Appleman¨ªa
Existe un sector de p¨²blico muy fiel que vive la marca de una forma que al resto de los mortales les puede parecer dif¨ªcil de entender: son esos fans que hacen largas colas ante las puertas de un Apple Store o que siguen las keynotes de Jobs minuto a minuto. Aunque no todos los usuarios son as¨ª, es cierto que la mayor¨ªa sienten gran empat¨ªa, comparable a un aficionado de un equipo de f¨²tbol. El cliente de Apple disfruta con la aparici¨®n de nuevos productos y se deleita pensando en comprarlos". As¨ª resume Victoria Pe?afiel, responsable de la publicaci¨®n Cuadernos Mac, la relaci¨®n que millones de personas en todo el mundo han establecido con una firma especializada en tecnolog¨ªa que, hace poco m¨¢s de diez a?os, estuvo a punto de desaparecer. Hoy, la compa?¨ªa de Steve Jobs, adem¨¢s de exhibir n¨²meros envidiables (13.500 millones de d¨®lares de facturaci¨®n en el segundo trimestre de 2010 y un aumento en Espa?a del 40% en la facturaci¨®n), ha sabido desarrollar una relaci¨®n con sus usuarios dif¨ªcil de cuantificar pero f¨¢cil de constatar. Y eso que a¨²n no se han puesto con los videojuegos, aunque muchos ven ya en el iPad una consola camuflada.
"Al seguidor de Apple le encanta incluir aquello de 'enviado desde mi iPhone' en sus correos electr¨®nicos"
"La gente tiende a pensar que la relaci¨®n que se establece con la tecnolog¨ªa es fr¨ªa, y por eso sorprende que cuando se hable de la firma se apele tanto a lo emocional. Pero lo cierto es que nuestra forma de interactuar con la tecnolog¨ªa es cada vez m¨¢s relacional. Por eso el usuario de Apple gusta de ense?ar que forma parte de este universo. Hay un conjunto de marcas que provocan ese sentimiento de orgullo y esta es, sin duda, una. No he visto jam¨¢s un motorista con una pegatina de Windows en el casco, pero s¨ª muchos con la manzana", comenta Javier Rovira, profesor de marketing estrat¨¦gico de ESIC y autor del libro Consumering. Las 15.000 personas que agotaron en un d¨ªa las existencias de iPad en Espa?a, los 30.000 que adquirieron un iPhone 4 el d¨ªa en que se puso a la venta en nuestro pa¨ªs o quienes traficaron con un puesto m¨¢s avanzado en la cola formada ante la apertura de las dos primeras tiendas Apple en Espa?a (La Maquinista en Barcelona y Xanad¨² en Madrid) se asemejan a los fans de estrella del rock. "Al seguidor de Apple le encanta sacar el Macbook, dejar el iPad sobre la mesa del caf¨¦, incluir aquello de 'enviado desde mi iPhone' en sus emails. Incluso he visto a gente comprarse auriculares blancos aunque no tenga un iPod. Pero lo que hace especial a la firma es el sistema operativo. Por ¨¦l, la gente se engancha de verdad. Si las cosas no funcionaran y no dieran satisfacci¨®n real, m¨¢s all¨¢ de la est¨¦tica o la significaci¨®n, nada de esto suceder¨ªa", afirma Marco Sanz, de Microgesti¨®, espacio oficial Apple en Barcelona.
Aunque el factor emocional ligado a los productos de la firma ha existido desde el comienzo de la marca, no ha sido hasta la pasada d¨¦cada que, gracias al marketing, la compa?¨ªa ha logrado extender ese sentimiento. La llegada del iPod marc¨® un antes y un despu¨¦s. La posterior implantaci¨®n de procesadores Intel, la bajada de precios en los computadores de la firma, el cambio total de paradigma que ha supuesto el iPhone e incluso el ¨¦xito de un dispositivo a¨²n dif¨ªcil de ubicar como el iPad han certificado que los productos de la casa ya no son para minor¨ªas silenciosas y cool, sino para mayor¨ªas aspiracionales.
Desde la aparici¨®n del iPod hace casi diez a?os, Apple ha entrado en las vidas del usuario medio, que necesita una serie de servicios para consumir sus contenidos y gestionarlos, lo que ha provocado que ese perfil de usuario sea ahora casi cualquier persona consumi-dora de m¨²sica, fotograf¨ªas, v¨ªdeo y todo tipo de contenido multimedia. Ha logrado dar al usuario de perfil medio/bajo de conocimiento tecnol¨®gico un entorno donde trabajar a gusto, sin que los profesionales pierdan ni un ¨¢pice de productividad", recuerda Julio C¨¦sar Fern¨¢ndez Mu?oz, editor en Appleweblog, jefe de Proyecto y consultor de Tecnolog¨ªa Oracle. El pen¨²ltimo intento de contraataque de Microsoft, encarnado en la campa?a: "No soy lo suficientemente cool para tener un Mac", incid¨ªa de nuevo en el esnobismo inherente a quienes prefieren gastar m¨¢s en una computadora de Steve Jobs cuando pueden, seg¨²n ellos, tener lo mismo con un PC. Este discurso, seg¨²n Fern¨¢ndez Mu?oz, es tan real como reduccionista. "Los esnobs tienen un iPhone, pero solo lo usan como tel¨¦fono, no saben c¨®mo funciona, ni les importa. El fan de Apple no es as¨ª, y no compra por compulsi¨®n o moda para luego sacarlo a pasear como al perro. El fan de Apple lo es porque ha descubierto en Apple la soluci¨®n a sus problemas y eso le ha convertido en creyente".
El veterano
Jos¨¦ Manuel Ur¨®s (53), inform¨¢tico gr¨¢fico
Jos¨¦ Manuel lleva 23 a?os trabajando con computadoras de Apple desde la aparici¨®n del segundo modelo de la firma, el Macintosh Plus. En este tiempo ha vivido todos los altibajos que la firma ha experimentado en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. En su trabajo de artes gr¨¢ficas, los ordenadores de Apple han sido una necesidad vital dentro del gremio: "No podr¨ªa trabajar con un trasto tan feo como un PC. Solo los he utilizado para probar tipograf¨ªas". Est¨¦tica y utilidad, en cambio, son dos palabras que no siempre aparecen en la misma frase cuando se habla del iPad, artilugio que Ur¨®s tambi¨¦n posee y al que se ha enfrentado de una forma distinta. "Hay que ir poco a poco descubriendo para qu¨¦ sirve y para qu¨¦ no. El programa de correo electr¨®nico es magn¨ªfico. Conozco gente que ya solo consulta su email a trav¨¦s del iPad. Tambi¨¦n tiene una grabadora digital de cuatro pistas realmente buena. Lo estoy disfrutando mucho, tanto por lo que tiene como por lo que promete".
Colgada del iPod
Olivia Boix (17), estudiante
Olivia se sienta, abre su bolso y empieza a sacar modelos de iPod. "Este me lo regal¨® mi padre por mi cumplea?os, este es de mi hermana, este no funciona pero es muy chulo, este es muy viejo y solo tiene 512 megas¡". As¨ª, puestos uno al lado del otro, los iPod de Olivia explican la pasada d¨¦cada. Desde el primero, blanco, de 4 botones y 15 gigas -visto al lado de modelos posteriores parece hoy un paquidermo-, hasta las formas m¨¢s arm¨®nicas y los colores vivos de los pen¨²ltimos iPod Nano, pasando por esa constante b¨²squeda de lo pr¨¢ctico m¨¢s casual que es la historia del Shuffle. A pesar de su juventud, parece haber empezado a desarrollar gusto por el lado m¨¢s vintage de la gama. "El blanco es chulo. Me encantar¨ªa usarlo, pero se le ha fastidiado la bater¨ªa. Ahora voy con el Shuffle colgado del cuello. Tiene pocas canciones, pero como soy muy vaga actualizando listas de reproducci¨®n y gestionando iTunes, tampoco puedo quejarme", comenta mientras reordena por colores los dispositivos.
El visionario convencido
Ricardo Valdivieso (41), t¨¦cnico inform¨¢tico
Lo que el corralito no logr¨®, estuvo a punto de conseguirlo Apple. Ricardo llevaba m¨¢s de diez a?os siendo t¨¦cnico inform¨¢tico en Argentina cuando tuvo que hacer las maletas. Dej¨® atr¨¢s una m¨¢s que respetable cartera de clientes como distribuidor oficial que era, y aterriz¨® en Espa?a, donde la compa?¨ªa hab¨ªa acometido la implantaci¨®n del sistema diez (MACOSX). A pesar de las dificultades, Ricardo jam¨¢s abandon¨® el mundo Mac, al que incluso entonces, antes de los procesadores Intel y el lanzamiento del iPod, le intu¨ªa un gran potencial. "Para m¨ª, el verdadero hito de la firma es el iPhone. Entrar en un campo como el de la telefon¨ªa, que no es el supuestamente suyo, y hacerlo de ese modo, ha sido brutal. Mi hijo de cuatro a?os estudia con el iPad y el de dos ve v¨ªdeos en el iPhone".
Di¨®genes Apple
Gemma Deza) (36), traductora
Cuando Apple le propuso mudarse a Cupertino y trabajar como traductora de la marca en su sede central hace unos a?os, un entrevistador la llam¨® por tel¨¦fono: "He visto en su curr¨ªculo que usted siempre ha trabajado en libros y con libertad. ?Cree que est¨¢ preparada para pasarse ocho horas al d¨ªa encerrada en un cub¨ªculo?". "Me lo dijo con un acento sueco tan marcial que la idea sonaba terror¨ªfica. Dije que no". Gemma hab¨ªa trabajado en la traducci¨®n al espa?ol del sistema operativo diez. Ella es responsable de que el efecto Genius en nuestro idioma tenga el mucho m¨¢s evocador nombre de Aladino. "Durante la traducci¨®n nos encontramos con muchas dificultades, ya fueran derivadas de conceptos nuevos, como el de 'forzar reinicio', o de la imposibilidad de decir en espa?ol lo mismo que en ingl¨¦s y con pr¨¢cticamente los mismos caracteres". La traductora padece una especie de s¨ªndrome de Di¨®genes Apple, que le impide tirar ning¨²n trasto de la marca (el viejo LCIII, la impresora Style Writer, los disquetes de software o aquellos iMac verdes de dise?o): "Nunca ves un Mac en un contenedor. La gente no los tira".
El usuario pr¨¢ctico
Francisco Javier Gimeno Bay¨®n (30), m¨²sico
Francisco Javier hace m¨²sica con un Mac y ocho PC. Como en una met¨¢fora sobre el devenir reciente de la industria, el Mac dirige la orquesta, mezclando los sonidos de los PC, dot¨¢ndoles de potencia y color y lanz¨¢ndolos. "Si me lo pudiera permitir, trabajar¨ªa solo con Mac, aunque solo por cuestiones musicales, no por esnobismo. Mi m¨¦todo de trabajo es la mejor manera que tengo de conseguir potencia de manera econ¨®mica. En realidad, en tecnolog¨ªa soy bastante vintage. Me encantan los viejos trastos", comenta mientras juguetea con una pantalla que hoy no servir¨ªa ni como mesa camilla. "Hace solo un mes que tengo iPod. Me lo regalaron. Pero a¨²n no lo he usado. Voy con el Walkman. Soy anal¨®gico de toda la vida". Compositor de bandas sonoras de cortometrajes y actor ocasional en algunos de los videoclips que produce Malgenio Films, con quienes colabora, Bay¨®n pertenece a un segmento de la poblaci¨®n que a¨²n no ha sucumbido a los encantos est¨¦ticos y de significaci¨®n que esta industria ha insuflado a sus productos durante la ¨²ltima d¨¦cada. La tecnolog¨ªa como fin laboral, no como medio social.
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