Europa sufre por las costuras
Irlanda, Portugal y Grecia se enfrentan a una r¨¦plica de la crisis fiscal pese a los planes de austeridad impuestos por sus Gobiernos - Espa?a, de momento, se queda al margen
Parte de guerra de la crisis fiscal de nunca acabar: lo peor ha pasado, pero los problemas no se han esfumado -nunca lo hacen- y el incendio se reaviva con fuerza en algunos focos. Alemania ha decretado austeridad a toda Europa y los pa¨ªses m¨¢s atacados (Espa?a, Grecia, Irlanda y Portugal) han respondido con ajustes severos para limitar los da?os. Pero la crisis sigue ah¨ª, no ha dejado de golpear a Atenas y ahora tambi¨¦n sacude con dureza en Dubl¨ªn y Lisboa, aunque ha dejado de lado Madrid. Al menos, de momento.
Y justo ahora, en un gui?o casi macabro -con los trabajadores de media Europa convocando huelgas por esos recortes para construir cortafuegos en el mercado de deuda-, el FMI acaba de decir que puede que la austeridad no sea la soluci¨®n a todos los males: incluso puede ser un problema. Los recortes son necesarios a corto plazo, cuando se recibe un ataque como el que ha sufrido Europa; otorgan credibilidad y una dosis de la tan manida confianza, una suerte de piedra filosofal para calmar la histeria de los mercados.
El FMI dice que la austeridad en el gasto puede traer m¨¢s problemas
Los mercados perciben que Espa?a va haciendo los deberes
En 2008 el Gobierno cifr¨® en solo 2.000 millones el d¨¦ficit bancario
Habr¨ªa que haber dejado hundirse a algunas entidades, dicen los expertos
Pero los recortes provocan fuertes ca¨ªdas en la actividad econ¨®mica. Hasta ahora, los expertos cre¨ªan a la larga que esa receta acababa insuflando optimismo en la econom¨ªa. Gracias a la confianza, los consumidores acabar¨¢n gastando m¨¢s, las empresas invertir¨¢n, crear¨¢n empleo y la econom¨ªa empezar¨¢ a funcionar. Tal vez no: el FMI, empleando una base de datos de ajustes fiscales en 15 pa¨ªses durante 30 a?os, asegura que los efectos a corto plazo son devastadores, especialmente cuando son varios pa¨ªses a la vez los que aplican la austeridad a rajatabla, como ocurre en Europa. En plata: ya se esperaba una recuperaci¨®n suave, pero puede que esa salida del t¨²nel se haga a c¨¢mara superlenta.
Ese es el problema a medio plazo. Para Europa, y en particular para Espa?a, lo urgente, sin embargo, son las noticias procedentes de Dubl¨ªn y de Lisboa. Las primas de riesgo de esos dos pa¨ªses (la diferencia entre sus bonos a 10 a?os y los alemanes, un indicador que funciona como una medida del miedo a que los pa¨ªses se declaren en suspensi¨®n de pagos) ha escalado por encima de los niveles que ten¨ªa Grecia el pasado enero, cuando se desat¨® la crisis.
Irlanda ha hecho los deberes. Impuso un plan de austeridad draconiano, incluso cuando la crisis parec¨ªa mirar hacia otro lado. Y aun as¨ª el agujero de sus bancos es espectacular, el d¨¦ficit puede sobrepasar el 30% del PIB y los mercados han olido la sangre. El Ejecutivo irland¨¦s estudia un segundo plan de recortes que puede desatar la ira de la ciudadan¨ªa, muy castigada ya por la primera dosis de austeridad y con un grado de indignaci¨®n creciente: todo ese dinero sirve para tapar las verg¨¹enzas de sus bancos.
El caso portugu¨¦s es distinto. Hasta ahora no hab¨ªa probado un tijeretazo al estilo espa?ol, irland¨¦s o griego: no ha tenido m¨¢s remedio que hacerlo esta semana, con el riesgo pa¨ªs por las nubes. La incertidumbre sigue ah¨ª por la debilidad pol¨ªtica del Gobierno. Grecia, pese a todas las ayudas europeas y de los recortes, no ha conseguido mejorar su situaci¨®n, aunque al menos tampoco empeora. Los chinos dicen que acudir¨¢n en su ayuda.
Solo Espa?a respira con cierto alivio: los recortes han permitido que la deuda no se contagie de esta r¨¦plica del terremoto en los mercados. Espa?a sigue en libertad vigilada y lleva semanas despeg¨¢ndose de los pa¨ªses atacados. En parte se trata de una cuesti¨®n de tama?o: la econom¨ªa espa?ola es poco m¨¢s o menos el doble que la irlandesa, la portuguesa y la griega juntas, y los problemas en Espa?a podr¨ªan desencadenar un hurac¨¢n global. Adem¨¢s, los mercados perciben que Espa?a va haciendo los deberes. Eso s¨ª, los intereses de los bonos tampoco bajan; la confianza no se recupera en un d¨ªa, el riesgo de contagio est¨¢ ah¨ª, a pesar de que el presidente Zapatero haya dado por zanjada la crisis fiscal de forma un tanto irreflexiva, precipitadamente. Las balas silban cerca; de momento, pasan de largo.
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