Presidente para todo
La incapacidad de Sarkozy para delegar en los miembros de su Gobierno pasa factura a su imagen p¨²blica
A Sarkozy le critican algunos de sus fieles no guardar cierta altura presidencial, esto es, no comportarse como un aut¨¦ntico presidente de la Rep¨²blica. Le achacan el enredarse en demasiadas guerras, el exponerse mucho y recibir bofetadas que deber¨ªa evitar. Su personalidad expansiva e hiperactiva, su car¨¢cter omn¨ªvoro, sus ganas de estar en todos los sitios al mismo tiempo le conducen a ello.
Sus ministros han visto con frecuencia c¨®mo el presidente les robaba a la vez el protagonismo, la gloria y los palos. Un ejemplo: en julio, ante el espect¨¢culo bochornoso de la selecci¨®n francesa de f¨²tbol en el Mundial de Sud¨¢frica (huelga de jugadores, insultos al entrenador, resultados calamitosos...), Sarkozy tom¨® cartas en el asunto y recibi¨® en el El¨ªseo al capit¨¢n del equipo, Thierry Henry, para convocar despu¨¦s una reuni¨®n con los ministros involucrados. As¨ª en todo.
El primer ministro, sin mucho carisma, est¨¢ por encima en las encuestas
La figura del primer ministro franc¨¦s sirve de fusible, a fin de cortocircuitar en su figura una posible subida de tensi¨®n en el pa¨ªs y que esta no achicharre al presidente. Esta regla no vale con Sarkozy: a estas alturas, Fran?ois Fillon, primer ministro franc¨¦s, calmado, tranquilo, ecu¨¢nime, sin mucho carisma pero sin grandes meteduras de pata, que ha logrado con habilidad esquivar el resbaladizo tema de la deportaci¨®n de gitanos, se encuentra por encima del presidente de la Rep¨²blica en las encuestas.
Claro que si hay un asunto en que Sarkozy no delega mucho, ese es el de la seguridad. De ah¨ª que ¨¦l mismo pronunciara y asumiera el famoso discurso de Grenoble, el 30 de julio, en el que ya advirti¨® que iba a ordenar desmantelar los campamentos de gitanos rumanos. El actual jefe del Estado franc¨¦s adquiri¨® categor¨ªa de l¨ªder presidenciable al frente de su Ministerio favorito, el de Interior. Y el actual ministro del ramo es Brice Hortefeux, un viejo amigo y colaborador pol¨ªtico de Sarkozy desde hace m¨¢s de 35 a?os, padrino de uno de sus hijos, seguidor leal, agazapado siempre a la sombra del l¨ªder.
Hortefeux fue condenado hace meses por injurias raciales tras comprobarse que hab¨ªa dicho en septiembre de 2009 "un ¨¢rabe est¨¢ bien, lo malo es cuando hay muchos, entonces llegan los problemas" delante de un grupo de militantes de la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Sarkozy. Su jefe de gabinete, Michel Bart, fue el que firm¨® el 5 de agosto la famosa circular destinada a los prefectos de polic¨ªa en la que se les ordenaba desmantelar los campamentos de inmigrantes irregulares "tomando como prioridad los de los gitanos rumanos" que desat¨® la pol¨¦mica en Bruselas.
Adem¨¢s de no delegar mucho en sus ministros, Sarkozy coloc¨® a todo su Gabinete en cuarentena al advertir, antes del verano, en una de esas comidas que lleva a cabo con diputados de su partido y de la que se escapan las peores confidencias, que en el oto?o se dispon¨ªa a cambiar el Gobierno. De este modo, los ministros trabajan en entredicho, sin saber si seguir¨¢n o no seguir¨¢n, como explicaba hace un par de semanas una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Algo as¨ª le pas¨® al ex seleccionador Raymond Domenech, al que la Federaci¨®n Francesa de F¨²tbol comunic¨® su relevo antes de disputar el Mundial, con los resultados conocidos.
El nuevo Gobierno se har¨¢ p¨²blico, seg¨²n varias informaciones aparecidas en la prensa francesa, a mediados de noviembre. Ser¨¢ el encargado de arropar a un Sarkozy debilitado, hundido en los sondeos, hasta las elecciones de 2012. Deber¨¢ encargarse, entre otras cosas, de investirle de esa altura presidencial que sus fieles echan en falta. No solo sus fieles. El periodista Jean Daniel, fundador del semanario Le Nouvel Observateur, escribi¨® hace dos semanas: "Ha querido amenazar y disuadir, no convencer. El ex ministro del Interior ha reemplazado al presidente".
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