Una nueva solidaridad euromediterr¨¢nea
Esta f¨®rmula de cooperaci¨®n se est¨¢ hundiendo poco a poco. As¨ª que, ante la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica en Europa, potenciar las relaciones Sur-Sur podr¨ªa ser clave para el desarrollo y la prosperidad en esta zona
Es una evidencia que dos a?os despu¨¦s del lanzamiento de la Uni¨®n Para el Mediterr¨¢neo (UPM) la pol¨ªtica mediterr¨¢nea de Europa se hunde lentamente en el fango. Los grandes proyectos anunciados con estr¨¦pito en julio de 2008 parecen estar cada vez m¨¢s alejados: la descontaminaci¨®n del Mediterr¨¢neo, el desarrollo de las autopistas del mar para facilitar los intercambios comerciales, un proyecto com¨²n de protecci¨®n civil para luchar contra las cat¨¢strofes naturales, la puesta en marcha de un plan de desarrollo de la energ¨ªa solar, la creaci¨®n de una universidad euromediterr¨¢nea y de un programa Erasmus euromediterr¨¢neo y el fomento de una iniciativa mediterr¨¢nea para el desarrollo de las empresas.
El conflicto israelo-palestino puede hacer fracasar cualquier idea o acci¨®n concreta
La entrada de Turqu¨ªa en la UE beneficiar¨ªa a la econom¨ªa y la estabilidad en el Mediterr¨¢neo
La presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea no ha podido relanzar el proceso. Y, a pesar del excelente trabajo de movilizaci¨®n hecho por el ministro espa?ol de Asuntos Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, tampoco ha podido impedir el fracaso de la cumbre sobre el agua ni el aplazamiento de la reuni¨®n plenaria de la UPM en Barcelona. La decepci¨®n viene no solo de la no realizaci¨®n de proyectos concretos, ya que siempre hay buenas excusas para las dificultades materiales, sino, sobre todo, del hecho de que todo transcurre como si el proyecto mismo, la idea general, el horizonte de espera de un Mediterr¨¢neo solidario, parecieran vanos. En una palabra: el entusiasmo se ha enfriado.
?Cu¨¢les son los motivos? En primer lugar, y siempre, el conflicto palestino-israel¨ª. Lo paraliza todo en t¨¦rminos generales y puede hacer fracasar cualquier acci¨®n concreta. Adem¨¢s, no depende en absoluto de la sola voluntad de los euromediterr¨¢neos, excepto de Israel. Es un conflicto de alcance mundial en el que Europa tiene poco peso. Y las relaciones euromediterr¨¢neas ser¨¢n rehenes de ¨¦l a¨²n durante mucho tiempo.
El segundo motivo es la falta de un proyecto serio de la Uni¨®n Europea en el Mediterr¨¢neo. Hoy es evidente que el plan elaborado en Barcelona en 1995 de una zona de libre intercambio (prevista para el 2010) no constitu¨ªa un proyecto de desarrollo solidario. Ser¨ªa interesante hacer un balance de los acuerdos de asociaci¨®n firmados entre los pa¨ªses del sur y la UE: descubrir¨ªamos muchas de las razones que paralizan el proceso actual... Asimismo, los ejes proyectados por la UMP no pueden considerarse como una verdadera reorientaci¨®n estrat¨¦gica de Europa, dan m¨¢s bien la impresi¨®n de ser un mal menor despu¨¦s del estancamiento del proceso de Barcelona.
A ello hay que a?adir, a partir de ahora, un elemento nuevo, relacionado con la crisis econ¨®mica mundial y sus efectos sobre Europa. Europa est¨¢ cambiando ante nuestros ojos. El proyecto europeo est¨¢ en crisis. La idea de una Europa pol¨ªtica parece desvanecerse; la crisis del euro ha mostrado la fr¨¢gil solidaridad entre las naciones europeas; se instala un tiempo de espera (de tres a cinco a?os) antes de que el futuro econ¨®mico-financiero de la Uni¨®n quede despejado.
Pero las din¨¢micas geopol¨ªticas, que obedecen m¨¢s o menos al teorema de Napole¨®n seg¨²n el cual "cada pa¨ªs tiene la pol¨ªtica de su geograf¨ªa", ya se imponen de nuevo. Alemania se habilita un espacio mitteleuropeo cada vez m¨¢s restrictivo para con el resto de Europa; mira incluso m¨¢s al Este, hacia Rusia, donde sus intereses de potencia continental est¨¢n en juego de cara al futuro. Francia, que socorri¨® a Grecia y a Espa?a sobre todo por razones bancarias, pero cuyos intereses bien entendidos deber¨ªan verla estrechar sus lazos con los pa¨ªses del sur de Europa, parece de momento no tener voz.
El ¨²ltimo motivo se debe a la situaci¨®n de los pa¨ªses del Sur y del Este del Mediterr¨¢neo. Turqu¨ªa ha llamado durante mucho tiempo a las puertas de Europa, y Europa ha hecho durante mucho tiempo o¨ªdos sordos. A partir de ahora, Turqu¨ªa parece reorientar su estrategia lenta pero seguramente. Se est¨¢ consolidando cada vez m¨¢s como potencia regional, capaz de tener un papel aut¨®nomo en el Mediterr¨¢neo e incluso en el oeste de Asia. Sabe tambi¨¦n que este es su mejor argumento para invitar a Europa a que tenga m¨¢s consideraciones hacia ella.
La crisis actual de la UE, ?puede ser una oportunidad para reforzar el proceso de adhesi¨®n de Turqu¨ªa? No, si Europa decide reorganizarse en c¨ªrculos conc¨¦ntricos, con un n¨²cleo duro de pa¨ªses del euro y pa¨ªses europeos de fuera del euro. Entonces har¨ªan falta todav¨ªa mucho tiempo y muchas reformas para que Turqu¨ªa lograra cumplir con todos los criterios de convergencia de la zona euro, que adem¨¢s ser¨ªa m¨¢s que nunca una zona marco reforzada. S¨ª, si Europa misma, en la cresta de la crisis del euro, escoge finalmente la constituci¨®n de un vasto conjunto integrado y original de libre intercambio. Una especie de mercado ¨²nico sin moneda ¨²nica pero con una moneda com¨²n (la distinci¨®n no es superficial, bien lo saben los banqueros), como era el caso entre 1993 y 1999, antes de la creaci¨®n del euro. Turqu¨ªa tendr¨ªa entonces su lugar, eminente y s¨®lido. Lo que es seguro es que la econom¨ªa mediterr¨¢nea as¨ª como la estabilidad pol¨ªtica regional se beneficiar¨ªan mucho de la entrada de Turqu¨ªa en la UE actual. Hay que reforzar esta opci¨®n.
Pero la situaci¨®n que levanta las cuestiones m¨¢s dif¨ªciles es la de los pa¨ªses del Sur del Mediterr¨¢neo; queda claro para todos que a partir de ahora Europa no puede ser el motor central del desarrollo de los pa¨ªses del Magreb y del Mashreq. Puede ayudar a estos pa¨ªses a integrarse en la divisi¨®n desigual del trabajo y de la producci¨®n en el Mediterr¨¢neo, pero no es la soluci¨®n milagrosa para su desarrollo. Tienen que hacerse cargo de s¨ª mismos. Y solo podr¨¢n hacerlo si son capaces de constituir conjuntos regionales viables, coherentes y solidarios.
El Magreb (Argelia, Marruecos, T¨²nez, Libia, Mauritania) constituye en s¨ª un conjunto portador de potencialidades inmensas de desarrollo. Pero el coste econ¨®mico y pol¨ªtico del no-Magreb es dram¨¢tico para las poblaciones de estos pa¨ªses, obligadas a expatriarse o a subsistir en la promiscuidad social mientras viven en un verdadero El Dorado geoecon¨®mico. Basta con imaginarse cu¨¢ntos empleos y bienestar podr¨ªa traer un acuerdo entre estos pa¨ªses en el ¨¢mbito de la industria o de la agricultura. O lo que podr¨ªa aportar al comercio y al turismo la libre circulaci¨®n de bienes, mercanc¨ªas y personas entre estos pa¨ªses. Pero la Uni¨®n del Magreb ?rabe est¨¢ hipotecada por conflictos rid¨ªculos y las elites dirigentes parecen incapaces de proyectarse hacia el futuro. Resultado: predomina en todas partes el nacionalismo ultraconservador, fuertemente imbuido de religi¨®n.
En Oriente Pr¨®ximo, el conflicto palestino-israel¨ª no lo explica todo. ?Qu¨¦ impide la creaci¨®n de un conjunto formado por Egipto, Siria, L¨ªbano, Jordania (a la espera de Israel y Palestina)? Aqu¨ª tambi¨¦n, las sinergias son muy fuertes y las potencialidades inauditas. Pero prevalece la misma actitud que en el Magreb: obcecaci¨®n de los poderes, nacionalismos obtusos, miedo a la unidad, a pesar de que los pueblos est¨¦n tan cerca unos de otros. Pero en el contexto del largo ciclo de depresi¨®n que se anuncia en Europa, solo una toma de consciencia que favorezca las relaciones Sur-Sur podr¨ªa jugar un papel realmente salvador para la construcci¨®n de una zona euromediterr¨¢nea pr¨®spera.
Sami Na?r es profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Traducci¨®n de M. Sampons.
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