Amable y caminable
Entre leyendas literarias y barrios arbolados, Montevideo pone de su parte poco a poco a los visitantes
Una tentadora visita a Montevideo ser¨ªa la estrictamente literaria, justificada por el hecho de que Uruguay , un pa¨ªs de tres millones y pico de habitantes, es -junto a Irlanda, que tiene cuatro- el que m¨¢s escritores buenos ha producido por metro cuadrado en todo el mundo. Estuve el mes pasado ocho d¨ªas, mi segundo viaje a la capital, y en un invierno fr¨ªo y ventoso, pero muy soleado, no par¨¦ de andar, acarreando a veces los libros reci¨¦n comprados de alguna poeta o alg¨²n narrador uruguayo que desconoc¨ªa. Quiz¨¢ la ocasi¨®n m¨¢s novelesca por la que pas¨¦ fue una entrevista en la terraza del hotel Plaza Fuerte con Pablo Silva, un sabio periodista nacido e instalado ahora en Montevideo, pero crecido -en el seno de una familia exiliada- en Valencia (Espa?a). Situado en el centro hist¨®rico, la llamada Ciudad Vieja, este bonito hotel antiguo y se?orial ofrece desde su terraza estupendas vistas de una ciudad que conviene ver a vista de p¨¢jaro antes de recorrerla, pues su peculiar ordenaci¨®n urbana entre los dos brazos del infinito R¨ªo de la Plata puede despistar al paseante.
Estaba yo asomado al parapeto de aquella terraza cuando Silva me se?al¨®, en uno de los edificios de enfrente, el piso donde hab¨ªa vivido sus ¨²ltimos a?os el novelista Mario Levrero, de quien yo le¨ªa por entonces su libro Nick Carter, un peculiar remake en clave de c¨®mic del universo on¨ªrico de Los cantos de Maldoror, de Lautr¨¦amont. "Los cantos de Maldoror, claro", dijo entonces Silva. "All¨ª naci¨® su autor", se?al¨¢ndome en una esquina de la contigua plaza de la Catedral, o plaza Matriz, la que fue casa natal de Isidore Duccase, mucho antes de que el escritor maldito por excelencia se elevara a s¨ª mismo a la nobleza con el seud¨®nimo de Conde de Lautr¨¦amont. Hoy el lugar lo ocupa una sucursal del Burger King.
Montevideo, aunque extensa y amplia (la mitad de los uruguayos viven en ella), es muy caminable, incluso de noche. Tiene, naturalmente, sus zonas residenciales, m¨¢s burguesas, hacia el este, los barrios de Pocitos y Punta Carretas, donde a¨²n quedan desperdigados bonitos caserones de estilo ecl¨¦ctico junto a las construcciones de nueva planta y los comercios elegantes.
Y siguiendo hacia el norte la l¨ªnea costera del r¨ªo est¨¢ Carrasco, el barrio m¨¢s exclusivo de la ciudad, una especie de ciudad jard¨ªn muy arbolada y tranquila que tiene, entre otros atractivos, una playa de dunas y la imponente mole del hotel-casino Carrasco, hoy en rehabilitaci¨®n. En 1934, cuando este lujoso establecimiento hotelero estaba en su apogeo, se hosped¨® en ¨¦l Garc¨ªa Lorca y escribi¨® el tercer acto de Yerma, aparte de dar conferencias en los teatros y amenizarlas con canciones andaluzas que ¨¦l mismo interpretaba.
Otro espa?ol, amigo y editor de Federico, Jos¨¦ Bergam¨ªn, lleg¨® a?os despu¨¦s a Montevideo en su exilio republicano, y all¨ª vivi¨® una porci¨®n de a?os. Siempre sard¨®nico, Bergam¨ªn escribir¨ªa en una carta que lo mejor de Montevideo eran sus confiter¨ªas y sus cementerios. No siendo yo goloso, nada puedo decir respecto a lo primero, pero el autor de El arte de birlibirloque ten¨ªa bastante raz¨®n en lo segundo. Desprovista de grandes monumentos hist¨®ricos (aunque es muy noble el dieciochesco Cabildo de estilo neocl¨¢sico, en la plaza Matriz), los dos camposantos montevideanos que se alzan junto al casi mar¨ªtimo cauce fluvial son de gran belleza, y en especial el cementerio Central, abierto en 1835. En su interior destaca, pero no es ni mucho menos lo mejor, el Pante¨®n Nacional, donde descansan los restos de artistas, escritores y pol¨ªticos de la naci¨®n.
Prohombres
Lo recomendable es recorrer sus senderos, con mausoleos y esculturas de refinada traza, en un camino de terrazas descendentes que nos lleva, ya cerca de la orilla del r¨ªo, al ¨²ltimo cuadrante de nichos, desmerecidos un poco por la tumba de uno de los prohombres del pa¨ªs, el presidente Luis Batlle Berres, "conductor de multitudes", seg¨²n reza la inscripci¨®n grabada en su inmensa losa de granito. El verdadero padre fundador de la patria, el general Artigas, que muri¨® en el exilio en 1850, no est¨¢ en el Pante¨®n, sin embargo; sus despojos se guardan en la cripta situada bajo el podio de su gran estatua ecuestre, dominante en el otro gran espacio abierto que marca el fin de la Ciudad Vieja, la plaza de la Independencia.
En uno de sus lados se alza, bastante desangelada entre los quioscos y los aparcacoches, la hist¨®rica Puerta de la Ciudadela; mucho m¨¢s atractivos son, en la misma plaza, el decimon¨®nico teatro Sol¨ªs (cuyo interior, visitable, merece la pena) y el rascacielos que en mayor medida identifica a la ciudad, el Palacio Salvo, un delicioso mazacote, en parte afrancesado y en parte (su torre de 27 pisos) aerodin¨¢mico, que, al inaugurarse, en 1928, fue el edificio de hormig¨®n m¨¢s alto de toda Am¨¦rica Latina. Alguien me cont¨® que Le Corbusier, en una de sus visitas, se coloc¨® a unos doscientos metros de distancia del Palacio Salvo y, haciendo un gesto b¨¦lico con las manos, dijo: "Aqu¨ª habr¨ªa que poner el ca?¨®n para derribar ese engendro".
Ciudad de buenas librer¨ªas "de usado", como las llaman, de peque?os, pero estupendos museos (el de Torres-Garc¨ªa, el de Gurvich, el de Artes Visuales en el hermoso Parque Rod¨®), de caf¨¦s detenidos en el tiempo, como el c¨¦ntrico Brasilero (aunque han desaparecido desde mi viaje anterior los m¨¢s atmosf¨¦ricos Almac¨¦n del Hacha y Mincho Bar), Montevideo conserva en la Ciudad Vieja rincones de un encanto incomparable; mi favorito es la peque?a y armoniosa plaza Zabala, cerrada en su lado norte por el palacio Taranco, una antigua residencia familiar que alberga hoy un Museo de Arte Decorativo, interesante, en particular, por su jard¨ªn franc¨¦s y el panorama de la bah¨ªa abarcable desde el mirador.
Montevideo est¨¢ rodeada de agua, y sus habitantes, incluso en invierno, aprovechan su per¨ªmetro costero, las Ramblas, para pasear, hacer deporte, flirtear y, sobre todo, beber mate. La imagen de las familias o las parejas con su termo de agua caliente, su recipiente lleno de yerba y su bombilla para sorber incansablemente la infusi¨®n es parte esencial del paisaje humano de la ciudad.
? Vicente Molina Foix es autor del libro de cuentos Con tal de no morir (Anagrama).
GU?A
Datos b¨¢sicos
? Poblaci¨®n: Uruguay tiene unos 3,5 millones de habitantes.
? Moneda: un euro equivale a unos 26,70 pesos uruguayos.
? Prefijo telef¨®nico: 00 598.
C¨®mo llegar
? Iberia
(www.iberia.com ) vuela de Madrid a Montevideo, sin escala, desde 1.400 euros.
? Aerol¨ªneas Argentinas (www.aerolineas.com) vuela de Madrid a Montevideo, con escala en Buenos Aires, a partir de unos 1.300 euros.
Dormir
? Plaza Fuerte (www.plazafuerte.com); 00 598 29 15 66 51). Un edificio cl¨¢sico con interior vanguardista. La habitaci¨®n doble, desde 68 euros.
? Punta Trouville
(www.puntatrouville.com.uy); 00 598 27 12 09 03). Apartamentos modernos. El b¨¢sico para dos personas (incluye desayuno y garaje) cuesta 70 euros.
? Best Western Pedro Figari (www.hotelpedrofigari.com); 00 598 26 00 88 24). A diez kil¨®metros del centro, junto a la playa. Todas las habitaciones con vistas al mar. Desde 91 euros.
Informaci¨®n
? Turismo de Uruguay (www.turismo.gub.uy); 00 598 21 88 51 00).
? Intendencia de Montevideo (www.montevideo.gub.uy).
? Embajada de Uruguay en Madrid (917 58 04 75). Pintor Rosales, 32.
? Embajada de Espa?a en Montevideo (00 598 27 08 60 10). Calle de la Libertad, 2738.
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