ETA en su callej¨®n
La banda trata de sondear con una declaraci¨®n ambigua la posibilidad de una negociaci¨®n pol¨ªtica
"ETA hace saber que ya hace algunos meses tom¨® la decisi¨®n de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas", dice la declaraci¨®n difundida ayer por la banda. No dice que declara una tregua, pero se supone que si est¨¢ en ella hace meses, seguir¨¢ est¨¢ndolo hasta nuevo aviso. Por tanto, hay tregua, aunque tampoco dice que sea permanente, como s¨ª dijo (y no cumpli¨®) en la de 2006, o indefinida, como en la de Lizarra. Y limita el alto el fuego a acciones "ofensivas", una cautela que otras veces ha significado que se reserva el derecho a realizar acciones "defensivas" (como asesinar a un gendarme en el curso de un atraco a mano armada).
El anuncio de alto el fuego figura inmediatamente detr¨¢s de un p¨¢rrafo en el que ETA muestra su disponibilidad para "acordar" con el Gobierno "los m¨ªnimos democr¨¢ticos para emprender el proceso democr¨¢tico". Esa expresi¨®n, proceso democr¨¢tico, es la que viene utilizando ETA desde finales de los ochenta como contraposici¨®n a la de "proceso de paz". Y su significado es, seg¨²n explicaba en su bolet¨ªn Zutabe n¨²mero 110, el de un "tr¨¢nsito" del actual marco pol¨ªtico "impuesto" a uno "basado en la autodeterminaci¨®n y la territorialidad": los dos ejes de su programa. ETA plantea, por tanto, que el Gobierno negocie y acuerde con ella las reivindicaciones en nombre de las cuales ha asesinado a 828 personas.
Tambi¨¦n Batasuna habla de proceso democr¨¢tico como alternativo a proceso de paz. Pero as¨ª como los de Otegi han acabado sosteniendo que el primer paso tiene que ser la tregua permanente y verificable de ETA, como les ha aconsejado el mediador Brian Currin, la banda evita cualquier compromiso temporal y condiciona la aceptaci¨®n de la verificaci¨®n internacional a la apertura de una negociaci¨®n con el Gobierno central, seg¨²n fuentes nacionalistas.
Que ETA acceda a hablar de alto el fuego es, con todo, una muestra de que sus jefes son sensibles a las presiones de los de Batasuna y los mediadores internacionales en favor de un cese de la violencia que les permita participar en las elecciones. Con su ambigua declaraci¨®n, ETA pretende seguramente sondear la capacidad de resistencia del Gobierno, los partidos y la opini¨®n p¨²blica. Si percibe alguna disponibilidad a ceder o al menos a negociar, o s¨ªntomas de divisi¨®n al respecto, considerar¨¢ ganada la partida. Se demostrar¨¢ la utilidad pol¨ªtica de la lucha armada, y har¨¢ ver a Otegi y compa?¨ªa qui¨¦n manda en la izquierda abertzale.
La contradicci¨®n entre el inter¨¦s de Batasuna en participar en las elecciones y el de ETA en que sigan mandando las pistolas, latente ya en el momento de ruptura de la tregua, ha aflorado tiempo despu¨¦s por las siguientes razones: la firmeza judicial contra el brazo pol¨ªtico, avalada en t¨¦rminos inequ¨ªvocos por Estrasburgo; la eficacia policial contra ETA; la negativa a negociar compartida por Gobierno y oposici¨®n; la desconfianza hacia ese mundo de un PNV escarmentado.
Los de Otegi saben que sin retirada de ETA seguir¨¢n marginados de la vida pol¨ªtica institucional, y los de ETA que sin brazo pol¨ªtico se quedar¨¢n sin pueblo al que salvar. Resta hacer comprender a Batasuna que en ning¨²n caso, diga lo que diga ETA, va a haber un final con negociaci¨®n de contrapartidas pol¨ªticas. Si ETA no ha atentado en Espa?a en un a?o no es principalmente por sus debilidades organizativas, sino por esa posibilidad de ruptura. Pero si Rubalcaba hubiera o¨ªdo los cantos de sirena de quienes le invitaban a reanudar la negociaci¨®n cuanto antes, no se hubiera producido esa evoluci¨®n de los jefes de Batasuna. Raz¨®n de m¨¢s para que el Gobierno no modifique su estrategia.
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