Paraguas de verano
A veces, mientras paseamos por una ciudad extranjera disfrazados para el calor, estrafalariamente preparados para el ocio, nos sorprende una tormenta. Curiosamente, y al contrario de lo que sucede con la otra lluvia, la de invierno, la que nos pilla en mitad de nuestras siniestras obligaciones, esta lluvia de verano no nos causa fastidio alguno; es m¨¢s, como casi todo lo inesperado que sucede durante las vacaciones, es casi un divertimento, un momento que rompe la rutina del descanso y que nos obliga a dar una carrerita, a hacer aspavientos, a re¨ªr sin saber por qu¨¦, y entonces, mientras tenemos baja la guardia, aparecen los paraguas de verano. Los paraguas de verano no existen un segundo antes de que caiga la primera gota al suelo, pero en cuanto rompe a llover, se colocan solos en los puestos de souvenirs, en los quioscos de prensa, en la puerta de las tiendas de electrodom¨¦sticos, artesan¨ªa local y hasta en las de comestibles. Se dir¨ªa que crecen de manera espont¨¢nea estos paraguas, como las setas, y si no se decide uno a cruzar la calle en su busca o se encuentra refugiado bajo un soportal, un andamio o un puente, le ser¨¢n ofrecidos por esos hombres sin empleo fijo, normalmente de piel oscura, que de pronto se convierten en vendedores callejeros de paraguas para desaparecer despu¨¦s o simplemente cambiar de oficio en cuanto las nubes negras se marchan y el sol nos devuelve la normalidad. Nada que objetar, vivimos en la sociedad del bienestar, o al menos all¨ª viv¨ªamos hasta hace nada, y en la sociedad del bienestar la oferta persigue amablemente a la demanda, y as¨ª tras la lluvia aparecen los paraguas. Nada extra?o. Lo ¨²nico que me viene inquietando desde hace muchos veranos es la procedencia de dichos paraguas. En principio podr¨ªa pensarse que vienen del mismo sitio que esos otros que compramos en invierno, cuando la lluvia no nos sorprende sino que la esperamos, pero nada m¨¢s comprar uno de estos caes en la cuenta de que eso no es posible.
"Est¨¢n fabricados de otra manera, por otra gente y con otras intenciones"
Estos paraguas de verano est¨¢n fabricados de otra manera, por otra gente y con otras intenciones. En una f¨¢brica o un taller espec¨ªfico y dedicado exclusivamente a la fabricaci¨®n y distribuci¨®n de paraguas de verano. Y si su apariencia es similar a la de cualquier paraguas, su dise?o y su mec¨¢nica, y por lo tanto su funci¨®n, es otra. Por eso el bot¨®n que mantiene la tela plegada se suelta al tratar de desabrocharlo la primera vez, y con solo abrirlos saltan al instante dos o tres varillas, y si uno es lo suficientemente osado como para tratar de continuar su paseo bajo el amparo del reci¨¦n adquirido paraguas se encontrar¨¢ con que al primer soplo de viento, o incluso contra la m¨¢s leve de las brisas, el cacharro se da la vuelta y se convierte en una antena. Tres segundos despu¨¦s se tira el paraguas a la basura, donde suele coincidir con dos o tres m¨¢s en un amasijo de varillas sueltas y telas agujereadas, y se busca refugio en un caf¨¦, un lugar encantador en el que el precio de la consumici¨®n acaba de subir milagrosamente un par de euros, un par de yenes, un par de pesos, un par de d¨®lares.
No es, por supuesto, nada grave, ni le estropea a uno el viaje ni siquiera la tarde; esta peque?a estafa, que sin duda produce sus beneficios para un buen mont¨®n de gente que realmente los necesita y una vez m¨¢s como casi todos los peque?os inconvenientes puntuales que rodean nuestros viajes de placer, se salda todo el asunto con una sonrisa y una cervecita a no importa qu¨¦ precio.
Hay que ser muy miserable para volver del veraneo consternado por los defectos de fabricaci¨®n de un paraguas. Frente a la belleza de las catedrales, el placer de ver a los cr¨ªos disfrutando del mar en la playa, la oferta culinaria de tal o cual destino, y las buenas lecturas abordadas por fin con la tranquilidad de ese tiempo suspendido entre dos guerras que nos regalan las vacaciones, la tela rajada y las varillas traidoras, la ropa y el cabello empapados, no producen rencor alguno.
El problema llega al regresar y ver los planes del Gobierno y los planes de la oposici¨®n para protegernos de las lluvias que se avecinan. El problema no es comprar paraguas de verano durante el verano; el problema es que te los vuelvan a colar en invierno.?
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