Justicia parada
Con el boato de rigor, regio y lit¨²rgico, se acaba de abrir el a?o judicial. El discurso inaugural nos exhorta a no criticar a la judicatura, porque, dice, es pieza esencial de la democracia. No dice, sin embargo, que el titular constitucional del Poder Judicial es el pueblo espa?ol, y no la judicatura, que solamente es su administradora. El servicio p¨²blico de administrar justicia es siempre importante y, a veces, adem¨¢s, inaplazable. Seg¨²n su cometido, y seg¨²n sus protagonistas, los ritmos de ese servicio p¨²blico son distintos. Hay juicios r¨¢pidos y procesos inacabables. Hay expedientes tramitados en piezas separadas y otros tramitados acumuladamente. En todo esto la Administraci¨®n de justicia no difiere mucho de otros servicios p¨²blicos. Tambi¨¦n el servicio ferroviario tiene lentos trenes de mercanc¨ªas, trenes de largo recorrido y trenes de alta velocidad. Todos ellos completos, con su locomotora, todos sus vagones, su carga, sus pasajeros, sus maquinistas y empleados.
Los usuarios exigen que el servicio funcione, piden informaci¨®n y protestan cuando es deficiente o se interrumpe
Los usuarios exigen que el servicio funcione; requieren, a veces infructuosamente, informaci¨®n cuando sus expectativas no se cumplen, y protestan cuando el servicio es deficiente o se interrumpe. Nadie dudar¨¢ de que tienen derecho a protestar no solo por el mal servicio recibido, sino tambi¨¦n por las insuficiencias de las infraestructuras, por la mala gesti¨®n y por la direcci¨®n t¨¦cnica o pol¨ªtica del transporte ferroviario. Esto, que vale para los usuarios del ferrocarril, y an¨¢logamente para los de otros muchos servicios p¨²blicos, tambi¨¦n deber¨ªa valer para los usuarios del servicio p¨²blico de la Administraci¨®n de justicia.
Pero el s¨ªmil no es tan f¨¢cil como ser¨ªa deseable. Los que hacen andar los trenes no pueden, a su arbitrio, desenganchar o a?adir vagones, elegir v¨ªas, ni velocidades, ni paradas. Pero pueden hacer huelga. De entre los que hacen andar la m¨¢quina de la justicia, algunos, los jueces, s¨ª pueden despiezar o acumular tr¨¢mites y actuaciones, que ser¨ªa como enganchar o desenganchar vagones en los trenes de sus procesos, y pueden cambiar trayectos, v¨ªas y velocidades, llegando, pr¨¢cticamente, a poder parar la marcha de un proceso, sin necesidad de hacer huelga, haciendo superfluo el debate sobre si pueden hacerla.
Aqu¨ª, a casa nostra, tenemos el tren del Palau. Parece que es un tren largo y de largo recorrido. Lleva, seg¨²n dicen, pasajeros en clase preferente, mucha carga, y a¨²n deber¨ªa detenerse en determinadas estaciones para cargar m¨¢s, enganchando nuevos vagones, y posiblemente m¨¢s pasajeros. No dir¨¦ nada de los maquinistas y dem¨¢s profesionales encargados de que ande ese tren. Pero, en buena l¨®gica, seg¨²n el sentir general, ya deber¨ªa haber llegado, o estar llegando, a su estaci¨®n de destino. Y, sin embargo, parece que en esa estaci¨®n "ni est¨¢ ni se le espera". Se teme que para simular una llegada en tiempo razonable, se alivie la carga, se desenganchen vagones, a la espera de que otros maquinistas con otro tren, por otras v¨ªas, y a otra velocidad, condujeran esos vagones desenganchados a otra estaci¨®n. Quienes, como titulares de ese servicio p¨²blico, tienen todo el derecho a exigir y criticar esperan que el tren de ese proceso cargue junto con el primer vag¨®n de la rapi?a inicial, a todos los posteriores beneficiados, ilegalmente financiados, comisionados, y los conduzca, todos juntos, ya, al destino que les corresponde.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena es ex fiscal jefe de Catalu?a.
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