Un torneo ahogado por la lluvia
Por tercer a?o consecutivo, la final del Abierto de Estados Unidos, sin techo, se jugar¨¢ en lunes - Nadal y Djokovic se disputar¨¢n el t¨ªtulo hoy a partir de las 22.00
Las agujas del reloj marcan el mediod¨ªa neoyorquino, pero los potentes focos de la pista Arthur Ashe, la central m¨¢s grande del mundo, est¨¢n encendidos. Grises nubes tapan el cielo, premonici¨®n de agua, augurio de la suspensi¨®n que llegar¨¢ luego. (Rafael Nadal y Novak Djokovic jugar¨¢n la final del Abierto de Estados Unidos hoy a las 22.00). Se agolpan los aficionados, con sorprendente mayor¨ªa de p¨²blico asi¨¢tico, para ver c¨®mo el n¨²mero uno del mundo prepara la final que horas despu¨¦s le deber¨ªa enfrentar al n¨²mero dos del planeta. Y un hombre, peque?o tenista ruso afincado en Estados Unidos, lo vive todo desde un lugar privilegiado: se presenta en la pista con su raquetero autografiado por Roger Federer, agarra una raqueta y se pone a seguir las instrucciones de Toni Nadal, t¨ªo y entrenador del jugador mallorqu¨ªn, para preparar de la mejor manera el asalto al que puede ser el noveno grande de su sobrino. Diez minutos antes, Nail Khabiyev, que es ese hombre, ni sab¨ªa lo que le esperaba.
El serbio sonre¨ªa por poder recuperarse de su maratoniana semifinal ante Federer
"Estaba en la sala de jugadores y vinieron a buscarme cuando faltaban 10 minutos para que arrancara el entrenamiento", cuenta con la gris camiseta empapada en sudor, atronadores los altavoces de la pista, p¨ªcara la mirada entre los mofletes enrojecidos. "Hemos jugado sin marcador, pero golpea la pelota tan fuerte, con tanto spin...que gast¨¦ los primeros minutos solo en adaptarme a eso, a su velocidad", contin¨²a sin encontrar a¨²n las pulsaciones que le permitan respirar tranquilamente. "Cuando lo consegu¨ª...".
Cuando lo consigui¨®, Khabiyev fue desalojado por los guardias de seguridad a toda prisa, porque lleg¨® la final de dobles, que se qued¨® a un juego de acabar (Huber y Petrova sacaban por el partido contra King y Shedova), interrumpida por la lluvia. Fue la respuesta a las plegarias del Djokovic, que el d¨ªa antes, sonriente ante la posibilidad del retraso, los ojos como platos, incr¨¦dulo ante la opci¨®n de tener tanta suerte, de poder recuperarse de su maratoniana semifinal contra Roger Federer (m¨¢s de 3h 30m), dice: "No s¨¦ los rituales para invocar a la lluvia, pero...".
Pero la lluvia llega y las tenistas son enviadas a los vestuarios. Ah¨ª, antes de que la organizaci¨®n las recoloque en otra pista por si as¨ª puede aligerar la jornada, las doblistas se encuentran con Nadal, en capilla junto a su t¨¦cnico, mientras el equipo de predicciones meteorol¨®gicas del Abierto va desgranando sus partes: primero oficializa un par¨®n de una hora. Luego extiende la pausa a las dos. Maldicen los tenistas y sus equipos que el torneo no cuente con un techo; se cubren con pl¨¢sticos transparentes y chubasqueros los trabajadores de la organizaci¨®n; y, finalmente, se da por cerrada la jornada a las 18.25 locales, casi dos horas despu¨¦s del momento en el que deb¨ªa haber comenzado el partido. Por tercer a?o consecutivo, la final del Abierto de Estados Unidos, el ¨²ltimo torneo grande del a?o, el de m¨¢s calado entre las televisiones, se disputar¨¢ en lunes. Las p¨¦rdidas ser¨¢n millonarias. El serbio sonre¨ªa frente a las c¨¢maras de la CBS. Hoy no podr¨¢ argumentar que estaba demasiado cansado para disputar el partido.
Antes de la lluvia, antes de la suspensi¨®n, antes de que el Corona Park se llenara de paraguas, gorras y abrigos, empapado el asfalto, rechinantes las pistas de entrenamiento y llenas de se?ales de peligro las aceras, esto vieron los ojos de Khabiyev, el hombre que ayud¨® al n¨²mero uno del mundo a preparar la final: a Nadal golpeando la pelota con una limpieza y una fuerza vibrantes. A Nadal vestido con una camiseta negra en la que destacaban, casi sobresal¨ªan, las dos astas de la cornamenta verde fosforito de un toro. Y a Nadal pegando y pegando, con una violencia terrible, para dar un paso hacia la leyenda, siempre que se lo permitan Djokovic y la lluvia.
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