La guerra que viene
Es parad¨®jico que mientras Colombia est¨¢ empezando a terminar su guerra, Venezuela est¨¦ comenzando a armarse la propia. Durante el periodo de gobierno de Ch¨¢vez se han realizado las inversiones sociales m¨¢s grandes de la historia de Venezuela para combatir la pobreza. Sin embargo, en ese mismo periodo, m¨¢s de 120.000 venezolanos, en su inmensa mayor¨ªa pobres, han muerto asesinados y Venezuela est¨¢ viviendo la peor crisis de seguridad que ha conocido. ?C¨®mo explicarse que a pesar de los ingresos sin precedentes provenientes del petr¨®leo y de los esfuerzos redistributivos de Ch¨¢vez, la rica Venezuela est¨¦ ahora compitiendo por el primer lugar en homicidios con la pobre Honduras? Que la concentraci¨®n de la riqueza provoque inseguridad puede resultar l¨®gico, pero que esta se multiplique cuando se est¨¢ distribuyendo la riqueza acaba con uno de los grandes mitos que relacionan pobreza con inseguridad.
Puede crearse un conflicto entre un Estado debilitado y grupos convertidos en crimen organizado
India tiene m¨¢s pobres que Estados Unidos. Sin embargo, hay m¨¢s homicidios por habitante en EE UU. La pobreza no genera mec¨¢nicamente inseguridad, lo que s¨ª genera inseguridad son el empobrecimiento moral, el debilitamiento institucional, la cultura de corrupci¨®n y la polarizaci¨®n pol¨ªtico-social. Un largo per¨ªodo de inestabilidad pol¨ªtica, de divisi¨®n del pa¨ªs y de distorsi¨®n o extinci¨®n de los valores c¨ªvicos pueden tener un efecto mucho m¨¢s negativo en la seguridad que una severa inequidad. Lo anterior describe lo que ha vivido Venezuela por m¨¢s de una d¨¦cada. Con el supuesto de que las instituciones favorezcan a los pobres, estas fueron puestas bajo control de Ch¨¢vez. Establecida la democracia, quienes m¨¢s necesitan de la neutralidad de las leyes y las instituciones son los m¨¢s pobres. Ch¨¢vez ha hecho lo contrario.
La polarizaci¨®n ideol¨®gica entre pobres y ricos, promovida por el Gobierno, permiti¨® que la relaci¨®n mec¨¢nica entre pobreza y delito terminara convertida en tolerancia a los delincuentes. La consecuencia de no hacer nada ha sido el crecimiento de la delincuencia y la violencia. La seguridad es el principal derecho humano, ya que cuando no se garantiza, ning¨²n otro derecho funciona. La pobreza con inseguridad en las calles es el peor de los infiernos para los m¨¢s pobres, y a ese infierno los est¨¢ condenando Ch¨¢vez.
El caos institucional ha convertido Venezuela en la principal plataforma de tr¨¢fico de drogas hacia EE UU y Europa. Centenares de miles de armas han pasado a manos de civiles y diversidad de ej¨¦rcitos conviven en el territorio en un equilibrio muy fr¨¢gil. Los espacios entregados a las FARC colombianas; el surgimiento de m¨²ltiples grupos armados de izquierda dominando barrios urbanos; la formaci¨®n de milicias partidarias y la generaci¨®n de grupos del crimen organizado han hecho perder soberan¨ªa y poder al Estado venezolano.
Las instituciones policiales y las Fuerzas Armadas se han debilitado seriamente en el control de la seguridad interna, y estas ¨²ltimas son vistas por Ch¨¢vez como amigas y enemigas al mismo tiempo. Las milicias han sido creadas para enfrentar al Ej¨¦rcito en caso de un golpe de Estado. Un reportaje transmitido recientemente por varias cadenas de televisi¨®n muestra a un oficial del Ej¨¦rcito venezolano que, descamisado, da declaraciones sobre los lugares en que permanecen las FARC. Las Fuerzas Armadas han perdido disciplina y se reconocen a s¨ª mismas solo como uno m¨¢s de los poderes armados que existen en el pa¨ªs.
El resultado de esto no ser¨¢ una guerra civil. Los venezolanos han mostrado un rechazo consistente a la violencia pol¨ªtica, pese a la profunda divisi¨®n del pa¨ªs en los ¨²ltimos 12 a?os. Tampoco habr¨¢ un conflicto armado entre Colombia y Venezuela, porque en ambas sociedades hay igualmente un enorme rechazo a esta posibilidad. Lo que en realidad puede desarrollarse es un conflicto interno que enfrente a un Estado debilitado con los diversos grupos armados que terminar¨¢n convertidos en crimen organizado. El debilitamiento del Estado y la multiplicidad de poderes armados informales, junto a la rentabilidad geogr¨¢fica para el tr¨¢fico de drogas, abren la posibilidad a un nuevo tipo de conflicto en el que se mezclar¨ªan bandidos con militares, polic¨ªas y rebeldes corrompidos.
Guatemala cay¨® en manos del narcotr¨¢fico cuando la debilidad de su Ej¨¦rcito dej¨® espacios vac¨ªos que ocuparon criminales. El Gobierno de Ch¨¢vez, por estar jugando a "luchar contra el imperialismo y la oligarqu¨ªa", le abri¨® las puertas al crimen organizado. Dejar asentarse a las descabezadas y derrotadas FARC en territorio venezolano equivale a haberse llevado alacranes a la cama porque esos desmoralizados combatientes terminar¨¢n convertidos en bandidos. Ch¨¢vez es pasajero y en el corto o mediano plazo saldr¨¢ del Gobierno. El Estado venezolano tendr¨¢ entonces que reconstruir sus instituciones de seguridad, recuperar el monopolio de la fuerza y restablecer la seguridad interna. Quiz¨¢s los militares venezolanos lo est¨¦n pasando bien ahora, con millonarias compras de armamento in¨²til y una gran corrupci¨®n. Sin embargo, cuando Ch¨¢vez salga, tendr¨¢n que enfrentar a los poderes armados que hoy est¨¢n creciendo. Es tristemente previsible que muchos militares, polic¨ªas y civiles venezolanos morir¨¢n en esa guerra que viene.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o, es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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