La frontera de Batasuna
La izquierda 'abertzale' debe renunciar a obtener ventajas pol¨ªticas del posible fin de ETA
Lo m¨¢s importante sucedido desde que ETA anunciara hace una semana su alto el fuego es que Gobierno y oposici¨®n, incluido el PNV, han respondido en la misma clave, evitando convertir el episodio en motivo de divisi¨®n entre dem¨®cratas, uno de los objetivos permanentes de los terroristas. Tras la palabra "insuficiente" que sintetiza esas reacciones se trasluce el reconocimiento de que es una novedad un alto el fuego sin pactos previos y, a la vez, que eso no basta para cambiar de estrategia antiterrorista. Porque si bien es una novedad que el anuncio sea consecuencia de la presi¨®n de Batasuna, esa presi¨®n es un efecto de la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica cuyos ejes son la eficacia policial, la ilegalizaci¨®n y la negativa a negociar contrapartidas por el cese de la violencia.
Con evidente voluntarismo, los portavoces de Batasuna pusieron de entrada el sello de "irreversible" al alto el fuego, pero a continuaci¨®n reclamaron al Gobierno que, a la vista del mensaje de ETA, se les permitiera participar en las elecciones de 2011, primer paso para crear las condiciones de un "proceso democr¨¢tico", eufemismo de negociaci¨®n. Deber¨ªan seguir pasos como el acercamiento de los presos, la derogaci¨®n de la Ley de Partidos, etc¨¦tera.
La decisi¨®n sobre la participaci¨®n electoral de la organizaci¨®n ilegalizada o sus suced¨¢neos no depende del Gobierno, sino de los tribunales. Lo que s¨ª depende del Gobierno es la investigaci¨®n policial, en su tarea de prevenci¨®n del delito, de posibles maniobras destinadas a burlar la Ley de Partidos. Por ejemplo, la presentaci¨®n de candidatos de Batasuna en listas de un partido legal, como EA. Si ocurre se plantear¨¢ un problema jur¨ªdico, pero de momento el ministro de Justicia ha dicho que el alto el fuego no modifica la intenci¨®n del Ejecutivo de seguir adelante con la reforma de la ley electoral para cerrar el paso a esas u otras posibles maniobras.
Desde una perspectiva pol¨ªtica, el momento exige ir m¨¢s all¨¢ de simplismos como que "ETA controla todo lo que hace Batasuna", o que "todo es ETA", que desvalorizan el ¨¦xito de una pol¨ªtica antiterrorista que ha conseguido abrir una brecha entre los intereses del brazo pol¨ªtico y el armado. Pero exige tambi¨¦n evitar voluntarismos como que hay que facilitar la entrada de Batasuna en las instituciones para que desde ellas convenza a ETA.
Es m¨¢s l¨®gico mantener el nivel de exigencia hacia Batasuna, moral y pol¨ªticamente obligada a conseguir el fin de la violencia despu¨¦s de a?os de participar en las elecciones en condiciones ventajosas por la amenaza de ETA al resto. Para acreditar que lo intenta sinceramente, el m¨ªnimo exigible ser¨ªa su renuncia (y rechazo) a obtener ventajas, mediante una negociaci¨®n, del posible final de ETA. Ventajas no derivadas de sus posibles resultados electorales, sino de una mesa en la que se negociaran contrapartidas pol¨ªticas que Batasuna acaba de definir como condiciones para la paz. Esa renuncia marca la frontera a partir de la cual podr¨ªa Batasuna (con otras siglas y otros estatutos) recuperar la legalidad.
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