Puntos de inflexi¨®n
El PSOE ha presentado a los aspirantes a ocupar las alcald¨ªas de las ocho capitales andaluzas y de los municipios de m¨¢s de 50.000 habitantes. Ahora s¨ª empieza la campa?a. El candidato estrella, por lo que representa Sevilla para el socialismo, ha sido Juan Espadas. En torno a este aspirante a la alcald¨ªa, y en menor medida a la candidata por Ja¨¦n, ha girado el acto. Un acto en el que a Juan Espadas, arropado por los presidentes del Gobierno de Espa?a y de Andaluc¨ªa, se le ha visto con ganas y con apariencia juvenil. Camisa blanca con mangas remangadas hasta los codos, sus recientes lentillas y un cierto nerviosismo en las primeras palabras que ha dirigido a los militantes socialistas dan muestras de ello. Un nerviosismo, adem¨¢s, que en cierta medida le engrandece y refleja el saber de la inmensa y dif¨ªcil tarea que va a abordar: Nada m¨¢s y nada menos que seguir gobernando en Sevilla. Su discurso, mas que discurso su arenga inicial en esta andadura electoral, est¨¢ dirigido a motivar al electorado que vota socialismo. Intenta que no se quede en su casa y se imponga la abstenci¨®n, tal como anuncian los datos que se facilitan con las encuestas.
Unos datos que reflejan una cierta desmovilizaci¨®n causada en gran parte por la crisis econ¨®mica y por las austeras medidas impuestas por el Gobierno central frente a la crisis. Tambi¨¦n por los ataques del PP contra el socialismo que, descansando en una estrategia definida y largamente mantenida, tratan de lograr el desencanto de quienes les votan. Se intenta conseguir que, cuantas m¨¢s personas se averg¨¹encen de sus sentimientos socialistas, mejor. Intentan hacer ver que cualquiera de sus votos perjudicar¨ªa sus intereses, los del Estado, la comunidad y los de cada provincia y cada pueblo. Esta es la arenga de la de que se sirve el aspirante Espadas para ser el punto de inflexi¨®n que pueda cambiar los datos electorales actuales. A pesar de todo, en su arenga destaca el deseo de desarrollar una campa?a limpia, centrada en la ciudad y ¨²nicamente dirigida a motivar al electorado.
Sin embargo, no es bastante. En alguna ocasi¨®n he utilizado la expresi¨®n de "ce?irse al viento", que tanto practican moteros y navegantes a vela. Pues bien, el PP, su aspirante a la alcald¨ªa de Sevilla y su aspirante a presidir la Junta de Andaluc¨ªa, est¨¢n en la oposici¨®n por m¨¦ritos propios. Una oposici¨®n que va a seguir con su estrategia constante de descalificaciones y de degradaci¨®n de la vida p¨²blica con una ausencia total de compromiso con los ciudadanos, como se est¨¢ viendo en estos tiempos de crisis.
Es como si los dirigentes del PP tuvieran derecho a ostentar el poder sin compromiso alguno y los ciudadanos obligados a otorgarles sus votos. Un ejemplo: en Sevilla, el PP, en la anterior campa?a municipal, tach¨® al alcalde y "su banda" de inflar facturas -todas, por cierto, en cuant¨ªas irrisorias-. Nadie del gobierno municipal est¨¢ imputado, como tampoco nadie de la Junta lo est¨¢ ni en este ni en ninguno de los casos que se siguen en M¨¢laga. El ¨²nico sobre el que ha reca¨ªdo una imputaci¨®n -y d¨¦bil al decir de los jueces- ha dimitido. En Valencia y en Alicante hay m¨¢s imputados del PP por corrupci¨®n pol¨ªtica que abogados en el caso Malaya y no precisamente por cuatro facturas cuyo importe no supera el valor de los trajes por los que est¨¢ imputado Camps. A pesar de esta realidad, el PP insiste que la vida p¨²blica andaluza est¨¢ llena de bandoleros.
Hace bien Juan Espadas en exigirse una campa?a limpia, pero la campa?a no se ensucia por poner de manifiesto estas contradicciones del PP. Tampoco porque se destaque que muchos de sus dirigentes est¨¢n imputados por meter mano en lo p¨²blico, como ocurre en Valencia o en Alicante, ni porque sigan en el poder. No porque discursos y leyes se usen e interpreten a su antojo. Y nada hace pensar que si gobiernan en Andaluc¨ªa sean diferentes. S¨ª a un proyecto de ciudad pero, si se quiere movilizar a los ciudadanos, hay que destacar el compromiso y la responsabilidad para que vuelvan a confiar en sus gobernantes. Ser¨ªa el punto de inflexi¨®n.
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