Una bomba de relojer¨ªa
En Hungr¨ªa, apenas a 160 kil¨®metros de Budapest, se han vertido m¨¢s de un mill¨®n de metros c¨²bicos de lodos t¨®xicos al arroyo Torna que, tras pasar por algunos tributarios, terminar¨¢ por llegar al Danubio. Las noticias, a¨²n confusas, indican que cuatro personas han perdido la vida y unas 120 han resultado heridas, algunas de ellas de gravedad.
No es la primera vez que en suelo europeo sufrimos tragedias como consecuencia de actividades de extracci¨®n de metales instalada necesariamente en los bordes de r¨ªos o arroyos. De hecho, el Danubio ya sufri¨® un vertido de metales pesados y cianuro cuyas consecuencias nunca fueron del todo bien evaluadas. Aunque las noticias no son claras a estas horas, parece que un dep¨®sito de residuos de la extracci¨®n de aluminio ha sido el responsable del vertido. Si es as¨ª, lo m¨¢s probable es que se trate de los lodos rojos que se generan al lavar la bauxita, previamente molida, con sosa c¨¢ustica a presi¨®n y temperatura elevada.
Este proceso libera hidr¨®xidos de aluminio adem¨¢s de s¨ªlice, ¨®xidos de hierro y titanio entre otros metales. Posiblemente haya sido el pH propio de la sosa c¨¢ustica el causante de los heridos y muertos que han debido sufrir quemaduras qu¨ªmicas terribles. Estos lodos van a esterilizar literalmente todos los cauces a los que afecte.
En Espa?a tuvimos una experiencia que, si bien fue de mayores proporciones en cuanto al tama?o del vertido (seis millones de metros c¨²bicos de aguas ¨¢cidas), afortunadamente no hubo que lamentar v¨ªctimas porque la rotura de la balsa se produjo de madrugada, cuando no hab¨ªa personas trabajando en las ricas terrazas fluviales del Guadiamar. Algunas de las cosas que se aprendieron entonces deber¨ªan ser ¨²tiles en la presente situaci¨®n. En primer lugar, la mejor medida posible es intentar retener el vertido con la construcci¨®n de diques de emergencia. Cuanto menor sea la extensi¨®n menor ser¨¢ el da?o y m¨¢s f¨¢cil las necesarias tareas de limpieza de los suelos contaminados. Deber¨ªa impedirse que el vertido llegue al Danubio y sustraerse de la tentaci¨®n del "dejemos que se diluya". Muchos de los componentes se precipitan en los fondos convirti¨¦ndose en autenticas bombas de relojer¨ªa que tarde o temprano dar¨¢n la cara. Que no se vean no significa que no est¨¦n. El r¨¢pido y acertado asesoramiento cient¨ªfico en el caso del vertido de Aznalcollar y que permiti¨® una de las tareas de descontaminaci¨®n m¨¢s importantes y mejor realizada de Europa deber¨ªa ser un modelo a seguir en este tipo de cat¨¢strofes. El inter¨¦s pol¨ªtico deber¨ªa en este caso dejar paso al inter¨¦s p¨²blico.
Miguel Ferrer es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y ex director de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana.
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