Sarkozy corre hacia la nada
El presidente franc¨¦s, que ve crecer su descr¨¦dito internacionalmente con la crisis de los gitanos rumanos, lleva un a?o en una perpetua huida hacia delante
En abril de 2007, el influyente semanario The Economist retrat¨® a Sarkozy como un rutilante Napole¨®n victorioso a caballo; en mayo de 2009, en plena crisis, subido al primer caj¨®n del p¨®dium, por delante de Angela Merkel, simbolizaba el buen pulso econ¨®mico de Francia frente a la recesi¨®n mundial. En el ¨²ltimo n¨²mero, publicado esta semana, aparece convertido en un enano, oculto dentro del gorro de Napole¨®n, caminando detr¨¢s de una esplendorosa Carla Bruni. La prensa mundial, la nacional, la local, la ONU, la Comisi¨®n Europea, el Papa, las organizaciones de derechos humanos, los sindicatos, la izquierda, la extrema derecha, el centro, todos ellos hablan (muy mal) de Sarkozy.
El jueves, los l¨ªderes de la UE (incluido Zapatero) arroparon al presidente franc¨¦s, miraron colectivamente hacia otro lado y evitaron en bloque criticar sus deportaciones de gitanos rumanos, pero el primer comentario que un arrogante Sarkozy recibi¨® en la rueda de prensa posterior a su bronca a gritos con el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, fue el de un periodista franc¨¦s que le reproch¨® su aislamiento.
Las regionales de marzo hicieron revivir al Partido Socialista
La popularidad del dirigente de la UMP rueda cuesta abajo desde hace meses
Un sondeo afirma que el 56% de los franceses prefiere a Strauss-Khan
Su t¨¢ctica populista de la seguridad ciudadana se ha vuelto contra ¨¦l
Su imagen, arrastrando la de Francia, se hunde. Su credibilidad tambi¨¦n. Sobre todo despu¨¦s de que asegurara, en esa misma rueda de prensa, con cierta fanfarroner¨ªa muy suya, que Merkel le hab¨ªa dicho que iba a desmantelar campamentos de gitanos en las pr¨®ximas semanas. Acompa?¨® la respuesta de un chistecito tambi¨¦n muy suyo: "Ahora a ver qui¨¦n habla de la estabilidad de la pol¨ªtica alemana, je, je". Berl¨ªn lo desminti¨® todo pocas horas despu¨¦s. Otro comentario suyo pretendidamente gracioso, proferido en una comida con senadores de su partido -"si los luxemburgueses quieren, que acojan ellos a los gitanos"-, desencaden¨® una tormenta diplom¨¢tica.
?Qu¨¦ ha sido del presidente franc¨¦s hiperactivo pero seguro, convencido de cambiar Francia? ?Aquel que promet¨ªa "trabajar m¨¢s para ganar m¨¢s"? ?D¨®nde est¨¢ el dirigente de centroderecha que contaba en 2007 con una popularidad cercana al 70% (ahora roza el 30%)?
El ¨ªndice de aceptaci¨®n de Sarkozy rueda cuesta abajo desde hace mucho. Al principio del mandato dilapid¨® parte de su cr¨¦dito dej¨¢ndose ver m¨¢s en la prensa del coraz¨®n que en la seria, pero despu¨¦s, su vigorosa actuaci¨®n al frente de la presidencia europea en medio del conflicto ruso-georgiano y su forma de atajar la crisis econ¨®mica, con un mete¨®rico plan de reactivaci¨®n centrado en la industria automovil¨ªstica francesa, le hicieron remontar. Sin embargo, desde el oto?o de 2009 Sarkozy avanza dando cabezazos en una perpetua huida hacia delante, de tropez¨®n en tropez¨®n, en una inercia destructiva cada vez m¨¢s acelerada.
En octubre, su hijo Jean opt¨®, sin haber acabado segundo de carrera, a la presidencia del barrio de negocios m¨¢s importante de Par¨ªs, La D¨¦fense; poco despu¨¦s, el ministro de Cultura, Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand, sobrino del ex presidente socialista Fran?ois Mitterrand, confesaba que hab¨ªa ejercido de turista sexual; en enero, quedaba absuelto por el caso Clearstream su rival pol¨ªtico en el centroderecha y su enemigo personal desde siempre, el ex primer ministro Dominique de Villepin, al que Sarkozy hab¨ªa prometido, en otra de sus c¨¦lebres frasecitas que acaban volvi¨¦ndose siempre contra ¨¦l, "colgar del gancho del carnicero".
Las elecciones regionales de marzo confirmaron el rumbo: el Partido Socialista franc¨¦s (PS), hasta entonces moribundo, reviv¨ªa. Liderando una alianza de partidos de izquierda, consegu¨ªa el 54% de los votos. La Uni¨®n por un Movimiento Popular, la UMP, se quedaba en el 34%. El Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, que en las elecciones europeas de un a?o atr¨¢s aparec¨ªa como una fuerza puramente simb¨®lica, emerg¨ªa hasta alcanzar el 10%.
Sarkozy intuy¨® d¨®nde estaba la fuga de agua y en un solemne discurso poselectoral ignor¨® a los vencedores y se dirigi¨® al electorado que cree suyo y que le hab¨ªa dado la espalda: habl¨® de la prohibici¨®n del burka, de las reformas econ¨®micas necesarias, de la delincuencia, de la lucha que iba a emprender para proteger a agricultores y ganaderos frente a Europa...
Pero el desplome continu¨®: a Francia, que hab¨ªa aguantado bien la crisis, le costaba salir de ella; Dominique de Villepin, revigorizado, anunciaba la creaci¨®n de un partido propio; la reforma de las pensiones, que va a retrasar la jubilaci¨®n de los franceses de 60 a 62 a?os, se enfrentaba a una cada vez m¨¢s creciente marea de protestas callejeras. En muchas de esas manifestaciones le recordaban que aquel presidente del "trabajar m¨¢s para ganar m¨¢s" va a acabar convirti¨¦ndose en el de "trabajar m¨¢s... para jubilarse como antes"; el ministro de Trabajo, Eric Woerth, elegido para dirigir esta reforma clave, se ve¨ªa involucrado de lleno en el caso Bettencourt, un complicado episodio en el que se mezclan los mayordomos infieles, las herencias hipermillonarias, los sobres con 150.000 euros en billetes, la financiaci¨®n irregular de la campa?a de Sarkozy y, en general, una obscena alianza entre el dinero y el poder que indigna a los franceses de a pie.
Saltando de una mina a otra, zarandeado por esc¨¢ndalos y protestas, con los sondeos m¨¢s bajos que nunca, rozando el 26%, poco antes de irse de vacaciones, Sarkozy, que es cualquier cosa menos cobarde o timorato, decidi¨®, como siempre, pasar a la ofensiva y pronunci¨® el ya famoso discurso del 30 de julio en Grenoble, en el que relacionaba inmigraci¨®n y delincuencia y ordenaba el desmantelamiento de los campamentos de gitanos rumanos.
En otras ocasiones, el viejo recurso de la seguridad ciudadana le hab¨ªa servido para enderezar las encuestas. Pero, esta vez su t¨¢ctica populista se ha vuelto contra ¨¦l. Es cierto que una encuesta publicada hace 10 d¨ªas por Le Figaro revel¨® que su popularidad hab¨ªa recuperado cuatro puntos, alcanzando un magro 30%. Pero, seg¨²n muchos, a costa de pasear por el mundo su imagen de l¨ªder antip¨¢tico, envanecido y col¨¦rico y la de asociar a la orgullosa Francia, cuna de los derechos humanos, con el desmantelamiento de campamentos de gitanos a los que por 300 euros a los adultos y 100 a los ni?os se les factura en avi¨®n a su pa¨ªs de origen.
Con todo, su tir¨®n electoral se resiente: un sondeo publicado el pasado martes en Le Parisien advert¨ªa que, frente a Nicolas Sarkozy, con un 25%, los franceses prefieren ahora, con un 56%, a Dominique Strauss-Khan, actual director del Fondo Monetario Internacional y uno de sus posibles rivales en las elecciones de 2012. Tambi¨¦n Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista franc¨¦s (PS), supera hoy por hoy a Sarkozy. Otro sondeo, publicado ayer por este mismo peri¨®dico, aseguraba que el 56% de los franceses est¨¢ de acuerdo con que Europa amoneste a Francia por la deportaci¨®n de gitanos.
Desde sus filas, recuerdan que Sarkozy lucha todav¨ªa contra un fantasma, que la izquierda carece a¨²n de candidato visible y que eso convierte los sondeos en puras elucubraciones sin base real, conf¨ªan en el comprobado olfato pol¨ªtico de su l¨ªder y recuerdan que, generalmente, las grescas con Europa le benefician electoralmente. Pero hace pocas semanas, el semanario Le Point, cercano a la derecha, bajo una foto de Sarkozy, se preguntaba: "?Ha perdido ya?".
Una semana m¨¢s tarde, el semanario Le Nouvel Observateur iba m¨¢s all¨¢. Tambi¨¦n con una foto de Sarkozy en la portada, se preguntaba simplemente, sin iron¨ªa ni chistes: "?Es peligroso este hombre?".
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