Ejercicio retro
Cuando un miembro de una disciplina art¨ªstica distinta del cine, el mejor compendio de todas las artes, decide cruzar la l¨ªnea y experimentar con un lenguaje que en principio no tiene por qu¨¦ dominar con comodidad, al menos se le debe exigir que mantenga las constantes propias que le dieron el prestigio. El holand¨¦s Anton Corbijn, reputado fot¨®grafo y realizador de videoclips, dio el salto hace tres a?os con Control, biopic musical sobre Ian Curtis, cantante de Joy Division, quiz¨¢ la pel¨ªcula perfecta para introducirse con brillantez en el cine al tratarse de una obra rodada en blanco y negro, como la mayor¨ªa de sus fotograf¨ªas en torno a las figuras del rock y el cine, y tener a la m¨²sica como primer ingrediente dram¨¢tico.
EL AMERICANO
Direcci¨®n: Anton Corbijn.
Int¨¦rpretes: George Clooney,
Irina Bj?rklund, Violante Placido,
Johan Leysen.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2010.
Duraci¨®n: 105 minutos.
Con El americano, su segundo largometraje, Corbijn da un paso m¨¢s al desarrollar una historia alejada de su trabajo anterior: un thriller mucho m¨¢s emparentado con el polar franc¨¦s y con la intriga pol¨ªtica europea de los a?os setenta que con el cine criminal americano contempor¨¢neo. Una pel¨ªcula de exquisito gusto art¨ªstico e impecable puesta en escena, que sin embargo cojea en su ¨²ltimo tercio por unas cuantas decisiones, m¨¢s narrativas que est¨¦ticas, que la acaban convirtiendo en una dign¨ªsima aproximaci¨®n a sus modelos, incuestionablemente El silencio de un hombre, de Jean-Pierre Melville, y Chacal, de Fred Zinnemann, pero nunca en una novedad. Algo as¨ª como esas gafas retro de pasta en la parte superior y patillas, y metal en la inferior, que tanto se llevan de nuevo. Son bonitas, pero no son originales.
Una potent¨ªsima escena inicial introduce al espectador en el herm¨¦tico mundo de un hombre que parece trabajar de forma aut¨®noma para distintas organizaciones criminales, sin querer sacar de su caparaz¨®n ni un solo sentimiento que provoque errores en su trabajo. Como el samur¨¢i que interpret¨® Alain Delon en la pel¨ªcula de Melville, como el asesino a sueldo que intentaba matar a De Gaulle en la de Zinnemann, el americano impasible al que da vida George Clooney se toma su tiempo para cada tarea. Y, con ¨¦l, Corbijn se toma el suyo en filmarlo meticulosamente, siempre con el encuadre perfecto.
En cambio, al gui¨®n de Rowan Joff¨¦, hijo de Roland, el director de La misi¨®n, en general sutil y preciso, le sobra alg¨²n simbolismo un tanto elemental (la mariposa en peligro de extinci¨®n) y, sobre todo, alg¨²n atajo con el objetivo de dar credibilidad a ciertos aspectos, olvid¨¢ndose, sin embargo, de otros. Esa minitrama (apenas un par de di¨¢logos y un plano informativo en un peri¨®dico) sobre el asesino en serie de prostitutas solo sirve para justificar m¨¢s tarde que la puta amante del americano lleve una pistola en el bolso. Hitchcock llamaba despectivamente "mis amigos los veros¨ªmiles" a los que le atacaban por no perder el tiempo en detalles como este. Ten¨ªa raz¨®n. Porque a¨²n m¨¢s inveros¨ªmil es que haya una fulana del calibre de Violante Placido en un pueblo italiano de mala muerte como el que acoge la historia.
Babelia
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