Una Diada particular
La investigaci¨®n hace que lentamente los imaginarios vayan mostrando sus puntos d¨¦biles. Lo com¨²nmente aceptado cae pero no de repente. Fue el historiador Josep Benet quien hace a?os desvel¨® que Llu¨ªs Companys no hab¨ªa sido fusilado descalzo, sino con las mismas zapatillas blancas con las que fue detenido por la polic¨ªa militar alemana en La Baule (Francia), por cierto con la colaboraci¨®n de alg¨²n catal¨¢n. Ayer, en estas mismas p¨¢ginas, Jacinto Ant¨®n daba otra vuelta de tuerca a la deconstrucci¨®n, al relatar que la investigaci¨®n realizada por Xavier Hern¨¤ndez y Francesc Riart nos muestra a un Rafael Casanova subido a caballo y con uniforme de coronel. Nada que ver con la iconograf¨ªa rom¨¢ntica, que muestra, pend¨®n en mano, a un sufriente conseller en cap de Barcelona -en versi¨®n de Rossend Nobas- en el lugar donde "cay¨®", aunque luego se volvi¨® a levantar, pues muri¨® 29 a?os m¨¢s tarde en su casa pairal de Sant Boi ejerciendo la carrera de leyes.
Gran parte de la sociedad catalana se siente obligada a pasar su examen de catalanidad en la ofrenda a Casanova
Dec¨ªa Enric Prat de la Riba que Catalu?a para educar su esp¨ªritu deb¨ªa celebrar la historia dibujada por "h¨¦roes triunfadores masculinos y bien equilibrados que han llevado el ¨¦xito por compa?ero". El impulsor de la Mancomunitat suger¨ªa desde La Veu de Catalunya que el 11 de septiembre no era una fecha del todo indicada para celebraciones patrias, pues se trataba de conmemorar una derrota. Hasta los anarquistas de la CNT que en 1934 se mofaban de Rafael Casanova ("un mon¨¢rquico de una monarqu¨ªa no catalana que hoy los republicanos ponen en los cuernos de la luna") pasaron a desfilar ante la estatua con el fa¨ªsta Joan Garc¨ªa Oliver al frente, en 1937. Como notable precedente, en 1936 se hab¨ªa entonado Hijos del Pueblo.
Las necesidades del gui¨®n siempre mantienen contradictorias y tensas relaciones con los s¨ªmbolos. Bueno, eso sucede en democracia. Con las dictaduras se acaban las pol¨¦micas y todo elemento sospechoso es puesto a buen recaudo. Ah¨ª est¨¢ el ejemplo del largo y obligado reposo que pas¨® la estatua de Casanova en los dep¨®sitos municipales durante el franquismo: desde el 1939, por decisi¨®n del alcalde Mateu, hasta 1977.
Como la tradici¨®n tiene corta memoria, lo que naci¨® ayer mismo se convierte en ancestral. Quiz¨¢ por eso, gran parte de partidos e instituciones se sienten obligados a pasar su examen de idoneidad catalanista cada Onze de Setembre ante el monumento. Y lo hacen aunque ello se convierta en un aut¨¦ntico via crucis. El Partido Popular de Josep Piqu¨¦ lleg¨® a tachar de "patochada y payasada" la ofrenda floral a Casanova para justificar su no asistencia en 2004. El presidente Maragall ide¨® una jornada institucional -muy criticada, por cierto, por los m¨¢s nacionalistas- para exonerar a los partidos menos catalanistas del abucheo e incluso las amenazas a las que se ven sometidos cada a?o. Pero en 2007, ya liberado del d¨ªscolo Piqu¨¦ y embarcado en la cruzada contra el Estatuto catal¨¢n, el PP volvi¨® al escenario de la ofrenda quiz¨¢ con voluntad de lograr la canonizaci¨®n sin positito super miracolo. Este a?o, despu¨¦s de la sentencia del Constitucional, el PP ha entendido que no est¨¢ el horno para santorales y Alicia S¨¢nchez-Camacho -en otras ediciones tan entusiasta- ha decidido evitar ser los m¨¢s pateados, porque la Diada de ayer no fue una excepci¨®n y la liturgia se repiti¨®. Los profesionales del abucheo sacaron a las ocho de la ma?ana su barretina del armario y acudieron a silbar con mayor o menor intensidad, pero este a?o desde m¨¢s lejos, a la sociedad realmente existente: todo el arco parlamentario se llev¨® su parte. Uno de los cl¨¢sicos es el Espanyol, un club que por tener este nombre es abroncado de entrada, aunque toda la junta desfile con el uniforme del Capit¨¤ Calunya. Por la noche, af¨®nicos, los guardianes de las esencias volvieron a guardar la barretina en el armario hasta la Diada del a?o que viene.
La experiencia hist¨®rica muestra que no hay que sacralizar los actos, ni convertir las ofrendas florales en competiciones obligatorias de sufrimiento por la catalanidad. De lo contrario, se permite que el friquismo se erija en gran tribunal que otorga certificados de idoneidad.
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