Los m¨¢s guapos del mundo
Sucedi¨® hace dos d¨ªas. Parado en un sem¨¢foro de Serrano. De repente contempl¨¦ desde el coche c¨®mo cruzaban la calle varias chicas extraordinariamente guapas. Mir¨¦ a los conductores paralelos a m¨ª en la primera l¨ªnea del paso de cebra para comprobar si tambi¨¦n estaban girando la cabeza ante el improvisado desfile pero, frente a los otros volantes, solo encontr¨¦ a mujeres tan deslumbrantes como las que cambiaban de acera. Luego arranqu¨¦ y, durante el resto del d¨ªa, segu¨ª teniendo la sensaci¨®n de que Madrid se hab¨ªa poblado de chicas y chicos atractivos, como si la ciudad se hubiera convertido en el plat¨® de un anuncio de Calvin Klein. Tard¨¦ un tiempo en hallar una explicaci¨®n al fen¨®meno: es septiembre.
La revista 'Monocle' ha incluido a Madrid entre las 10 ciudades con mejor calidad de vida
Los madrile?os est¨¢n m¨¢s guapos que nunca durante este mes. A¨²n perdura sobre las pieles el barniz de luz de otras latitudes, la caricia morena del viento de otros mares, de otras monta?as. El pelo brilla con el recuerdo de las fuentes, las selvas o los glaciares visitados durante las vacaciones. Al menos hasta la segunda mitad de septiembre seguiremos llevando la ropa ligera y despreocupada del tiempo sin pulso, todav¨ªa no se han velado del todo los tatuajes de gena, las pecas reflotadas por el calor, siguen danzando pulseras de conchas en los tobillos y las marcas del biquini cruzan los hombros como cicatrices de sol.
Hoy paseamos por los escenarios verticales de esta capital todav¨ªa sinti¨¦ndonos turistas, los transe¨²ntes despreocupados que recorrieron en agosto plazas nuevas, orillas tibias, montes de aire blanco. Muchos somos a¨²n el recuerdo de nosotros mismos en vacaciones. Tenemos el gesto, la mirada embellecida por los escenarios lejanos que todav¨ªa nos acompa?an, conservamos el andar descalzo. En septiembre Madrid se riza de viento, los escaparates saldan con melancol¨ªa las prendas finas, regresa la tiran¨ªa de la zona hora, pero los habitantes nos resistimos a entregarnos a la rutina, a perder definitivamente el feliz esmalte del est¨ªo.
Esta ciudad, sin embargo, presumiblemente celosa de los encantos mar¨ªtimos u oxigenados de otras poblaciones, enseguida nos arrebata el bronceado, nos seca la piel, nos desinfla el pelo. Nuestra versi¨®n rejuvenecida y radiante contemplada durante el verano en el retrovisor del coche de camino a la playa, en los espejos con marco de pl¨¢stico de los apartamentos alquilados o los hoteles baratos se ha quedado en esos cristales. Sufrimos la maldici¨®n contraria a la de Dorian Gray: mientras que nuestra mejor faz pervive inalterada en un reflejo, la versi¨®n de carne y hueso se deteriora poco a poco con la poluci¨®n y el estr¨¦s, con la brisa ¨¢rida de la meseta y el bramido de sus cl¨¢xones.
La prestigiosa revista inglesa Monocle ha incluido por primera vez a Madrid entre las 10 ciudades del mundo con mejor calidad de vida. El "continuado progreso" urban¨ªstico con proyectos como Madrid R¨ªo o la Operaci¨®n Chamart¨ªn, as¨ª como el "alegre optimismo" de los ciudadanos en un tiempo donde cuesta sonre¨ªr, nos ha metido por los pelos en una lista que capitanean M¨²nich, Copenhague, Z¨²rich, Tokio, Helsinki, Estocolmo, Par¨ªs, Viena y Melbourne. Parece que el informe no ha tenido en cuenta la belleza de los ciudadanos, algo que no debe de ser en absoluto descartable a la hora de evaluar el placer metropolitano. Claro, que tampoco sabemos si el estudio fue realizado en septiembre o en enero, el mes en el que, probablemente, los madrile?os muestren su peor aspecto castigados por el fr¨ªo, las penurias econ¨®micas y el exceso de peso ganado durante las navidades.
Cuando aparece un ranking como el de Monocle uno, en vez de congratularse por vivir en una urbe rese?ada, no puede evitar preguntarse c¨®mo ser¨ªa residir en las nueve ciudades que nos superan en calidad de vida. Irremediablemente fantaseamos con una existencia en una ordenada capital de Escandinavia, de las ant¨ªpodas o del Lejano Oriente. En una de esas poblaciones que quiz¨¢ hayamos visitado este verano y que hoy todav¨ªa transita en nuestro interior. Ahora, posiblemente, los madrile?os seamos los ciudadanos m¨¢s guapos del mundo viviendo en la ¨²ltima ciudad de la lista de una revista pija. Pero esta belleza es solo un pr¨¦stamo, el legado de otros espacios, de otros horizontes, de otros oc¨¦anos que hoy, para nosotros, son el lugar n¨²mero uno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.