Creencias
Uno de los misterios del cerebro humano consiste en que un premio Nobel de f¨ªsica puede ser miembro al mismo tiempo de la secta de la Lagartija Dorada. A lo largo de la evoluci¨®n de nuestra especie el c¨®rtex, donde radica la inteligencia, se sobrepuso a los bulbos del l¨ªmbico, que gobiernan nuestras emociones. Desde ese momento la ciencia y las creencias han seguido caminos dispares, con el ¨¢ngulo cada d¨ªa m¨¢s abierto, pero ciertos individuos tienen la capacidad de vivir con ese ¨¢ngulo cerrado sin experimentar ninguna contradicci¨®n: pueden investigar en un laboratorio la aplicaci¨®n de las c¨¦lulas madre y pertenecer a la Adoraci¨®n Nocturna, ser expertos en biolog¨ªa molecular y ponerse un capirote de nazareno para llevar en andas a una Dolorosa atravesada por siete espadas. No obstante, hay que andar con cuidado con este tipo de gente. Se comportan de forma pac¨ªfica y racional si pones en cuesti¨®n cualquier problema cient¨ªfico; en cambio se convierten en seres muy agresivos y peligrosos si te burlas de la patrona de su pueblo o del fundador de su orden religiosa o de la bandera de su naci¨®n. La ciencia es expansiva, universal y positiva bajo el patrocinio de san Pit¨¢goras, san Newton, san Galileo, san Fleming, san Einstein; en cambio las creencias son m¨¢s intensas y fan¨¢ticas a medida que est¨¢n m¨¢s concentradas en un ¨ªdolo, en un s¨ªmbolo, en un sentimiento. Si un japon¨¦s, un hind¨², un noruego descubre una nueva vacuna, o da un paso adelante en el genoma o inventa un aparato muy c¨®modo para depilarse la axila, la humanidad entera lo acepta al d¨ªa siguiente sin distinci¨®n de razas ni de dioses, pero no le toques el toro ensogado de las fiestas de su aldea, ni su equipo de f¨²tbol, ni la romer¨ªa a la ermita, ni las mantecadas que hac¨ªa su abuela, porque entonces ese cient¨ªfico, que en el laboratorio investiga el l¨ªmite del universo donde se precipitan las galaxias, puede convertirse en una fiera o en un idiota. Sucede lo mismo cuando la pol¨ªtica se convierte en una creencia. Ya es un cl¨¢sico preguntarse por qu¨¦ existen pobres que votan a la derecha y ricos que votan a la izquierda. Se debe a que el cerebro humano, del rico y del pobre, del amo y del criado, est¨¢ a medio cocer todav¨ªa.
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