La pistola humeante

Los etarras Juan Carlos Besance y Xabier Atristain, presuntos miembros del comando Imanol, abrieron ayer la caja de los truenos. Su confesi¨®n ante el juez Ismael Moreno sobre los cursillos de armas y explosivos que recibieron en Venezuela en 2008 constituye el smoking gun (la prueba irrefutable) de que ese pa¨ªs se ha convertido durante los a?os de Gobierno de Hugo Ch¨¢vez en uno de los territorios m¨¢s confortables y seguros para los asesinos de ETA. Los documentos intervenidos a la banda en Francia, los mensajes sobre el entrenamiento de etarras a las FARC que conten¨ªa el ordenador de Ra¨²l Reyes, jefe de este grupo terrorista muerto en un bombardeo del ej¨¦rcito colombiano, y los testimonios de desmovilizados recogidos por la polic¨ªa espa?ola en Bogot¨¢ llevaron al fiscal de la Audiencia Nacional Vicente Gonz¨¢lez Mota a querellarse contra Arturo Cubillas, funcionario del Gobierno de Ch¨¢vez y presunto organizador de estos cursillos, y otros miembros de ETA y las FARC. Se cumplen siete meses desde que el juez Eloy Velasco proces¨® a los acusados y pidi¨® a Interpol su detenci¨®n y extradici¨®n sin que ninguno de ellos haya sido capturado. Cubillas, casado con la asesora de El¨ªas Jaua, vicepresidente de la Rep¨²blica, pasea libre por Caracas y sigue en su puesto de jefe de seguridad del Inte, un organismo que confisca fincas supuestamente improductivas.

El silencio de la justicia venezolana es atronador: no ha contestado a ninguna de las peticiones remitidas por la Audiencia Nacional, cuyos jueces y fiscales ya no esperan "nada" de sus hom¨®logos venezolanos; la par¨¢lisis de la polic¨ªa venezolana es evidente, ya que se niega a detener a Cubillas pese a la visita que una delegaci¨®n del Ministerio del Interior hizo a Caracas para exponer el caso y pedir colaboraci¨®n. La historia se repite, ya que Ch¨¢vez declin¨® capturar a otros siete etarras con 40 asesinatos a sus espaldas cuya extradici¨®n solicit¨® Espa?a. Desde que gobierna en 1999, la justicia espa?ola ha solicitado a Venezuela la extradici¨®n de 21 personas, siete etarras, pero ninguna ha sido detenida ni entregada. Los asesinos se esfuman siempre en territorio venezolano y algunos reaparecen como Jos¨¦ Lorenzo Ayestar¨¢n, de 52 a?os. Se quit¨® el delantal de pescadero en Sucre, colg¨® el cuchillo y cogi¨® la pistola para volver a un comando en Francia y preparar un secuestro.

Los servicios de inteligencia alertan del flujo de etarras desde M¨¦xico y Francia a Venezuela, un "lugar m¨¢s seguro", seg¨²n el diagn¨®stico de Mikel Carrera, Ata, ex n¨²mero uno de la banda. Se estima que en el balneario venezolano residen 60 etarras, en su mayor¨ªa alejados de la organizaci¨®n. Ch¨¢vez no explica c¨®mo en un pa¨ªs tan vigilado como Venezuela no se detecta la efervescente actividad de tipos como Cubillas.