'Espiritualidad' catalana
Acantilado publica, inteligentemente acompasados, dos libros que reviven la conciencia hist¨®rica del esp¨ªritu catal¨¢n, al menos para quien desde fuera de Catalu?a la contempla con inter¨¦s. El primero sobre la obra po¨¦tica de Josep Maria Junoy (1887-1955), que aparece traducida al castellano: un feliz descubrimiento para quien no la conociera; aunque el mayor inter¨¦s para temas catalanes lo ofrezca el largo y documentado estudio, que prologa y posloga este libro, de Jaume Vallcorba sobre la figura de Junoy y la Catalu?a intelectual de su tiempo; estudio que a pesar de su m¨¢ximo atractivo desde hace demasiados a?os s¨®lo exist¨ªa en catal¨¢n. El segundo, una biograf¨ªa de St¨¦phane Giocanti de Charles Maurras (1868-1952), es lo mejor que se puede leer hoy como enfoque global, sin descender a mayores detalles, sobre la figura del conservador franc¨¦s, respecto a quien en 1932 Jean Paulhan dijo, quiz¨¢ sin exagerar demasiado, que un joven deseoso de orientarse pol¨ªticamente no ten¨ªa otra elecci¨®n posible que entre Marx y ¨¦l. La relaci¨®n de Maurras con Espa?a y Catalu?a s¨®lo viene perfilada en esta biograf¨ªa y sin duda merecer¨ªa un libro aparte, como insin¨²a el editor, incluso uno s¨®lo su impronta en Catalu?a.
Obra po¨¦tica.
J.-M. Junoy.
Estudio y edici¨®n de Jaume Vallcorba.
Traducci¨®n de los poemas de Andr¨¦s S¨¢nchez Robayna.
Acantilado.
Barcelona, 2010, 486 p¨¢ginas. 29 euros.
Charles Maurras. El caos y el orden.
St¨¦phane Giocanti.
Pr¨®logo de Jaume Vallcorba.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Ram¨®n Monreal.
Acantilado.
Barcelona 2010, 725 p¨¢ginas. 35 euros.
Aunque "afrancesamiento" no es la palabra adecuada, y en tal caso s¨®lo frente a "casticismo", es indudable la inspiraci¨®n francesa de la intelectualidad "catalana" de entonces
?De qu¨¦ Catalu?a hablamos? De la Catalu?a de hace justamente un siglo (en el horizonte inmediato de la I Guerra Mundial y en el mediato de la Guerra Civil Espa?ola), que idealmente encontr¨® en el mediterranismo franc¨¦s el modo de llegar a su esencia m¨¢s pura y desde ella a su proyecci¨®n universal. Parece que la Catalu?a finisecular se sent¨ªa intelectualmente despistada, desorganizada en general, cosa nada extra?a entonces, y necesitada de un gu¨ªa y maestro que encontr¨® en Francia, la Francia aut¨¦ntica, genuina, la poseedora del verdadero esp¨ªritu mediterr¨¢neo, es decir, la de Maurras ("el gran Maurras" de Junoy). El resto de Europa estaba enfermo de romanticismo, m¨¢s que como defensa de particularismos espec¨ªficos el nacionalismo aparec¨ªa, bien dice Vallcorba, como una "medida profil¨¢ctica" frente a la oleada rom¨¢ntico-germana que "se extiende por las cloacas", enfatizaba Junoy. Y las cualidades de "raz¨®n, medida constante y disciplina", caracter¨ªsticas para D'Ors del esp¨ªritu franc¨¦s, pod¨ªan inmunizar frente a esas ratas (sentimentales, desmedidas, subjetivas).
Aunque "afrancesamiento" desde luego no es aqu¨ª la palabra adecuada, y en tal caso s¨®lo frente a "casticismo", es indudable la inspiraci¨®n francesa de lo que Giocanti llama "el epicentro de la intelectualidad catalana" de entonces: D'Ors, Torres-Garc¨ªa y Junoy. (En el caso de D'Ors, tambi¨¦n germana). La "espiritualidad catalana", a la que se refer¨ªa Junoy como "reacci¨®n latina" al saludar La ben plantada de D'Ors como primera manifestaci¨®n s¨®lida suya, ese esp¨ªritu catal¨¢n del "noucentisme" (D'Ors) o del "mediterranisme" (Junoy) son de inspiraci¨®n francesa en el sentido, fundamentalmente literario, de la Francia occitana (felibrismo, 1854), romanista (?cole romane, 1891) y maurrasiana (Action Fran?aise, 1908). Nacionalismo progresivamente ampliado a una uni¨®n espiritual de pueblos latinos bajo el esp¨ªritu tradicionalista, neocl¨¢sico y mediterranista. Con ese fin esta Catalu?a de los a?os 1910 so?¨® crear un nuevo Renacimiento latino o una Escuela Mediterr¨¢nea. Y para ello (con el Correo de las Letras & de las Artes, suplemento literario de La Publicidad inspirado por Junoy, como puente) se quiso consolidar en 1912 el Eje Par¨ªs-Barcelona, en torno a una voluntad y direcci¨®n comunes.
?Cu¨¢les? Resum¨¢moslas en tres aspectos. Primero: inteligencia frente a sentimiento y raz¨®n; o sea: dominio de la inteligencia (orden, forma, belleza), propia de la tradici¨®n mediterr¨¢nea, frente al desorden, desmedida y "profundidad" del sentimiento, propio de la tradici¨®n germ¨¢nica, y frente a la tiran¨ªa de la raz¨®n, caracter¨ªstica de la Francia decadente posrevolucionaria (naturalmente hasta Maurras). (Dicho sea ad absurdum: Ortega en aquel mismo tiempo, en Meditaciones del Quijote, 1914, contrapon¨ªa el car¨¢cter de la cultura mediterr¨¢nea, que ve claro pero no piensa claro, al de la germana, que no ve claro pero piensa claro; y, a todo ello, el Quijote, alucinado, en medio...).
Segundo: realismo organizado por la inteligencia; es decir, desde el tradicionalismo y clasicismo en busca de armon¨ªa y serenidad cl¨¢sicas. Esa organizaci¨®n del realismo era la medida exacta de idealismo oportuno: ni naturalismo (oriental) ni abstracci¨®n (septentrional), "los mediterr¨¢neos somos, seg¨²n nuestra m¨¢s pura tradici¨®n, idealistas", no negadores ni despreciadores del mundo material, sino ordenadores de ¨¦l "segons tipu intelectual i mesura", escrib¨ªa D'Ors en La Publicidad en enero de 1912. (?Idealismo y seny!).
En general, pues: mediterranismo. El de Torres-Garc¨ªa: "Deber¨ªamos ver con ojos propios este mar..., los olivos y pinos, la vi?a, los naranjos, este azul del cielo, y sobre todo el hombre de aqu¨ª, nuestra religi¨®n, nuestras fiestas, ?nuestro vivir!"; para ello hab¨ªa que acudir "no a la gente del norte sino a los griegos, latinos, italianos del Renacimiento". O el menos costumbrista de D'Ors: "El glosador es mediterr¨¢neo, por consiguiente mitologista, y plat¨®nico por a?adidura". Un mediterranismo en el que el clasicismo y sus mitos asienten una tradici¨®n aut¨¦ntica e incontaminada que consolide a su vez el nacionalismo. No se trata de copiar ni de imitar nada, s¨®lo de recuperar en general aquel "estado de esp¨ªritu" o "estado de ¨¢nimo" cl¨¢sico que una vez asumido hace fuerte el nacionalismo. Porque entonces, m¨¢s all¨¢ de todo vanguardismo y exotismo de influencia extranjera, m¨¢s all¨¢ de Francia ya, pod¨ªamos decir, superado el gu¨ªa y maestro, "una vez propuesta y aceptada su determinaci¨®n cl¨¢sica, nada podr¨¢ ya perjudicar al esp¨ªritu catal¨¢n. Con esta garant¨ªa de fundamentos establecida ser¨¢ cuando podremos balancearnos, con toda delicia e inmunidad, de Oriente a Occidente, del Norte al Sur, de la Antig¨¹edad a la Modernidad extremas", conferenciaba Junoy en el Ateneo de Barcelona el 12 junio 1919. (Nada de afrancesamiento, pues, extremo universalismo).
Junoy acab¨® en el lirismo y la religi¨®n (haciendo bueno lo que Maurras hab¨ªa insinuado a Franco: "La ¨²nica base com¨²n de la latinidad es el catolicismo"). D'Ors, decididamente en el franquismo, el m¨¢s presentable y mundano. Torres-Garc¨ªa, tan homenajeado como desilusionado, en su Montevideo natal.
Obra po¨¦tica. J.-M. Junoy. Estudio y edici¨®n de Jaume Vallcorba. Traducci¨®n de los poemas de Andr¨¦s S¨¢nchez Robayna. Acantilado. Barcelona, 2010, 486 p¨¢ginas. 29 euros. Charles Maurras. El caos y el orden. St¨¦phane Giocanti. Pr¨®logo de Jaume Vallcorba. Traducci¨®n de Jos¨¦ Ram¨®n Monreal. Acantilado. Barcelona 2010, 725 p¨¢ginas. 35 euros.
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