Los veraneantes

Del est¨ªo al hast¨ªo solo hay un paso: los protagonistas de Veraneantes, de Gorki, se aburren mortalmente durante sus vacaciones eternas. Para los de La trilog¨ªa del veraneo, de Goldoni, los amor¨ªos estivales preludian un fastidioso matrimonio de conveniencias. Los de D¨ªas estupendos, en cambio, no tienen tiempo que perder ni formas que guardar: quieren sacarle todo el partido a esos quince d¨ªas que, estad¨ªsticamente, salimos hoy de veraneo por t¨¦rmino medio. Alfredo Sanzol, su autor, recrea con humor vitri¨®lico una sucesi¨®n de escenas breves de playa y monta?a, cada una con protagonistas diferentes, en las que la distancia entre hijos y padres, el reencuentro con la familia extensa y la convivencia con desconocidos provocan choques frontales, romances flam¨ªgeros y rupturas imprevistas.

La luz fr¨ªa y la escenograf¨ªa ¨²nica lo impregnan todo de extra?eza

Por este cabar¨¦ c¨®mico con empaque desfilan un etarra excarcelado, de vuelta a su pueblo natal; unos enamorados decididos a separarse preventivamente, para no vivir el declive de su pasi¨®n; una pareja que alquila una casa rural con sorpresa incluida... La luz fr¨ªa de Baltasar Pati?o y la escenograf¨ªa ¨²nica hiperreal de Alejandro And¨²jar (una explanada con roble centenario, colgada sobre un valle feraz) lo impregnan todo de extra?eza, especialmente las escenas playeras, cuyos protagonistas en ba?ador parecen alien¨ªgenas en medio del paisaje serrano.

Sanzol (Madrid, 1972) tiene o¨ªdo para el habla popular. Escribe las escenas in crescendo y las dirige con musicalidad. Sus di¨¢logos, r¨ªtmicos y chispeantes, aventajan con creces a sus soliloquios: el mon¨®logo de la madre al ni?o del que est¨¢ embarazada (cuya iron¨ªa, de haberla, no pill¨¦), el del saltamontes y los de la pareja de veraneantes en Nueva York resultan un tanto prolijos.

El afinad¨ªsimo trabajo de los cinco int¨¦rpretes y la sinton¨ªa que hay entre ellos y su director imprime car¨¢cter a D¨ªas estupendos. Sin mover apenas un m¨²sculo, Natalia Hern¨¢ndez da una lecci¨®n de escucha valorativa en el papel de la madre a la que su esposo (Juan Antonio Lumbreras) lee la carta que su ni?o les env¨ªa desde un campamento escolar: primero se la ve feliz; escamada luego, cuando el chaval le cuenta que su monitora Idoia anda todo el d¨ªa en sujetador; molesta, cuando le dice lo mucho que quiere a Idoia, y finalmente, descompuesta ante una sorpresiva decisi¨®n tajante del chico.

Elena Gonz¨¢lez, Paco D¨¦niz, Pablo V¨¢zquez y los mencionados Hern¨¢ndez y Lumbreras tienen cada uno sus momentos de gloria, pero hacen tambi¨¦n un trabajo coral atento al contrapunto c¨®mico y al detalle dram¨¢tico. Sanzol los hace saltar de un personaje a otro sin que abandonen el escenario, para evitar tiempos muertos. Dias estupendos es un espect¨¢culo ¨¢gil y divertido, que no es poco, pero al que no hay que pedirle otra cosa.