tiene m¨¢s posibilidades de ganar, debe ser fichado. Es el caso de Trinidad Jim¨¦nez
En pol¨ªtica pasa algo muy parecido a lo que ocurre en econom¨ªa. Es muy dif¨ªcil saber en qu¨¦ momento del "ciclo" pol¨ªtico se encuentra un partido o un candidato. A lo sumo, contamos con indicadores indirectos, con indicios. Esos indicios se llaman encuestas. A trav¨¦s de ellas podemos saber, de manera aproximada, en qu¨¦ medida un partido o un candidato tiene posibilidades de ganar en unas elecciones.
La comparaci¨®n que hacemos entre los ciclos pol¨ªtico y econ¨®mico pone de manifiesto que las encuestas adquieren su m¨¢xima relevancia sobre todo en el momento en que los pol¨ªticos tienen que tomar decisiones. Si un pol¨ªtico tiene que tomar la decisi¨®n de, por ejemplo, subir o no impuestos en un momento determinado, ser¨¢ entonces cuando tenga que tener informaci¨®n en tiempo real del ciclo econ¨®mico. Lo mismo ocurre en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Es cuando el pol¨ªtico tiene que tomar una decisi¨®n, no antes ni despu¨¦s, cuando necesita la informaci¨®n que aportan las encuestas. Por ir al punto: en el caso de Madrid habr¨ªa estado muy bien poder esperar hasta la convocatoria de elecciones auton¨®micas para decidir sobre los candidatos del PSM. Pero la agenda pol¨ªtica manda y, teniendo en cuenta que la presentaci¨®n de un nuevo candidato pod¨ªa desembocar en un proceso de primarias, como ha ocurrido, la decisi¨®n sobre la cuesti¨®n -y la correlativa realizaci¨®n de encuestas- se tuvo que hacer en el momento adecuado para ello, no antes ni despu¨¦s.
Por otro lado, hay que recordar que los partidos pol¨ªticos son, o por lo menos intentan ser, actores racionales. De ah¨ª que utilicen las encuestas -lo digan p¨²blicamente o no- para tomar muchas de sus decisiones. Ello no cuestiona la legitimidad de procesos de democracia interna como las primarias, pero s¨ª que pone de manifiesto que puede haber disonancias importantes entre el electorado y la militancia. Dichas disonancias pueden ser fuente, adem¨¢s, de muy desagradables sorpresas.
Hay multitud de ejemplos de que, por fortuna, los partidos pol¨ªticos emplean las encuestas -entre otros criterios- para adoptar decisiones. Un ejemplo positivo (desde luego si lo comparamos con la decisi¨®n adoptada por el actual secretario general del PSM) lo encontramos en las ¨²ltimas elecciones canarias. Las encuestas dec¨ªan que la candidatura de Juan Fernando L¨®pez Aguilar tendr¨ªa muchas posibilidades de ¨¦xito. Independientemente de cu¨¢les fueran sus gustos personales o preferencias, L¨®pez Aguilar dio un paso adelante, se present¨® y gan¨® dichas elecciones. Las encuestas no se equivocaron, una vez m¨¢s. Y el candidato sali¨® reforzado y engrandecido por aceptar el reto de llevar al Partido Socialista Canario a una de las cotas electorales m¨¢s altas de su historia.
Otro ejemplo, esta vez negativo, y que refleja que los partidos no siempre son completamente racionales, lo encontramos en el PP actual. A pesar de la que est¨¢ cayendo, que no es poca, el presidente del Gobierno sale de manera reiterada mejor valorado en los sondeos que el l¨ªder del Partido Popular. Probablemente las encuestas internas con las que cuenta el PP digan que con un cambio de l¨ªder, por ejemplo con Gallard¨®n, las opciones pol¨ªticas de este partido mejorar¨ªan. Sin embargo, el PP no hace caso de sus encuestas internas, y sigue manteniendo a un l¨ªder que nunca despegar¨¢. Este curso de acci¨®n es manifiestamente irracional, siempre y cuando el PP quiera ganar las pr¨®ximas legislativas, claro est¨¢.
Volviendo a Madrid, las encuestas reflejan de una manera clara y sostenida que las posibilidades de una candidata -Trinidad Jim¨¦nez- son manifiestamente superiores a las del actual secretario general del PSM. Por ejemplo, la ¨²ltima que ha salido publicada, en este mismo diario, sit¨²a a Trinidad Jim¨¦nez muy cerca de Esperanza Aguirre, mientras que el otro candidato quedar¨ªa a 16 puntos de la "lideresa". Y no cabe emplear el argumento de que las encuestas se hacen "por encargo", como se se?ala desde el potente aparato del PSM. Si lo que se pretende sugerir fuera as¨ª, las empresas demosc¨®picas perder¨ªan su capital de reputaci¨®n, que al fin y al cabo es lo que las mantiene en el negocio. Los pol¨ªticos y todo el mundo acabar¨ªan prescindiendo de ellas.
La conclusi¨®n es clara: si un candidato tiene mejores opciones que otro, debe ser fichado. En Madrid, las encuestas se han empleado en esta ocasi¨®n para elegir al mejor -a la mejor-. Y ese argumento es dif¨ªcilmente rebatible... siempre y cuando se quiera ganar, claro est¨¢.
Antonio Estella es profesor de Derecho en la Universidad Carlos III, y Mar¨ªa F. Mellizo-Soto es profesora de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense.
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